viernes, noviembre 30, 2007

A ver si pronto hago yo un anuncio así

A mí lo que más me preocupa en el mundo es no resultar cansino, le tengo pánico a ser cansino. Será complejo de inferioridad o algo, pero todo el rato me pregunto a mí mismo si soy cansino, y cuando ya me tengo harto, le pregunto a Rebeca. Oye, tú, ¿no estaré siendo cansino? No, qué va. ¿Seguro? Sí. ¿Pero seguro? Que sí. No lo dirás por hacerme callar... Que no. Tú si soy pesado me lo dices. Sí, no te preocupes. Que a mí lo que más me preocupa en el mundo es no resultar cansino, le tengo pánico a ser cansino. Ya, ya lo has dicho, al principio del párrafo. ¿Te parezco cansino si repito las cosas? No. Porque si te parezco cansino... ¿Quieres dejar de darme la brasa? ¿Te estoy dando la brasa, soy un pesado? No, cariño, digo que eres un brasa porque eres una estufita, una fuente de calor perfecta en estas largas noches de invierno. Ah. Pero cansino no. No.

En fin, que no me gusta ser cansino, y por eso, como habíamos hablado ya mucho de Heidi Klum, primero aquí, y luego lateralmente al hablar de su maridito, me había hecho el propósito de no volver a hablar de ella por lo menos hasta diciembre y alternar con otras cosas. Es el típico truco de las revistas esas de macizas como FHM o Maxim o GQ, te plantan un reportaje de una tía buena, luego otro de algo sin interés, luego otro de una tía buena, luego otro sin interés, etcétera, y así no resultan cansinos ni con una cosa ni con otra. Bueno, a mí lo que me han dicho, yo nunca he visto una revista de esas.

Pero la actualidad manda que es una barbaridad, y nos vemos obligados a hablar de Heidi una vez más. Veo en Llámame Lola que ha protagonizado un anuncio para el desfile de Victoria's Secret -desfile en el que también participa junto a otras mujeres perfectas pero menos lenguaraces-. Y en esta casa se habla de publicidad, así que aquí va:


Madre mía, ¿eh? Está bien que se lo tome con esa naturalidad, es muy refrescante ver cómo una mujer se magrea los pechos tranquilamente y bromea sobre ellos. No, espera, no era refrescante la palabra, cuál era. Cansino no. Otra. Excitante. Eso. En cualquier caso decía que está bien que se las tome con naturalidad; dicen en Llámame Lola, de hecho, que en una entrevista la Klum reconoció que había puesto nombre a sus pechos: Hans y Franz. Que sí. Tú haces muy bien, salá. Quizá un poco pasada. Pero seguro que a Seal le parece estupendo ver cómo su mujer juega con sus tetas delante de todo el mundo, y cómo luego se pasea vestida como una golfa con sus amiguitas que van también vestidas como golfas, en una retransmisión para toda América a través de la CBS, que es como decir para todo el planeta vía Torrent, mientras él está a pan y agua por lo del niño pequeño. ¿A ti qué te parece, Seal? ¿No contestas? No, claro que aún estás en el baño. Tranquilo. Esperamos. Tú tómate el tiempo que necesites.


miércoles, noviembre 28, 2007

Cuando un sabio señala la luna

En la última parte de su trilogía Tu rostro mañana, llamada Veneno y sombra y adiós, Javier Marías habla del complejo Kennedy-Mansfield, por JKF y Jayne Mansfield, personajes públicos cuya estruendosa muerte caló tanto en la opinión pública que acabó por ocultar el resto de su vida. Son personajes, en fin, en los que un solo suceso espectacular, el último además, oscurece todos los hechos anteriores, de manera que cada vez que pensamos en ellos pensamos ante todo en su muerte -a todo esto, la Mansfield murió decapitada en un accidente de coche, por si os lo preguntábais-.

De manera parecida, las vidas de algunos personajes públicos quedan oscurecidas por un hecho extravagante, mera anécdota cuya capacidad de atracción resulta tan poderosa que no se puede pensar en el personaje sin pensar en la anécdota. Incluso aunque el personaje sea un titán de las artes como Fernando Fernán Gómez y la anécdota una minucia como un acceso de mal humor.

