viernes, agosto 31, 2007

Menorca y los barcos

Menorca está llena de calas chiquititas que descubrir, muchas de ellas de muy difícil acceso para madrileños acostumbrados a veranear en Gandía -qué pasa, qué, qué pasa, qué-. Lo que siempre te recomiendan es que alquiles una moto y vayas de cala en cala; o que alquiles un coche y vayas de cala en cala; o que accedas a ellas mediante un velero bergantín. Y eso es lo que más parece molar en la isla: los barquitos. Todo el mundo que va a Menorca te dice que vayas en barco. Hasta en este blog los comentarios han ido por esa línea: las tías buenas están en los barcos, dicen. La isla se disfruta de verdad en los barcos, dicen. Los micrófonos y los barcos, dicen.

En la playa en la que estaba nuestro hotel -en realidad casi podríamos decir que la playa estaba en el hotel-, había unos cuantos:

Los barcos son lo que está en el agua.

Qué buena pinta. Eso tiene que molar, es cierto. Vas ahí en tu velerito, aparcas en doble fila en la cala, te bañas, pasas la noche mecido por las olas acompañado de cuerpos esculturales. Probablemente el tuyo es un cuerpo escultural, de hecho. Y a la mañana siguiente, a visitar otra cala:


Bueno, es la misma porque los barcos no se han movido. Estarán haciendo tiempo, para qué te vas a mover del sitio, si lo tienes todo ahí: mar, luna, olas, cuerpos esculturales. Pero a la mañana siguiente habrá que irse, en la variedad está la diversión:


Siguen ahí. ¿Y por qué? Pues no se sabe, aunque yo tengo una teoría. La teoría es que en realidad el horizonte no es un horizonte real, sino que está hábilmente pintado. Como los barcos, que están para darle encanto a la escena. Es un decorado para que los turistas piensen que están en un lugar idílico. O para dar inspiración a poetas estilo Alberti:

Marinero en tu barca azul
que espantas a la gaviota:
la mar, lienzo de tul,
te dice que eres idiota.

O para que los artistas locales pinten cuadros de barcos, yo qué sé. El caso es que los barcos están allí para fomentar el buen rollo y para que uno los mire y piense que ahí se tiene que estar de vicio. Y oye, funciona. Pero en realidad esos barcos no existen. Y si habéis montado en uno y queréis decirlo en los comentarios, recordad que no es cierto, que lo más probable es que vuestro recuerdo sea un recuerdo introducido por Matrix y vuestra vida es una pura mentira. Y si tenéis la certeza de que no, que lo habéis vivido, tened la cortesía de guardaros el secreto para vosotros, que provocáis una envidia cosa mala en los demás, pobres mortales como tú, yo, el de ahí y el de al fondo, que no sólo no pasamos las vacaciones en barcos veleros, sino que tenemos cuerpos muy poco esculturales. Menos, por supuesto, usted, querido lector.


miércoles, agosto 29, 2007

Señales

Tartamundos Trotamudo, el genio diabólico responsable de Ínfulas, nos mandó hace un par de meses una foto que nos viene pintiparada para iniciar una nueva sección en este blog que llamamos casa: el de las señales tuneadas. Aquí tenemos la primera:


Se lee estupendamente, pero no me resisto a transcribirlo, porque ese es uno de los pequeños placers de mi vida, junto con las orgías con supermodelos brasileñas -próximamente en el Cerdo agridulce-:

Puede aparcar todo el mundo borracho (tiki-tiki)

El tiki-tiki del final nos indica probablemente que el Señalador Amateur actuaba en su propio beneficio. Me lo imagino con el guardia urbano mirándole con seriedad y él señalando la señal (sí, señalando la señal, qué pasa, es un recurso retórico, además el tío está borracho y no se fija en las redundancias y las cacofonías), señalando la señal, decía antes de que nos interrumpiera el paréntesis, y marchándose tranquilamente, silbando algo. Y el guardia mirando la señal y pensando: El caso es que hay algo raro en todo esto, aunque no sé qué es.

Queda para el futuro la propuesta de que todas las señales de España incorporen una pizarra vileda como la de la foto para que cada uno haga sus aportaciones. Pero claro, eso sería una idea nueva en la que se necesitaría coraje político. O coraje democrático, me hago un lío con esos adjetivos que se usan para todo y que no vienen a significar nada.


lunes, agosto 27, 2007

¿Haciendo nada o haciendo michelín?

Afirma en este blog mi Otra Mitad, Don Txiquitín Palomares, que durante el último mes nos hemos dedicado a hacer “nada”, bien en Menorca, bien en Madrid.

Pues bien, yo puedo afirmar que eso no se corresponde a la verdad (su tremenda afición a otear chavalas en bikini me impone hacerle un fuerte marcaje durante las vacaciones y le sigo a todas partes), pues si hay algo que hemos hecho durante estas vacaciones ha sido hacer cosas. Principalmente: 1) perseguir a una niña de dos años y medio y 2) comer.

