miércoles, diciembre 19, 2007

Descacharrante

Creo que este vídeo, que hemos descubierto en Escolar, es uno de los vídeos más divertidos que he visto en mucho tiempo:



Me encanta la cara del tipo cuando busca una salida; casi le estoy viendo abriendo puertas cegadas, hasta que acaba por encontrar la que parece buena y no, amigo, no era una excusa buena, gracias por participar pero no cuela.

Aparte del rostro de hormigón armado que gasta el gachó y de la valentía de la periodista al poner el dedo en la llaga (¿por qué no hacemos eso aquí en España, que los políticos torean periodistas afeitados?) hay que pensar en ese momento en el que el ministro, a salvo ya en el coche oficial, respiró profundamente y se preguntó: ¿habré quedado como un gilipollas? Pues verá, señor ministro, cómo le diría yo... Él estará dándole vueltas a lo que podía haber dicho en aquel momento, haciendo uso del ingenio de escalera del que hablaba no ha mucho Luisru, que no sabemos si es mucho o poco, eso es verdad.

Porque podía haber salido airoso del compromiso, una vez que la periodista le preguntó por Louis Vuitton y los zapatos Gucci, si tan sólo se le hubiera ocurrido decir cosas como, no sé, como estas mismas:

Yo... el capitalismo... el canibalismo... el mineralismo va a llegaaaaaaarr...

¿Qué culpa tengo yo de que los venezolanos de mierda no sean capaces de hacer corbatas en condiciones?

¿Usted en qué periódico trabajaba?

Ah, cómo, ¿pero es que Luis Buitón no es venezolano? ¿Francés? ¡Pero qué demonios...! ¿Dónde está mi asesor?

Dejamos un espacio amplio en los comentarios para que nos digan, con todo el tiempo del mundo, cómo habrían salido ustedes del aprieto.

martes, diciembre 11, 2007

Próximamente en las mejores estanterías

Si sois fieles seguidores de este blog sabréis que últimamente no me prodigo mucho en esto de escribir. Primero el culpable ha sido un embarazo letárgico, que me ha inducido hormonas de la vagancia más absoluta en cantidades industriales. Luego, ha sido la maternidad, que me ha robado lo que me quedaba de vida (y de cerebro). Actualmente, mi día a día es un vórtice que podríamos resumir en el siguiente esquema:

Dar teta-cambiar pañal-intentar que el bebé se duerma-dar teta-cambiar pañal-intentar que el bebé se duerma- dar teta- cambiar pañal-intentar que el bebé se duerma…

Y así hasta el infinito y más allá. O peor, porque en los escasos huecos que tengo libres, me toca atender a otra niña de tres años. Como imaginaréis cuando tengo un minuto libre en lo último que pienso es en escribir aquí cuando puedo hacer otras cosas como comer, dormir, ducharme y leer libros de autoayuda para superar la locura. Pero hoy no podía dejar de hacerlo. Bueno, en realidad, lo tenía que haber hecho el viernes pasado y hoy es martes, pero así están las cosas. Y es que el viernes pasó una cosa muy especial. Errr… bueno, en realidad, tenía que haber pasado el miércoles pero ya sabemos cómo funciona este país de mal y no digamos las empresas de mensajería y el paquete que tenía que haber llegado de nueve a once de la mañana el miércoles llegó sin avisar el viernes a las dos y media de la tarde.

-Es que me venía mal venir hasta aquí –me dijo el mensajero de MRW (si tenemos algún lector de la compañía MRW que, por favor, nos explique para qué llaman para concretar una cita con el receptor. En fin).

Como estoy hasta las trancas de hormonas femeninas mi intuición de la idem funciona que te pasas y aún sin tener noticias del interior del sobre, ya sabía qué me iba a encontrar en el interior. ¿Vosotros no?

Efectivamente. Era un bolsito negro como este. Oh, oh. Oh, Dios mío. DIOS MÍO. OHHHHHHH.



Y vosotros diréis: “pues no es para tanto, Rebeca, bonita. Desde aquí parece un bolso negro de tela o más bien, una antítesis de los bolsos de Louis Vuitton. Qué fácil lo tiene el Sr. Palomares para comprarte algo para Reyes si un bolso de tela te hace tanta ilusión”. Vale sí, era un bolso de tela, pero lo importante estaba en el interior. Vamos, esto:


Tengo mi propia campaña de marketing directo. ¡Toma pastillas de goma!

Es decir, el Avance Editorial de “Sabrina: 1 – El Mundo: 0”. La repanocha.

La editorial me había enviado una muestra de lo que estaba enviando a distribuidores, libreros, comerciales, etc. del país. Como diríamos en el sector publicitario “una campaña de pre-lanzamiento con material promocional de primera calidad que nos dará notoriedad y nos aupará a una victoria de bla, bla, bla, objetivos de marketing cumplidos, distribución total super-multi-mundial, mucha pasta para todos y la gloria y tal...". Como soy una escritora novel y todo esto es nuevo para mí os imaginaréis la ilusión que me hace. Y es que ¡¡tengo mi propio folleto publicitario!! Toda la vida murmurando maldiciones de los folletos que tenía que escribir y ahora alguien ha escrito uno para mí donde se dicen cosas tan fantásticas como "una hilarante sátira sobre el mundo de la publicidad", "la primera novela chick-lit ambientada en España" y "apoyo promocional". Palabras que me abruman todas y me hacen sonrojar durante los escasos veinte segundos que mis hijas me dejan libre para pensar en la que se me viene encima. Pero hasta el 12 de febrero, fecha de lanzamiento, no sabremos cómo termina esta historia.

O cómo empieza...

lunes, diciembre 03, 2007

La historia de amor más bonita del mundo, o así

Me envía Gellar, lectora atentísima de este blog desde casi el mismo principio (fue aquel el tercer artículo), pero que se prodiga poco, una hermosísima pintada que encontró en una farola de su barrio:



Esta farola pertene a Luxo? Es su ex? Fdo. Luxo.

Así es el amor, amigos. Aparte de que trastoca la capacidad de la gente -se pregunta a sí mismo en tercera persona, como César y Maradona, sobre la farola; y qué exótico es ese "pertene", me ha dejado loco- hace que los que lo sufren no reparen en las dificultades. Qué más da que ella sea una farola y tú un chico con un rotulador, nada se interpone a nuestro amor; si hay barreras, las salto. Da un poco de mal rollo porque el tipo considera a la farola de su pertenencia (¿La golpeará por las noches cuando no le ilumine como a él le gusta?) pero su desgarrado grito de hombre abandonado ("Es su ex?" se pregunta roto de dolor) nos muestra un hombre inseguro que palidece ante la visión de su amada, que teme que la farola le abandone para iluminar prados más verdes. Ay, Luxo. En tu nombre se contiene la virtud de tu amada, así de dentro la llevas -metafóricamente-. Es el amor, sí, el amor, que nos mata y nos da la vida, por el que sufrimos y gozamos.