Ya hablamos hace bastante tiempo de Fernán Gómez y ya entonces decíamos esto mismo: hay que ver que para hablar de Fernán Gómez tengamos que citar el "¡A la mierda!". Pero fíjense que ya entonces con la excusa de criticar ese detalle nos veíamos empujados a hablar de ese mismo detalle y nos regodeábamos en él. Lo mismo ha pasado en estos días en los panegíricos televisivos: incluso diciendo lo injusto que era recordarle por su cólera, acto seguido se emitían las imágenes en las que Fernán Gómez daba rienda suelta a su ira. ¿Por qué? Pues porque son dinamita televisiva, claro, treinta segundos espectaculares, sorprendentes incluso tras tantos años porque nos resultan inusuales, tan lejos están de lo que vemos habitualmente. Y porque a la gente le gusta ver a los famosos fuera de sí, supongo. Mi único recuerdo de Lola Flores, por ejemplo, es aquella escena mítica en la boda de su hija en la que gritaba a la muchedumbre: ¡Si me queréis, irse!. De la Pantoja me queda la hostia al cámara mientras gritaba Tú a mí no me grabas más. Y de Juancar acabaremos recordando el ¿Por qué no te callas?, supongo, más que lo del 23F.

Pero yo venía aquí a hablar de mi libro (guiño, guiño). Porque Umbral también era un hombre comido por la anécdota aquella con la Milá en la que protestaba porque no le hacían ni puto caso, el pobre. También al morir Umbral este año se repitieron de nuevo las imágenes en las que él estaba allí de promoción; vamos, ese momento en el que decía la verdad que nadie decía: que un escritor iba a la tele por pura necesidad promocional. Ya tiene años también ese vídeo -Mercedes Milá ni se imaginaba que acabaría haciendo Gran Hermano-. Y al igual que con estos dos casos, aquí tenemos otro:



El mineralismo va a llegaaaarrrr. En este caso concreto creo que la anécdota sí es superior a la obra. Tengo un amigo que decía que Fernando Arrabal no era apreciado en Francia, que era todo una mentira suya para darse bombo. La cuestión es que supongo que nos volverá a tocar verlo cuando se muera el protagonista, que por otra parte tiene ya 75 años. Queda poco, parece, suena crudo y siniestro pero es así. Y esto me lleva a preguntarme si es que no hay ya intelectuales jóvenes o maduritos que monten pollos en la tele. No vale Sánchez Dragó, que por increíble que parezca, tiene ya 71 castañas. Y no vale Boris Izaguirre, que aunque haya llegado a la final del Planeta, no es un intelectual. Si lo pienso durante un rato, en realidad no se me ocurre ningún intelectual que aparezca dispuesto a montarla en la tele. Se conoce que se han domesticado, o que saben del poder abrumador del medio y no se arriesgan: ni Millás ni Prada ni Etxeberría ni Freire ni Pombo ni dios dan una nota más alta que la otra. No quieren arriesgarse a que el día de su muerte les recuerden por ese momento en que salieron vestidos de pitufos, o completamente endrogados o mientras azotaban a una pilingui en el culo. Claro que si no se les recuerda por eso quizá no llegue a recordárseles nunca en la tele.


miércoles, noviembre 21, 2007

Esto pasa por ver la tele

Lo malo de estar en casa todo el día, cambiando pañales o no, es que al final te ves medio obligado a poner la televisión de vez en cuando, no sé yo muy bien por qué, pero así es. Y tampoco es que hagas mucho caso al runrún, pero de vez en cuando miras y te quedas hechizado por esos programas que están a todas horas en el que la gente habla a gritos, ya saben ustedes cuáles. Bueno, el caso es que el otro día, ayer o anteayer, miro a la tele, y veo imágenes de los recién divorciados y un subtítulo que decía:

Jaime de Marichalar ha sacado buen partido de la Infanta Elena

Y pienso: qué hijos de puta, qué chacales. Es que en cuanto se han separado se han lanzado como hienas a hablar de las ventajas que ha obtenido Marichalar por ser quién es, ya saben: consejero en Loewe, y en Winterthur y en no sé qué constructora, y en tal otro sitio. Qué canallas, pienso, bien que os callabais cuando aún era de la Familia Real, pero en cuanto se separa ahí a hurgar en la herida. Y pienso también: pues sí que ha perdido la Corona que en cuanto flaquea un poco la cosa se abalanzan sobre ella, esto con Franco no hubiera pasado. En cualquier momento, me digo, empiezan a hablar del ataque y los rumores y la cocaína, y no sé qué. Y a todo este trajín de pensar no hacían más que poner imágenes de la Infanta Elena, que decía yo, si estás hablando de Marichalar, a qué pones imágenes de la otra. Y de pronto caigo, ay. No están destapando los enchufes y criticándolos, sino diciendo que Marichalar ha mejorado el estilo de la Infanta Elena. Que está mucho más guapa, que ha sacado todo su potencial. Que le ha sacado partido. Ay, válgame. Que no estaban atacando, sino dando jabón. Y mientras dale que te pego con fotos de estas:



Bueno, tampoco es que me haya esmerado mucho buscando las fotos, pero vamos, del estilo. Que habrá alguna que no sea culpa de Marichalar:

Pero en cualquier caso está claro que la chica no es aún Heidi Klum, hay que confiar por el bien de la economía española que Marichalar haga mejor el trabajo de consejero que de estilista. Porque por mucho que los pelotas de los periodistas lo digan, yo no aprecio mejora. Claro que no hay más que mirar al sujeto, y fíjense que no pongo bermudas ni cosas raras:

¿Y cómo acabó la cosa? Pues no sé, volví a los pañales, que tampoco hay tanta diferencia. Y me quedé pensando que ojalá Marichalar hubiera sacado buen partido de la Borbón -me refiero al segundo partido, no sacar provecho, que eso ya-. Anda que no habría sido maravilloso que de un tiempo a esta parte la Infanta Elena hubiera aparecido en las comparecencias públicas así:


Con peineta española, si hubiera querido, pero así. Que igual pensáis que la imagen no viene muy a cuento. Ya. Pero así al menos nos quitamos el mal sabor de boca -por la noticia, digo-.

sábado, noviembre 17, 2007

Desembarco en Normandía

Si ya se han leído los comentarios del post anterior, este seguramente no tiene mucho sentido, pero para los que no lo hayan hecho, he aquí una exposición de lo que ha pasado en los últimos días.

El domingo pasado parecía un día normal y corriente. Pero de pronto empezó a pasar algo raro. Y nos fuimos aquí:


Con muy buen criterio, porque lo siguiente que sucedió, durante algunas horas, fue esto:


Luego hubo también un poco de esto:


Con este simpático resultado final:


Como el desembarco fue abrupto -aka cesárea- comprobamos lo rematadamente mal que se come en los hospitales, y lo desesperantes que resultan:


Hasta que finalmente nos dieron permiso para volver a casa. Desde entonces, un resumen de nuestra semana viene a ser más o menos esto:


Sin olvidarnos de esto:


Ni esto, claro:


Y por supuesto sin dejar de lado esto:


Y eso es todo, amiguitos. Unamos a estos acontecimientos que se nos ha estropeado el ordenador en casa y comprenderéis porque estos últimos días hemos mantenido un silencio tan sospechoso. Con la de cosas que hay que comentar en el mundo y la de cosas bonitas que hemos visto por esos lares. Pero tranquilos, que en breves momentos se restablecerá nuestra programación habitual.

Gracias a todos por vuestras felicitaciones, sois gente realmente maja. Así no nos extraña que vengáis por aquí a menudo.

viernes, noviembre 09, 2007

Misterios insondables que no se investigan

Ahora que ha pasado algún tiempo desde ciertos sucesos podemos reflexionar sobre la cantidad de cosas que desconocemos en la vida y que, qué raro, no se desvelan. Por ejemplo, ¿por qué Seal, el marido trempado de Heidi Klum, tiene esa cara tan rara?


House diría que es por Lupus, y oye, esta vez tendría razón, es por lupus, el chico tuvo la enfermedad y eso provoca esa distorsión facial.

Segundo misterio: ¿por qué han desaparecido de internet las fotos en las que se ve el torso desnudo de Seal? Me he visto obligado a poner una foto conceptual para atender a las múltiples peticiones de los lectores del blog, que aquí otra cosa no, pero se escucha a los lectores:


Tercera pregunta: ¿cómo es posible que Seal no ponga en su web ninguna foto de su señora? Esto huele a crisis, amigos. No pasa nada, ya estoy yo aquí para arreglarlo:

Se me han colado otras dos churris, qué putada. Perdonen las molestias.

Cuarta pregunta: si Seal tiene una cuenta en Flickr, ¿cómo es posible que no salga su señora en ninguna foto? No, no es la tercera pregunta otra vez, porque son webs distintas. ¿Por qué no hacen como hacemos todos en Flickr, osea, colgar fotos porno de sus andanzas en la cama? No os preocupéis, también arreglo eso:

Bueno, no he podido, no soy tan poderoso. Pero fíjaos en esa cara de contento: ese tío ha mojado. Osea que os he puesto el postcoitum, no está mal.

Y quinta pregunta: ¿por qué haces eso, hombre, que te vas a caer?

En realidad iba a hablar de otra cosa en este artículo, pero al final me he liado. Próximamente en el Cerdo Agridulce: otros misterios insondables que resolvemos.

lunes, noviembre 05, 2007

El Mile High Klum

Ya sabrán ustedes, gracias a la astuta campaña de publicidad que no tiene apariencia de publicidad de Singapur Airlines, que aunque hay espacio de sobra en el Airbus 380 como para poner una cama doble, aparte de otros lujos, está terminantemente prohibido tener sexo en el avión, para no molestar a los demás pasejeros. En fin, otros se gastan millones en hacer una campaña para anunciar un producto de lujo, y en cambio a estos les basta con deslizar una nota de prensa para que el quinto poder les haga el trabajo sucio.