No voy a hablar mucho del duro yugo que supone ser padre de un niño pequeño y sí de esa bonita (y vale, reconozco que cara) afición que tenemos este señor tan simpático y yo a visitar grandes restaurantes de la geografía española. Como sé de buena tinta que, en breve, habrá un post dedicado a nuestras aventuras gastronómicas en Menorca, me concentraré hoy en haceros partícipes de un interesante descubrimiento que hicimos camino de un pueblecito en Guadalajara. Estoy hablando de un estupendo restaurante llamado Amparito Roca.

Ni Txiqui ni yo habíamos oído hablar de Amparito Roca antes, pero gracias a esos sacrificados señores que recorren nuestro país y otros poniéndose ciegos y luego concediendo estrellitas/puntitos/soles/etc., supimos de su existencia y no nos lo pensamos dos veces para hacer una reserva. Amparito Roca tenía excelentes críticas, una carta repleta de platos con nombres tan sugerentes como “alubias nuevas con caldo de nécoras” o “lomo de lubina salvaje confitada a 64º en arbequina" y estaba al lado de la salida 55 de la A 2 (imprescindible cuando te pierdes con el coche hasta para ir a casa de tus padres).

Cuando te presentas en un lugar así (de los que se tarda en comer más de tres horas) con una menor de dos años y medio no te esperas que te hagan una fiesta de bienvenida y sí que te tuerzan el gesto y te castiguen en una esquina de cara a la pared. Caso contrario a lo que nos ocurrió en este restaurante, donde el mismisimo Jesús Velasco (dueño y jefe de cocina) estuvo todo el rato pendiente de lo que la niña podía comer y le faltó tiempo para mandar servir unas croquetas de jamón de aperitivo (increíble la única que probé) atendiendo a los caprichos de Julia.

Pero vamos a lo que vamos. Menú de degustación en Amparito Roca. Lo que más me gustó: Gazpacho de Buey de Mar (increíblemente suave), Chipirones sobre Tallarines, tinta y dos almendras (para ponerles un piso), Almejas con verduritas, trucha y aceite de cítricos (servidas con una copita de un vino blanco fresquísimo y más ligero que muchas aguas de este país), Arroz meloso con berberechos y pulpitos (a este le pondría un chalé, lo más de lo más), cremoso de chocolate con naranja y su crujiente, infusión fría de hierbas de la Alcarria con frutillas y, como colofón final, café servido con una exquisita selección de golosinadas y menudencias varias. Y todo ello servido por una troupé de camareros amable, solícita y nada pesada (personalmente, me pone muy nerviosa tener todo el rato a un camarero pendiente de mí) en una gran sala en la que las mesas estaban tan separadas que ni sentimos que varios comensales fumaban a la vez. Estoy segura de que hubo otras cosas destacables (porque la verdad es que era todo delicioso pero no recuerdo el “todo”) pero después de dos horas de estar sentada en una mesa la niña esa que es pariente mía ya estaba aburrida de coquetear con aquellos camareros y tuvimos que entretenerla y llevarla varias veces a los baños (muy bonitos, por cierto) para que coqueteara con otros camareros nuevos en el local. A mí eso me despistó del todo y tengo un par de nebulosas color gris niebla en mi memoria. Pero, repito, todo me pareció estupendo y chipendi lerendi.

En definitiva, con nosotros triunfaron y con Julia ni te cuento.

Después de tan maravillosa experiencia, regresamos a nuestro coche y nos dirigimos a vivir otra maravillosa experiencia en las fiestas de Albendiego. Pero esa es otra historia, ese es otro post…





viernes, agosto 24, 2007

Encuentre las siete diferencias

Lo que cambian las cosas de un año para otro. El año pasado, por ejemplo, veraneábamos en Portugal y lo normal es que al pasar cerca de un restaurante viéramos esto:

Muy bien todo, aparte lo de escribir percebes como perceves; pero es que los portugueses son así, con tal de dar la nota les da igual quedar como analfaburros.

Este año, en Menorca, también tropezábamos con carteles en los restaurantes que ofrecían sus productos, a ver si notáis la sutil diferencia:


Texto en tres idiomas y por si alguien no conoce los idiomas foto al canto, que aquí hay que asegurar el tiro. Esto va a ser que es lugar de turistas, ¿no? Lo es, lo es. Aquí están preparados para atender al extranjero; que podían aprender idiomas, pero donde esté un dedo para señalar el plato que se quiten esos inventos raros de los lenguajes. En fin, no creáis que me parece mal, a todos nos vendría mejor si en los restaurantes chinos apareciera una foto del plato. O aquella vez, hace años, que estuve en Budapest y pedí guachi guachi stropovna, que todavía no sé lo que es pero cuyo ardor aún hoy me acompaña en las noches de cielo raso -otro día, por cierto os cuento mi Teoría del Pollo Universal (c)-. Es más, ya me pongo revolucionario: en todos los restaurantes, incluidos los españoles para españoles, que te llevas unas sorpresas a veces que madre mía.