El amor de un hombre por su farola.

El amor.

Yo no tengo más palabras, pero afortunadamente, él sí:

viernes, noviembre 30, 2007

A ver si pronto hago yo un anuncio así

A mí lo que más me preocupa en el mundo es no resultar cansino, le tengo pánico a ser cansino. Será complejo de inferioridad o algo, pero todo el rato me pregunto a mí mismo si soy cansino, y cuando ya me tengo harto, le pregunto a Rebeca. Oye, tú, ¿no estaré siendo cansino? No, qué va. ¿Seguro? Sí. ¿Pero seguro? Que sí. No lo dirás por hacerme callar... Que no. Tú si soy pesado me lo dices. Sí, no te preocupes. Que a mí lo que más me preocupa en el mundo es no resultar cansino, le tengo pánico a ser cansino. Ya, ya lo has dicho, al principio del párrafo. ¿Te parezco cansino si repito las cosas? No. Porque si te parezco cansino... ¿Quieres dejar de darme la brasa? ¿Te estoy dando la brasa, soy un pesado? No, cariño, digo que eres un brasa porque eres una estufita, una fuente de calor perfecta en estas largas noches de invierno. Ah. Pero cansino no. No.

En fin, que no me gusta ser cansino, y por eso, como habíamos hablado ya mucho de Heidi Klum, primero aquí, y luego lateralmente al hablar de su maridito, me había hecho el propósito de no volver a hablar de ella por lo menos hasta diciembre y alternar con otras cosas. Es el típico truco de las revistas esas de macizas como FHM o Maxim o GQ, te plantan un reportaje de una tía buena, luego otro de algo sin interés, luego otro de una tía buena, luego otro sin interés, etcétera, y así no resultan cansinos ni con una cosa ni con otra. Bueno, a mí lo que me han dicho, yo nunca he visto una revista de esas.

Pero la actualidad manda que es una barbaridad, y nos vemos obligados a hablar de Heidi una vez más. Veo en Llámame Lola que ha protagonizado un anuncio para el desfile de Victoria's Secret -desfile en el que también participa junto a otras mujeres perfectas pero menos lenguaraces-. Y en esta casa se habla de publicidad, así que aquí va:


Madre mía, ¿eh? Está bien que se lo tome con esa naturalidad, es muy refrescante ver cómo una mujer se magrea los pechos tranquilamente y bromea sobre ellos. No, espera, no era refrescante la palabra, cuál era. Cansino no. Otra. Excitante. Eso. En cualquier caso decía que está bien que se las tome con naturalidad; dicen en Llámame Lola, de hecho, que en una entrevista la Klum reconoció que había puesto nombre a sus pechos: Hans y Franz. Que sí. Tú haces muy bien, salá. Quizá un poco pasada. Pero seguro que a Seal le parece estupendo ver cómo su mujer juega con sus tetas delante de todo el mundo, y cómo luego se pasea vestida como una golfa con sus amiguitas que van también vestidas como golfas, en una retransmisión para toda América a través de la CBS, que es como decir para todo el planeta vía Torrent, mientras él está a pan y agua por lo del niño pequeño. ¿A ti qué te parece, Seal? ¿No contestas? No, claro que aún estás en el baño. Tranquilo. Esperamos. Tú tómate el tiempo que necesites.


miércoles, noviembre 28, 2007

Cuando un sabio señala la luna

En la última parte de su trilogía Tu rostro mañana, llamada Veneno y sombra y adiós, Javier Marías habla del complejo Kennedy-Mansfield, por JKF y Jayne Mansfield, personajes públicos cuya estruendosa muerte caló tanto en la opinión pública que acabó por ocultar el resto de su vida. Son personajes, en fin, en los que un solo suceso espectacular, el último además, oscurece todos los hechos anteriores, de manera que cada vez que pensamos en ellos pensamos ante todo en su muerte -a todo esto, la Mansfield murió decapitada en un accidente de coche, por si os lo preguntábais-.

De manera parecida, las vidas de algunos personajes públicos quedan oscurecidas por un hecho extravagante, mera anécdota cuya capacidad de atracción resulta tan poderosa que no se puede pensar en el personaje sin pensar en la anécdota. Incluso aunque el personaje sea un titán de las artes como Fernando Fernán Gómez y la anécdota una minucia como un acceso de mal humor.

Ya hablamos hace bastante tiempo de Fernán Gómez y ya entonces decíamos esto mismo: hay que ver que para hablar de Fernán Gómez tengamos que citar el "¡A la mierda!". Pero fíjense que ya entonces con la excusa de criticar ese detalle nos veíamos empujados a hablar de ese mismo detalle y nos regodeábamos en él. Lo mismo ha pasado en estos días en los panegíricos televisivos: incluso diciendo lo injusto que era recordarle por su cólera, acto seguido se emitían las imágenes en las que Fernán Gómez daba rienda suelta a su ira. ¿Por qué? Pues porque son dinamita televisiva, claro, treinta segundos espectaculares, sorprendentes incluso tras tantos años porque nos resultan inusuales, tan lejos están de lo que vemos habitualmente. Y porque a la gente le gusta ver a los famosos fuera de sí, supongo. Mi único recuerdo de Lola Flores, por ejemplo, es aquella escena mítica en la boda de su hija en la que gritaba a la muchedumbre: ¡Si me queréis, irse!. De la Pantoja me queda la hostia al cámara mientras gritaba Tú a mí no me grabas más. Y de Juancar acabaremos recordando el ¿Por qué no te callas?, supongo, más que lo del 23F.