Que no me lo creo yo que estén dos millonarios en pleno negocio -negocio no de hacerse millonarios; el otro tipo- y aparezca la azafata para decirles que dejen de darle al émbolo. Si son tan millonarios como para gastarse el dineral que cuesta un pasaje, yo estoy seguro de que la azafata más que interrumpirles se une a ellos, como servicio especial de la compañía. Que a este tipo de clientes hay que mimarlo.

No sé, aparte, cuántos millonarios están dispuestos a gastarse una pasta gansa para que luego no les dejen entrar en el Mile High Club, ya saben, ese club al que se entra cuando has follado a más de una milla de altura -parece ser que a esa distancia del suelo las sensaciones son tremendas; lo mismo que los gintonic-.
No hay nada peor que no poder hacer algo que quieres hacer, especialmente si lo que quieres hacer es follar. Que se lo digan a Seal, el cantante ese que, según contábamos ya en los comentarios del anterior artículo, está mohíno porque no se refocila lo suficiente con su mujer, Heidi Klum. Pongo el texto de la noticia completa tal y como la vimos:
SIN APENAS VIDA SEXUAL. La modelo Heidi Klum y su marido, el cantante Seal, tienen serios problemas para poder practicar sexo. Y es que su hijo pequeño, Johan, de 11 meses, no parece muy dispuesto a dejar la habitación de sus padres para dormir en una propia. La pareja tiene dos hijos, Johan y Henry, de dos años, además de una niña de tres años fruto de una relación anterior. "Ésta es la vez desde que estoy con Heidi que más tiempo lleva sin estar embarazada, por lo que ha recuperado su cuerpo y es realmente apetecible", explica un 'desesperado' Seal.
Dice Angua que Seal debería encontrar apetecible a Heidi Klum, embarazada o no, y tiene razón. Pero imagínense que están ustedes casados con alguien que en sus condiciones habituales luce así:

Modelo no-embarazada

Una mujer que de vez en cuando lleva con garbo sombreros de cowboy, con lo que nos pone eso a los hombres:

El sombrero está en la parte de arriba

Una mujer que pone posturas raras mientras te mira:

Fíjense cómo reverberella.

Y que se pasea por casa vestida en lencería fina que además le sale de gratis porque para eso pasea ella los modelos de cada temporada:

Vamos, que la tienes ahí, a tu alcance; y no está embarazada ya y por tanto está lo más cerca posible de la perfección física, en su pura plenitud. Y estáis casados y os lleváis bien, vamos, que no hay crisis ni leches. "Es realmente apetecible", comenta Seal, en vez de decir lo que realmente piensa: "¡Groaaarrrrr! ¡Grrrr! ¡Aarrgggh! ¡Umpppfh!". Pero no mojas, y eso te desespera hasta el punto de que hasta se lo cuentas al quinto poder para que a su vez lo expanda por el mundo. Mal de muchos consuelo de tontos, piensa Seal. Yo no follo con Heidi, pero vosotros tampoco, pringaos. Y a lo mejor algún día yo sí lo consigo de nuevo, no como vosotros. Pringaos, insisto. Sólo faltaba que un día cogieras un vuelo con Singapur Airlines y sus camas dobles y una azafata te dijera que te estés quietecito. Vamos, que no lo estarías, ahora que tienes la oportunidad única de entrar en el Mile High Klum (qué largo se me ha hecho el artículo hasta que he llegado a este chiste).

¿Y a dónde quiero ir a parar? Pues que algo raro pasa entre los dos; que si no están dale que dale no es por los niños, porque una fuerza desencadenada no hay quien la pare, por muy azafata que sea. Y que Heidi no te quiere, Seal, te lo tengo que decir con sinceridad. Porque si una mujer te tiene a pan y agua pero encuentra tiempo para disfrazarse así, es que algo se cuece en Dinamarca, o como sea la frase de Corín Tellado:

Ese tiempo hay que emplearlo en cosas más útiles, Heidi. Que esto tiene un curro que no se hace en diez minutos. Véase el detalle:

Con su maquillaje, sus incisivos felinos, muy logrado. Y mientras Seal en el cuarto de baño, claro. Preparándose para la fiesta, quiero decir. Que a vosotros en cuanto se os deja un mínimo resquicio para los micrófonos os lanzáis. De qué iría disfrazado Seal. No se sabe. Bueno, no lo he buscado, no tengo interés, la verdad. Yo me quedo con el disfraz de gata de Heidi, que está como obsesionada con él, ya en algún otro momento se puso uno parecido, también con gestitos:

¿Le hará esto Heidi a Seal cuando estén en el avión? ¿Quién va a resistirse? Aunque seas una azafata, no les interrumpirías, bastante mal lo ha pasado ya el chico. Y además que los demás pasajeros tampoco se van a quejar. Vamos, yo no lo haría.
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