Lo que sí podrían estos hacer es cuidar un poco las fotos de los platos, que da cualquier cosa menos ganas de comer. Que no me entendáis mal: a mí la estética Plato Combinado me parece fantástica, me encantaría conocer a los que se ganaban la vida haciendo fotos de esas, hace treinta años. Pero coño, que estamos ya en otra época digital y tal. Arregla esos desvaídos.

En fin, será un caso aislado.


Que no lo es, claro, porque la ventaja competitiva de tener fotos de platos hay que tratar de eliminarla. Atención a las hamburguesas volantes de arriba.

Y cuando piensas que lo has visto todo en este tipo de publicidad gastronómica, zasca:


El monolito de platos. El tótem primordial. Las megachuletas con patatas de la base. En un momento parecíamos nosotros dos los monos de Kubrick con el monolito de 2001. ¡Oh, qué sobrecogedor descubrimiento! ¿Qué significará?

Pero a lo que interesa: ¿qué tal se come en esos sitios? Ay, amigos míos, no tenemos ni idea, que no entramos en ninguno. Nosotros somos demasiado listos para caer en sitios de estos de playa. O eso pensábamos.

(Continuará)

En el próximo episodio: Bea y don Álvaro se besan en el ascensor que conduce a la playa.

miércoles, agosto 22, 2007

Cuerpos esculturales en Menorca

A mí las playas la verdad es que me parecen un coñazo, no quiero engañarles a ustedes. No me gusta bañarme -en las del Norte o en el Atlántico ni lo intento, en el Mediterráneo a lo mejor me meto hasta la cintura un día de cada tres-; no soy de jugar a las palas ni de corretear ni de hacer castillitos. Así que cuando estoy en la playa me limito a dejar pasar el tiempo, pelearme con el periódico y la arena, darle conversación a Rebeca, correr tras mi hija y ver pasar a las chicas. Porque sí, yo dentro de algunos años seré un viejo rijoso de esos que babean detrás de las jóvenes con bikini, de esos que ponen fotos de chicas en la playa por internet. Así es, me pongo a tararear esta canción y a ver pasar chicas:



Bueno, la versión que yo tarareo es la de Walter Wanderley, pero os hacéis una idea.

Qué buenas perspectivas, ¿eh? Menorca. Jóvenes alemanas en bikini. Así me lo contaron a mí. Y me froto las manos y preparo la cámara y miro para un lado y al otro, al acecho de la presa, y me encuentro con esto:

Recreación dramática. Foto del archivo del autor.

En efecto, amigos. No hay jóvenes alemanas en Menorca, o estarán escondidas. Muy bien escondidas. Hay muchas inglesas, eso sí -como las de la foto-. Y hay portuguesas. Y españolas. Pero vamos, que si queríais ver fotos de chicas en bikini en el Cerdo agridulce, no es el día, amiguitos. Probad aquí mejor.

¿Y por qué os estoy haciendo perder el tiempo? Porque mi paciente espera oteando cuerpos serranos obtuvo su recompensa, aunque no en forma de núbil doncella:


¿Un gordo? ¿Eso es lo mejor que nos puede ofrecer el blog? No: es un gordo y su tatuaje casero, que no se distingue bien porque tuve que hacer la foto a escondidas -cualquiera se arriesga a que este tipo te pille haciéndole fotos-: del ombligo sale el dibujo de dos toscas manos, y un bocadillo que dice: Help! Lo mejor que he visto en tatuajes en toda mi vida. Excepto aquella vez que vi en el Metro a uno que llevaba tatuado en la espinilla:

Madre
solo
ay
una

Y eso es lo que han sido las vacaciones en cuanto a chicas.

lunes, agosto 20, 2007

Redacción: Mis vacaciones

Para nuestra desgracia, ya hemos vuelto de nuestras pequeñas vacaciones, y es en momentos como estos cuando nos acordamos de dos cosas:

1. Lo bonito que sería ser rico para poder vivir siempre de vacaciones (a ver qué tal las ventas de la novela de Rebeca).

2. Lo bien que se está sin hacer nada, aunque no seas rico.

Porque eso es lo que hemos hecho estos días: no hacer nada en Menorca, y no hacer nada en Madrid. Bueno, algo sí hemos hecho: sacar fotos para el Cerdo agridulce. Que hay que ver la cantidad de cosas curiosas que suceden a nuestro alrededor desde que tenemos blog.

Pero como en estos días me he aficionado a Yo soy Bea, en gran parte por la admiración que me producen los guionistas por su extraordinaria capacidad para estirar una trama hasta el infinito, vamos a ir contándolas poco a poco. Que no nos vamos a dar un atracón de trabajo el primer día.

Así que bienvenidos de nuevo a esta casa, disfruten de sus vacaciones si es que todavía les queda algo y recuerden que en los próximos días el Cerdo agridulce se llenará de emocionantes aventuras. ¡Pintadas indescifrables! ¡Chicas en bikini! ¡Gente tumbada a la bartola! ¡Colesterol por un tubo!



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