Pero yo venía aquí a hablar de mi libro (guiño, guiño). Porque Umbral también era un hombre comido por la anécdota aquella con la Milá en la que protestaba porque no le hacían ni puto caso, el pobre. También al morir Umbral este año se repitieron de nuevo las imágenes en las que él estaba allí de promoción; vamos, ese momento en el que decía la verdad que nadie decía: que un escritor iba a la tele por pura necesidad promocional. Ya tiene años también ese vídeo -Mercedes Milá ni se imaginaba que acabaría haciendo Gran Hermano-. Y al igual que con estos dos casos, aquí tenemos otro:



El mineralismo va a llegaaaarrrr. En este caso concreto creo que la anécdota sí es superior a la obra. Tengo un amigo que decía que Fernando Arrabal no era apreciado en Francia, que era todo una mentira suya para darse bombo. La cuestión es que supongo que nos volverá a tocar verlo cuando se muera el protagonista, que por otra parte tiene ya 75 años. Queda poco, parece, suena crudo y siniestro pero es así. Y esto me lleva a preguntarme si es que no hay ya intelectuales jóvenes o maduritos que monten pollos en la tele. No vale Sánchez Dragó, que por increíble que parezca, tiene ya 71 castañas. Y no vale Boris Izaguirre, que aunque haya llegado a la final del Planeta, no es un intelectual. Si lo pienso durante un rato, en realidad no se me ocurre ningún intelectual que aparezca dispuesto a montarla en la tele. Se conoce que se han domesticado, o que saben del poder abrumador del medio y no se arriesgan: ni Millás ni Prada ni Etxeberría ni Freire ni Pombo ni dios dan una nota más alta que la otra. No quieren arriesgarse a que el día de su muerte les recuerden por ese momento en que salieron vestidos de pitufos, o completamente endrogados o mientras azotaban a una pilingui en el culo. Claro que si no se les recuerda por eso quizá no llegue a recordárseles nunca en la tele.


miércoles, noviembre 21, 2007

Esto pasa por ver la tele

Lo malo de estar en casa todo el día, cambiando pañales o no, es que al final te ves medio obligado a poner la televisión de vez en cuando, no sé yo muy bien por qué, pero así es. Y tampoco es que hagas mucho caso al runrún, pero de vez en cuando miras y te quedas hechizado por esos programas que están a todas horas en el que la gente habla a gritos, ya saben ustedes cuáles. Bueno, el caso es que el otro día, ayer o anteayer, miro a la tele, y veo imágenes de los recién divorciados y un subtítulo que decía:

Jaime de Marichalar ha sacado buen partido de la Infanta Elena

Y pienso: qué hijos de puta, qué chacales. Es que en cuanto se han separado se han lanzado como hienas a hablar de las ventajas que ha obtenido Marichalar por ser quién es, ya saben: consejero en Loewe, y en Winterthur y en no sé qué constructora, y en tal otro sitio. Qué canallas, pienso, bien que os callabais cuando aún era de la Familia Real, pero en cuanto se separa ahí a hurgar en la herida. Y pienso también: pues sí que ha perdido la Corona que en cuanto flaquea un poco la cosa se abalanzan sobre ella, esto con Franco no hubiera pasado. En cualquier momento, me digo, empiezan a hablar del ataque y los rumores y la cocaína, y no sé qué. Y a todo este trajín de pensar no hacían más que poner imágenes de la Infanta Elena, que decía yo, si estás hablando de Marichalar, a qué pones imágenes de la otra. Y de pronto caigo, ay. No están destapando los enchufes y criticándolos, sino diciendo que Marichalar ha mejorado el estilo de la Infanta Elena. Que está mucho más guapa, que ha sacado todo su potencial. Que le ha sacado partido. Ay, válgame. Que no estaban atacando, sino dando jabón. Y mientras dale que te pego con fotos de estas:



Bueno, tampoco es que me haya esmerado mucho buscando las fotos, pero vamos, del estilo. Que habrá alguna que no sea culpa de Marichalar:

Pero en cualquier caso está claro que la chica no es aún Heidi Klum, hay que confiar por el bien de la economía española que Marichalar haga mejor el trabajo de consejero que de estilista. Porque por mucho que los pelotas de los periodistas lo digan, yo no aprecio mejora. Claro que no hay más que mirar al sujeto, y fíjense que no pongo bermudas ni cosas raras:

¿Y cómo acabó la cosa? Pues no sé, volví a los pañales, que tampoco hay tanta diferencia. Y me quedé pensando que ojalá Marichalar hubiera sacado buen partido de la Borbón -me refiero al segundo partido, no sacar provecho, que eso ya-. Anda que no habría sido maravilloso que de un tiempo a esta parte la Infanta Elena hubiera aparecido en las comparecencias públicas así:


Con peineta española, si hubiera querido, pero así. Que igual pensáis que la imagen no viene muy a cuento. Ya. Pero así al menos nos quitamos el mal sabor de boca -por la noticia, digo-.

sábado, noviembre 17, 2007

Desembarco en Normandía

Si ya se han leído los comentarios del post anterior, este seguramente no tiene mucho sentido, pero para los que no lo hayan hecho, he aquí una exposición de lo que ha pasado en los últimos días.

El domingo pasado parecía un día normal y corriente. Pero de pronto empezó a pasar algo raro. Y nos fuimos aquí:


Con muy buen criterio, porque lo siguiente que sucedió, durante algunas horas, fue esto:


Luego hubo también un poco de esto:


Con este simpático resultado final:


Como el desembarco fue abrupto -aka cesárea- comprobamos lo rematadamente mal que se come en los hospitales, y lo desesperantes que resultan:


Hasta que finalmente nos dieron permiso para volver a casa. Desde entonces, un resumen de nuestra semana viene a ser más o menos esto:


Sin olvidarnos de esto:


Ni esto, claro:


Y por supuesto sin dejar de lado esto:


Y eso es todo, amiguitos. Unamos a estos acontecimientos que se nos ha estropeado el ordenador en casa y comprenderéis porque estos últimos días hemos mantenido un silencio tan sospechoso. Con la de cosas que hay que comentar en el mundo y la de cosas bonitas que hemos visto por esos lares. Pero tranquilos, que en breves momentos se restablecerá nuestra programación habitual.

Gracias a todos por vuestras felicitaciones, sois gente realmente maja. Así no nos extraña que vengáis por aquí a menudo.

viernes, noviembre 09, 2007

Misterios insondables que no se investigan

Ahora que ha pasado algún tiempo desde ciertos sucesos podemos reflexionar sobre la cantidad de cosas que desconocemos en la vida y que, qué raro, no se desvelan. Por ejemplo, ¿por qué Seal, el marido trempado de Heidi Klum, tiene esa cara tan rara?


House diría que es por Lupus, y oye, esta vez tendría razón, es por lupus, el chico tuvo la enfermedad y eso provoca esa distorsión facial.

Segundo misterio: ¿por qué han desaparecido de internet las fotos en las que se ve el torso desnudo de Seal? Me he visto obligado a poner una foto conceptual para atender a las múltiples peticiones de los lectores del blog, que aquí otra cosa no, pero se escucha a los lectores:


Tercera pregunta: ¿cómo es posible que Seal no ponga en su web ninguna foto de su señora? Esto huele a crisis, amigos. No pasa nada, ya estoy yo aquí para arreglarlo:

Se me han colado otras dos churris, qué putada. Perdonen las molestias.

Cuarta pregunta: si Seal tiene una cuenta en Flickr, ¿cómo es posible que no salga su señora en ninguna foto? No, no es la tercera pregunta otra vez, porque son webs distintas. ¿Por qué no hacen como hacemos todos en Flickr, osea, colgar fotos porno de sus andanzas en la cama? No os preocupéis, también arreglo eso:

Bueno, no he podido, no soy tan poderoso. Pero fíjaos en esa cara de contento: ese tío ha mojado. Osea que os he puesto el postcoitum, no está mal.

Y quinta pregunta: ¿por qué haces eso, hombre, que te vas a caer?

En realidad iba a hablar de otra cosa en este artículo, pero al final me he liado. Próximamente en el Cerdo Agridulce: otros misterios insondables que resolvemos.

lunes, noviembre 05, 2007

El Mile High Klum

Ya sabrán ustedes, gracias a la astuta campaña de publicidad que no tiene apariencia de publicidad de Singapur Airlines, que aunque hay espacio de sobra en el Airbus 380 como para poner una cama doble, aparte de otros lujos, está terminantemente prohibido tener sexo en el avión, para no molestar a los demás pasejeros. En fin, otros se gastan millones en hacer una campaña para anunciar un producto de lujo, y en cambio a estos les basta con deslizar una nota de prensa para que el quinto poder les haga el trabajo sucio.

Que no me lo creo yo que estén dos millonarios en pleno negocio -negocio no de hacerse millonarios; el otro tipo- y aparezca la azafata para decirles que dejen de darle al émbolo. Si son tan millonarios como para gastarse el dineral que cuesta un pasaje, yo estoy seguro de que la azafata más que interrumpirles se une a ellos, como servicio especial de la compañía. Que a este tipo de clientes hay que mimarlo.

No sé, aparte, cuántos millonarios están dispuestos a gastarse una pasta gansa para que luego no les dejen entrar en el Mile High Club, ya saben, ese club al que se entra cuando has follado a más de una milla de altura -parece ser que a esa distancia del suelo las sensaciones son tremendas; lo mismo que los gintonic-.
No hay nada peor que no poder hacer algo que quieres hacer, especialmente si lo que quieres hacer es follar. Que se lo digan a Seal, el cantante ese que, según contábamos ya en los comentarios del anterior artículo, está mohíno porque no se refocila lo suficiente con su mujer, Heidi Klum. Pongo el texto de la noticia completa tal y como la vimos:
SIN APENAS VIDA SEXUAL. La modelo Heidi Klum y su marido, el cantante Seal, tienen serios problemas para poder practicar sexo. Y es que su hijo pequeño, Johan, de 11 meses, no parece muy dispuesto a dejar la habitación de sus padres para dormir en una propia. La pareja tiene dos hijos, Johan y Henry, de dos años, además de una niña de tres años fruto de una relación anterior. "Ésta es la vez desde que estoy con Heidi que más tiempo lleva sin estar embarazada, por lo que ha recuperado su cuerpo y es realmente apetecible", explica un 'desesperado' Seal.
Dice Angua que Seal debería encontrar apetecible a Heidi Klum, embarazada o no, y tiene razón. Pero imagínense que están ustedes casados con alguien que en sus condiciones habituales luce así:

Modelo no-embarazada

Una mujer que de vez en cuando lleva con garbo sombreros de cowboy, con lo que nos pone eso a los hombres:

El sombrero está en la parte de arriba

Una mujer que pone posturas raras mientras te mira:

Fíjense cómo reverberella.

Y que se pasea por casa vestida en lencería fina que además le sale de gratis porque para eso pasea ella los modelos de cada temporada:

Vamos, que la tienes ahí, a tu alcance; y no está embarazada ya y por tanto está lo más cerca posible de la perfección física, en su pura plenitud. Y estáis casados y os lleváis bien, vamos, que no hay crisis ni leches. "Es realmente apetecible", comenta Seal, en vez de decir lo que realmente piensa: "¡Groaaarrrrr! ¡Grrrr! ¡Aarrgggh! ¡Umpppfh!". Pero no mojas, y eso te desespera hasta el punto de que hasta se lo cuentas al quinto poder para que a su vez lo expanda por el mundo. Mal de muchos consuelo de tontos, piensa Seal. Yo no follo con Heidi, pero vosotros tampoco, pringaos. Y a lo mejor algún día yo sí lo consigo de nuevo, no como vosotros. Pringaos, insisto. Sólo faltaba que un día cogieras un vuelo con Singapur Airlines y sus camas dobles y una azafata te dijera que te estés quietecito. Vamos, que no lo estarías, ahora que tienes la oportunidad única de entrar en el Mile High Klum (qué largo se me ha hecho el artículo hasta que he llegado a este chiste).

¿Y a dónde quiero ir a parar? Pues que algo raro pasa entre los dos; que si no están dale que dale no es por los niños, porque una fuerza desencadenada no hay quien la pare, por muy azafata que sea. Y que Heidi no te quiere, Seal, te lo tengo que decir con sinceridad. Porque si una mujer te tiene a pan y agua pero encuentra tiempo para disfrazarse así, es que algo se cuece en Dinamarca, o como sea la frase de Corín Tellado:

Ese tiempo hay que emplearlo en cosas más útiles, Heidi. Que esto tiene un curro que no se hace en diez minutos. Véase el detalle:

Con su maquillaje, sus incisivos felinos, muy logrado. Y mientras Seal en el cuarto de baño, claro. Preparándose para la fiesta, quiero decir. Que a vosotros en cuanto se os deja un mínimo resquicio para los micrófonos os lanzáis. De qué iría disfrazado Seal. No se sabe. Bueno, no lo he buscado, no tengo interés, la verdad. Yo me quedo con el disfraz de gata de Heidi, que está como obsesionada con él, ya en algún otro momento se puso uno parecido, también con gestitos:

¿Le hará esto Heidi a Seal cuando estén en el avión? ¿Quién va a resistirse? Aunque seas una azafata, no les interrumpirías, bastante mal lo ha pasado ya el chico. Y además que los demás pasajeros tampoco se van a quejar. Vamos, yo no lo haría.

viernes, octubre 26, 2007

El artículo de ciencias que estabais esperando.

O por lo menos, un artículo en el que, a falta de ciencia (porque una es de letras), se usa el, ejem, método científico para sacar conclusiones de algo.

Aunque ese algo vaya sobre sexo (que algo de ciencia tiene, aunque mucho más de magia).

O, más concretamente, sobre lo último de lo último en tecnología de juguetes sexuales. O lo que nos depara el sexo en el futuro.


Resulta raro que estando como estoy a punto de explotar a causa de un embarazo a término bastante prolongado me ponga a escribir yo un artículo sobre sexo. Porque, y supongo que ustedes todos lo comprenderán, el sexo es lo que tengo yo aparcado justo en el último rinconcito del cerebro. Pero dado el clamor popular (pesada eres, Angua) y dado que el Señor Palomares tiene exceso de trabajo me inmolaré en honor de todos ustedes y le daré cuerda a este asunto.

Estando como estoy, sin nada que hacer más que mirar los programas matinales y leer a tutiplén, cayó el otro día en mis manos el último número de la revista Cosmopolitan versión UK. Como el sexo es lo último que tengo yo en la cabeza (¿esto lo he dicho ya antes, no?) pero una nunca le hace ascos a reciclar su inglés y necesitaba un asunto de ciencias urgentemente no tuve ningún problema en leerme la revista de cabo a rabo. Y hete aquí que me topé con este artículo maravilloso, digno de estar también en la revista Science, en Muy Interesante y en otras revistas de su calaje y prestigio internacional. El artículo en cuestión se titulaba “Sex go Sci-Fi”. ¿Puede haber un título más científico que ese? Un amplio recorrido sobre las novedades más novedosas en juguetes electrónicos (y no tan electrónicos) sexuales que la escritora Lauren Henderson no había dudado en testar por activa y por pasiva durante unas vacaciones siguiendo el método científico más escrupuloso. Reconozco que el tema en cuestión no sólo me llamó la atención por la seriedad y profesionalidad con la que se trataba sino también porque abría ante mí un mundo de posibilidades, siendo la nº1: llegaré yo a ser una escritora famosa? y la nº2: me encargará entonces el Cosmopolitan testar juguetes sexuales?

Bien, como de momento no tenemos respuestas para estas preguntas, seguiremos con este ensayo en cuestión. Antes de comenzar, Lauren Henderson establece unos parámetros de valoración y somete a los distintos aparatos a pruebas de practicidad, comodidad, usabilidad, estética y funcionamiento de cada uno. Las conclusiones son apabullantes:


1.- El “vibrating rock chick” de www.lovehoney.co.uk.

Precio: 29,99 libras.

Estética: Es bonito, es morado, qué cosa más mona. ¿Qué decían que era esto?

Funcionamiento: El extremo suave de la “c” que forma este vibrador se introduce parcialmente en el interior de la mujer hasta que alcanza el “punto G” mientras que la parte rugosa acaricia el clítoris. ¿Lo dicen en serio? Según la autora un botón de apagado-encendido no vendría mal, lo que me lleva a imaginar que el ensayo científico alcanzó unos derroteros poco científicos. Algo relacionado con que el marido de la autora salió corriendo del baño asustado pensando que se había amputado algún miembro.

Usabilidad: Le pone un cero al aparato y luego añade “¿Para que tener un perro y ladrar tú mismo?” A lo mejor el refrán en inglés tiene otro significado. A lo mejor no. Nunca lo sabremos.

Puntuación final: Un 5, aunque supongo que después del fracaso como aparato sexual, el aprobado se lo da como objeto susceptible de decorar el aparador de un hogar moderno.

2.- El “Intimate Caress Clitoral Pump” de www.lovehoney.co.uk

Precio: 26,99 libras.

Aspecto: Es una mezcla entre una pequeña escafandra de ducha y el sacamocos que usan los padres con los bebés.

Funcionamiento: Se coloca la parte de la escafandra en el clítoris de la mujer y con la perita de aire se succiona bien la zona para aumentar la presión sanguínea. Traducción: te pellizcan ahí mismo hasta cortarte la respiración.

Usabilidad: Lauren Henderson asegura que ni siquiera llegó a acercarse al Gran O. ¿Quién puede cuando está al mismo tiempo apretando una perilla de aire que le succiona parte del riego sanguíneo? La autora recurrió a su marido para tan noble tarea, pero ambos tuvieron la impresión de estar inflando los neumáticos de su coche y no de estar teniendo una sesión de sexo loco.

Puntuación final: Otro 5, todavía no sé por qué, probablemente porque esta mujer es aficionada a los colores morados y rosados.

3.- El “chin dildo”, donde “chin” es “barbilla” de www.lovehoney.co.uk


Precio: 23,99 libras.

Aspecto: Pe, pe, pe… pero, pero… ay, Diossssssssssssssss Mio.

Funcionamiento: La imagen habla por sí sola. Y demasiado.

Usabilidad: En el mundo real creo que ninguna. La autora no se atrevió a probarlo. Su marido salió huyendo despavorido. Ninguna amiga lesbiana quiso saber del asunto. El autor del invento adujo que estaba bajo los efectos de no-sé-qué drogas.

Puntuación final: La autora estaba demasiado asustada para probarlo. Le da un "0" por darle algo.


4.- El “dil stik dildo pleaser” de www.lovehoney.co.uk.
Precio: 29,99 libras.


Aspecto: Me recuerda a un juguete que tenía de pequeña, una especie de saltador con un muelle al final. Pero este no sirve para saltar sino para cabalgar. Es un palo de metal con un acabado de latex en un extremo y unas gomas abrazaderas en el otro.

Funcionamiento: Agonizante, en palabras de la autora. Se supone que tienes que colocarte las abrazaderas en los tobillos y colocarte sobre el extremo de latex y luego subir y bajar, subir y bajar las piernas para que la cosa esa entre y salga, entre y salga... Lauren Henderson recomienda tomar clases de yoga para usar este aparato. También recomienda fervientemente ver el vídeo ilustrativo de la página web. Hacedlo. Espero que a esos actores porno les hayan pagado bien. Sabía que el mundo de la pornografía era duro, pero no tanto... Además, parecen tan aburridos como funcionarios poniendo sellos.

Usabilidad: Jajajajajajajajaja.

Puntuación final: ¡¡Un –1!!


4.- Las "Vibraciones Vortex" de www.lovehoney.co.uk


Precio: 32,99 libras.

Aspecto: Mi madre tiene una cosa parecida en casa con la que hace la limpieza general y abrillanta los azulejos.

Funcionamiento: El aspecto no va desencaminado porque este modernísimo aparato se conecta, ay caramba, al aspirador de casa y te permite elegir entre varias posibilidades de, ejem, succionamiento. Lauren Henderson recomienda ser especialmente escrupuloso con la velocidad que seleccionas en el aspirador o ser especialmente escrupuloso y hacerse una depilación de la zona integral. No es necesario que explique más, ¿verdad?

Usabilidad: Una vez me leí un libro de Asimov titulado "Los robots del amanecer" en el que una de las protagonistas termina montándoselo con un robot. Esto podría ser un claro antecedente de lo que esta por venir en este siglo. Aún así, no veo yo muy sexy el hecho de enchufarte el aspirador a tus partes. Pero, ¿qué voy a decir yo? si estoy embarazada hasta las trancas. Recomiendo ver la entrevista que se hace al creador de este invento. ¿Cuáles serán sus motivaciones reales? Seguro que este tipo oculta algo.

Puntuación final: La tipa le da un 6 porque al final dice que consiguió llegar al orgasmo, a pesar de que tuvo que llamar a su marido para que sujetase el aspirador entre sus piernas. Conociéndome como me conozco si tuviera que pedirle a mi marido que sujetase el aspirador entre mis piernas no podría evitar pedirle también que le diera un repasito a los bajos de la cama y a las pelusas que se organizan bajo ella.

En fin, señores, que dado mi estado les pido que tomen ustedes sus propias conclusiones sobre que nos depara el sexo en el futuro y sobre las terribles consecuencias de pedir a los colaboradores de El sabor del cerdo agridulce que escriban cosas sobre ciencia. Esto es lo que pueden esperar.

lunes, octubre 22, 2007

Anuncios raros

De vez en cuando la gente me pregunta por anuncios que ve en la tele y que no entiende, a ver si yo soy capaz de iluminarles. ¿Qué quiere decir tal marca con eso del daltónico? Usualmente mi sabia respuesta es: No tengo ni puta idea. ¿Pero por qué se hacen esos anuncios tan raros?, me preguntan. ¿Raros?, digo yo. Eso no son anuncios raros son imcomprensibles. Para raros los que se hacen por ahí, por ejemplo el que yo pensaba que era el anuncio más raro de la historia:



No me diréis que no molan las ardillas que hablan. Yo quiero ser esa ardilla.

Decía que pensaba que ese era el anuncio más raro que había visto nunca, si descontamos los de civilizaciones bizarras como la india, la tailandesa, la japonesa o la marfileña -otro día hablamos de esos anuncios-, mucho más raro que ese del gorila que tocaba la batería que vimos hace poco, pero me encuentro en un muy recomendable blog, el de Diseñadores y publicitarios, un anuncio de una marca de caramelitos que me ha dejado con la boca abierta un buen rato:





Me he acordado enseguida de otro anuncio que no es tan raro pero que no me resisto a compartir:



Nota mental: hablar otro día de FedEx.

Bueno, decía que el anuncio ese de la barba me ha parecido lo más bizarro que había visto nunca, y me he puesto a investigar otros ejemplos de esa campaña de publicidad. Y, claro, los he encontrado. Parece ser que después de 20 años haciendo anuncios con magos en un mundo de fantasía, la marca, que pertenece a Mars, decidió dar un giro en su comunicación, con anuncios como este:



Y como este:




Ya son raritos, pero no es nada comparado con lo que vendría después, con la marca lanzada hacia el surrrrrrrealiiiisssmooooo:



Aunque aún mantenían la cordura en algunos anuncios:



Para después volver a perder la cabeza:



No deja de ser curioso que un producto como este sea capaz de dar pie a anuncios como estos que estamos viendo y a otros como este, proveniente del otro extremo de la Galaxia:



O este otro que a ustedes les va a poner los pelos como escarpias:



Lo que les gusta a las madres esas pirámides de oro, cuánto daño hizo la posguerra. Dirán ustedes que en realidad el producto no es el mismo, ni el público al que va dirigido y por tanto no es comprable. Es verdad, era un sucio truco para que ahora, cuando vean este otro anuncio de Skittles, el contraste sea mayor:



Por mi parte este último se gana el premio al anuncio más marciano de los últimos tiempos. Anda que vaya panorama. Cambiar un conejo por los Skittles. ¡Con lo mal que canta ese conejo!

Conclusión: qué de mentes enfermas hay detrás de todo este negocio. Especialmente en el caso de los de Ferrero Rocher.

miércoles, octubre 17, 2007

Cosas por las que discutimos mi chica y yo

Mil Millington es un escritor inglés cuya columna en un periódico de esos escritos en el idioma klingon tenía un gran éxito. Casado con Margret, una mujer alemana de fuerte carácter, en las columnas Millington relata las múltiples discusiones que mantiene Pel Dalton, el protagonista, con su esposa alemana Ursula. Fíjense en las coincidencias, qué sospechosas. ¿Es su columna autobiográfica, señor Millington?, preguntaban los periodistas, a los que les encanta preguntar a cualquier escritor si su obra es autobiográfica, quién sabe por qué.

Bien, el caso es que las columnas que escribía Millington -y que aquí publica una revista femenina, no sé si Marie Claire o Elle- eran los desternillantes relatos de cada discusión que sostenían Pel y Úrsula sobre prácticamente cualquier tema imaginable. ¿Cuál es la mejor forma de cortar un kiwi? ¿Por qué siempre te dejas el cartón de leche abierto? ¿Hay que pegar a los niños? ¿Vamos a comprarnos un coche? ¿Se dice polla o pilila? La vida de Pel y Úrsula es una continua discusión llena de pequeñas victorias y derrotas, un ejemplo de esgrima verbal humorística de la mano de gente a la que le encanta discutir por cualquier minucia.

Millington decidió dar el salto a la novela y adaptó el pequeño formato de las columnas para transformarlas en una novela: Cosas por las que discutimos mi chica y yo (en el enlace se pueden leer las primeras páginas de la novela). Buscó un hilo conductor que le permitiera seguir desarrollando sus pequeños sketches sobre la guerra de los sexos. El problema es que ese hilo conductor -hay dos, en realidad: los problemas con la casa familiar y los problemas de Pel cuando su jefe se fuga de su empresa, facilitando su ascenso pero poniéndole en manos de las Triadas chinas- no resulta convincente, ni tiene la fuerza necesaria. En realidad Millington no ha escrito una novela sino una colección de escenas con una leve ligazón entre ellas. Como cuando Martes y Trece hacían una película, que era un recurso para mostrar sus chistes, uno tras otro, aunque no tuvieran nada que ver entre ellos. O como las primeras películas de Woody Allen. A Millington, como a Woody Allen, no le funciona la estructura de la obra; pero aún así tiene pasajes, y perdonad una vez más mi francés, descojonantes. Hay momentos brillantes en Cosas por las que discutimos mi chica y yo, que hacen que te retuerzas de risa. Y no es poco.

Por lo demás, es un libro ligerito sin ninguna intención de pasar a la posteridad, y está muy bien que sea así, que se lee de un tirón, se disfruta y acto seguido se olvida. Y que además logra que al mismo tiempo te sientas identificado y agradecido por vivir una vida en pareja más tranquila que la de los protagonistas.

domingo, octubre 14, 2007

Lávalo, guarro

¿Se acuerdan de cuando pusimos la foto de la furgoneta sucia en la que alguien se había dedicado a calentarle la oreja a José Ignacio, alias el Mamut? Esta foto era, para los desmemoriados y los vagos:

Pues resulta que no eran vándalos, sino artistas (yo siempre lo sospeché). Sí, artistas que pintan en la roña del coche. Como el tipo que descubrí en Rag & Bone, un sujeto que se dedica a dibujar obras en arte en las polvorientas lunas de los coches. Como lo oyen. Y así, lo mismo se dibuja una Mona Lisa de enigmática sonrisa como esta:


O se dibuja un retrato del señor ese que sale en tantas fotos con la lengua fuera:


Hasta ahora las cosas eran más o menos fáciles, pero, ¿puede nuestro artista reproducir el mejor cuadro de todos los tiempos, esto es, Perros jugando al póker? Sí, puede:


Su página está llena de ejemplos de dibujos en coches, particularmente en Minis y Mazdas. Vamos, que el tío tiene un Mini y lo enguarra para poder pintar sobre él, lo limpia y luego lo vuelve a enguarrar. Y pinta y lo limpia y lo enguarra. Y así eternamente hasta que alguien le compre el Mini y le ponga plásticos protectores o lo meta en un lugar donde la lluvia no pueda alcanzarlo, por ejemplo el Guggenheim. Y quién habrá que lo compre. Y si nadie lo compra, ¿de qué vivirá? Claro, como Van Gogh, a ustedes también se les ha ocurrido la comparación. Pero si Van Gogh viviera hoy día, aunque no vendiera ningún coche siempre podría hacer merchandising o cosas para publicidad o salir en blogs importantes. Vamos, que hay dinero. E igual algún día Nike le paga un pastizal por hacer una campaña de publicidad con algún deportista famoso de protagonista, por ejemplo Ronaldinho:

Que no ha pasado, pero tal vez pase en el futuro, cosas más raras se han visto. Y si no es con esto tal vez sea con las esculturas de arena en la playa. Bueno, voy a dejar de dar ideas gratis, pero si veis algo así en la tele en un futuro próximo, ya saben: yo debería llevarme un diez por ciento.

lunes, octubre 08, 2007

De buen rollito

Mientras tanto, en uno de tantos portales de la Villa y Corte:


Falta poner el "Coño", pero, vamos, se aprecia en el subtexto. Eso sí, luego damos las gracias. Que otra cosa no, pero aquí nos han enseñado que hay que ser educados.

miércoles, octubre 03, 2007

Tensión sexual no resuelta

Válgame qué días. Resuelta que se nos ha muerto la Miss Moneypenny de las películas de James Bond, y aunque aquí no somos muy aficionados a los obituarios, a menos que sean de reyes gordos, vamos a dedicarle un sentido homenaje, porque en esta casa siempre hemos sido unos románticos y una de nuestras máximas ilusiones era que Bond y Moneypenny acabasen en el altar -qué disgusto cuando Bond se casó; menos mal que enviudó de inmediato, quedando de nuevo disponible-.

Siempre me gustó Moneypenny porque flirteaba con Bond de una manera habilidosísima, llena de inteligencia, y se notaba que al mismo tiempo está deseando vivir con Bond una aventura pero se mantenía a distancia. Ella era una chica decente, vamos, que soportaba resignada las escaramuzas sexuales de 007 sabiendo que tarde o temprano él caería en sus brazos. Eso también formaba parte de la fantasía masculina, claro: te acuestas con cientos de mujeres estupendásticas y neumáticas y luego te casas con la fiel esposa, aunque no sea morena. No era tan despampanante como Ursula Andress o Martine Beswick -tampoco la vimos nunca en bikini-, pero daba igual. Descartadas las tías macizas porque con esas un hombre no se casa, que luego resulta que son unas golfas, quedaban Moneypenny y Rosa Klebb, y claro, no había color (qué mujer tan siniestra, por cierto, la tal Rosa Klebb, qué miedito daba).


¿Y Bond? Pues Bond también quería jaleo, quién se resistiría a aquella inteligencia afilada y a ese encantador rostro, pero ella lo mantenía a una correcta distancia, porque cuando cayera sería para llevar una alianza en el dedo. Y así seguía la cosa película tras película, mientras iba creciendo esa cosa que ahora se llama Tensión Sexual No Resuelta, que es la base primordial de cientos de novelas y series y películas, y de la que entonces, cuando éramos tiernos infantes, no habíamos oído hablar, aunque ya estaba presente en la mayor parte de lo que veíamos, incluyendo, qué sé yo, Banner y Flappy. Pero con Bond lo comprendimos, comprendimos que había atracción mutua y un obstáculo que impedía la conexión -que Bond era un follador nato, básicamente-, y supimos que habría de pasar mucho tiempo hasta que Moneypenny y 007 desfilaran bajo la marcha nupcial.

Desde entonces le tenemos una especial simpatía a todas las secretarias que aman a su jefe -aunque Bond no era el jefe de Moneypenny, pero ustedes me entienden-, porque están atrapadas en esa Tensión Sexual No Resuelta, como le pasa por ejemplo a la Velda de Mike Hammer, que pasa ampliamente de ella, ¿se acuerdan? Aquí la intro de Mike Hammer, que era otro seductor profesional -sí, es un eufemismo-, donde se ve brevemente a la pobre Velda/Lindsay Bloom, que esta tenía menos esperanzas que Moneypenny y se limitaba a babear detrás de Stacy Keach y decirle: Oh, Mike, ten cuidado, mientras él se refocilaba con todo tipo de mozas de escote generosísimo (eso sí que eran series y no lo de ahora). La pobre. Como la secretaria de la canción:



Y un poquito enamoraaaaaadaaaa. Descanse en paz, Miss Moneypenny.

lunes, octubre 01, 2007

Señales y artículos chafados

Ahora que hablábamos de artículos chafados por la realidad, me he acordado de uno de los grandes miedos del bloguero: los artículos que son chafados por otros blogueros, porque ahora parece que si un tipo que no conoces de nada escribe sobre ornitorrincos en un blog que conoces mínimamente, ya no puedes escribir sobre ornitorrincos. Algo parecido nos pasa a los publiciteros, que en cuanto alguien saca un mono en un anuncio los monos quedan prohibidos para tres o cuatro años; o eso o de pronto es obligatorio sacar un mono, los publiciteros somos así de irracionales.

En fin, decía que me acordaba de artículos chafados porque de las vacaciones de Menorca estaba pendiente aún un artículo sobre señales curiosas. Iba a empezar por esta críptica señal:


No sé si ustedes la pillan. Yo al principio pensaba que era una hélice, o un misil con una hélice, o un avión raro, y entonces me preguntaba por qué prohibían los reactores en las piscinas. Ah, que estábamos en una piscina, misterio resuelto, claro, qué listos son ustedes. Pero es que yo estaba de vacaciones y con el cerebro bajo de actividad, gracias a Dios. Y aparte que quién se va a poner a pensar en que va a haber alguien con el más mínimo interés en prohibir que se dejen las toallas en las hamacas. Y vaya toalla, además, se ha lucido el dibujante.

En fin, que pensé en escribir algo sobre la señal, así de bajo tenemos el nivel en el Cerdo agridulce, máxime porque en esa misma piscina había otra señal:


Qué agobio, madre. Se va uno de vacaciones, baja a la piscina y le fríen a prohibiciones e indicaciones de cómo comportarse. Qué horror y qué maldición. Bueno, pues iba a pensar en algo que escribir, y vaya tema, dirán ustedes, pues sí, vaya tema, pero con menores mimbres hemos hecho cestos fabulosos en esta casa, ya se nos ocurrirá algo. El caso es que estábamos pensándolo -yo, al menos, que Rebeca no se sabe por dónde anda o qué piensa- cuando de repente en uno de esos blogs estupendásticos que visitamos con toda la frecuencia que podemos, El callejón de los gatos (no sé qué hacen aquí en vez de allí, la verdad), nos enteramos de que Anitab y Luisru han vuelto de vacaciones de Viena y Praga y han hecho unas cuantas fotos, entre las cuales destacamos la siguiente del edificio de correos checo:

Pulsa para aumentar el tamaño, que merece la pena, de verdad.

Eso sí que son prohibiciones y no las chorras que habíamos visto nosotros. Prohibidos los móviles. Prohibidas las pistolas. Prohibidas las cámaras. Prohibido hablar raro (¿algún traductor de checo en la sala?). Prohibidos los helados (o tal vez Prohibido Havok, con la señalética nunca se sabe). Prohibidos los perros. Vigile a la gente. Cuidado con los hombres en gabardina (o tal vez: Zona reservada para los agentes dobles). Prohibidas las bicicletas. Vamos, un poco de todo, para asegurarse de que los ciudadanos están adecuadamente acojonados con la arbitrariedad de las normas, algunas de ellas muy razonables -la de las pistolas- y otras claramente por tocar los huevos -la de los helados-.

Así que una vez que habíamos encontrado estas estupendas señales escribir sobre las nuestras nos parecía absurdo, además de poco original: el artículo a la porra, como el de la Vane. Pero Luisru tuvo la cortesía de mandarnos esta otra señal en vez de aprovecharla él mismo:


En efecto, No mee de pie. Cómo son estos checos, de verdad, de verdad, de verdad.

lunes, septiembre 24, 2007

No dejes que la realidad te estropee una entrada

Estábamos nosotros en Albendiego, un pueblecito de Guadalajara, respirando el aire fresco de agosto en aquella zona, cuando empezamos a oír que la noche siguiente había actuación en el pueblo, que estaba en fiestas. Teniendo en cuenta que el pueblo tiene unos treinta habitantes -creo que me paso por lo alto-, era como para tener miedo, pero los paisanos estaban realmente emocionados: ¡Que viene la Vane!, nos decían. Mañana por la noche, la Vane, nos decían. Esto es una tradición de las fiestas del pueblo, la actuación estelar de la Vane, nos decían, aunque no con estas palabras porque casi nadie dice estelar en estos tiempos.

De inmediato a mí se me representó una imagen mental de la Vane. Cómo sería para que tuviera a todo el pueblo así de alborotado:

No sé cómo se llama, pero seguro que no es Vane.

Pero la verdad es que las cantantes de orquesta-charanga que van a los pueblos no están tan buenas, son más bien del estilo jamonar, rizos rubios teñidos, tres tallas menos de toda la ropa y tres tallas más de cuerpo, en fin, no disimulen que saben de qué estoy hablando. Cuál fue nuestra sorpresa cuando al día siguiente nos encontramos el pueblo totalmente empapelado con estos carteles (bueno, había tres carteles):


Yo, honestamente, fue verlo y acordarme de ustedes: pedazo artículo para el Cerdo Agridulce, pensé. Fíjense qué cartel, qué pose, qué texto, qué foto, qué nombre, qué sé yo. Hice un plan: fotos de la Vane en plena actuación, tal vez un vídeo. Fotos de los desalmados padres que la llevaban de pueblo en pueblo en actuaciones que comenzaban a las diez de la noche. ¡Vaya horas para una niña! Por no hablar del hecho de vestirla así, claro. Cuando llegara a Madrid tendría que googlear a la Vane, a ver si había salido de Lluvia de estrellas o de Menudo es mi niño o algo así y era famosa para todo el mundo menos para mí. Y ya empecé a escribir mentalmente el artículo, porque aunque ustedes se crean que yo estas tonterías las escribo en diez minutos antes de acostarme, se equivocan, aquí hay un sufrido trabajo de campo y mucha elaboración mental. Y estaba yo pensando en el enfoque que tendría el artículo, que constaría de varios comentarios jocosos sobre el cartel -impagable la descripción de "más alta que Joselito"- y luego una reflexión sobre qué estamos haciendo con nuestros hijos, el poder de la televisión, la supervivencia de Bertín Osborne, bueno, esas cosas.

Pasó el día mientras yo iba pergeñando el artículo y llegó la noche. Y con la noche, el desastre. Era todo mentira. No había niña. Tampoco había jamona que cantara las canciones pachangueras de estas de pueblo en fiestas. Había, en cambio, una chica de treinta años que cantaba playbacks de las coplas señeras, y con mucho movimiento de la bata de cola se movía en el escenario exagerando cada verso. Aquí la prueba, acompañada de un maromo para Tatuaje:

La Vane es la de la izquierda

Y poco más. Mi gozo en un pozo, el artículo deshecho de principio a fin por la crueldad de los del pueblo -cuántas molestias para engañar a cuatro forasteros, como sean tan concienzudos con todo conquistan el mundo-, veinte coplas sobreactuadas ante la indiferencia de los vecinos, que tampoco es que bailasen mucho ni nada, la que podía haber sido una estrella de la canción -la Vane de seis años- pura y malévola fantasía de los organizadores.

Pero, ¿y si mantenía la última parte en la ignorancia? Pensadlo, el artículo está casi escrito, hay un cartel, qué más pruebas quieren. ¿Quién iba a pillarme? Nadie del pueblo va a leer el Cerdo agridulce. O puedo decir que yo me acosté pronto, ¿cómo iba a a imaginar que la niña no era niña sino señora, que la grasia mi arma, ele, no era tal sino alguna especie de broma privada que nadie que no fuera del pueblo podía entender? ¿Tenía derecho la realidad a estropearme un artículo estupendo? Si en los periódicos de verdad lo hacen, ¿por qué no yo?

Y nada, al final, ya lo veis, decidí no escribir ese artículo y en cambio contar lo que sucedió de verdad. Luego, por la mañana, aprovechando que estaban todos de resaca, degollé a todos los habitantes y reduje el pueblo a cenizas. Pero eso es ya es otra historia.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...