jueves, septiembre 21, 2017

Afrofuturos

Me envió con suma cortesía la editorial 2079, a través de Javi de Ríos, un ejemplar de Afrofuturos, una antología de "distopías para reexaminar el pasado y cuestionar el presente, desde una perspectiva afrodescendiente".



Tenía curiosidad por leer ciencia ficción africana porque tengo muy poco conocimiento de la literatura de esa región, más allá de algunos autores de Sudáfrica que no sé si son muy representativos del continente. Ya es curioso ignorar por completo tan vasto territorio. Esta antología viene a paliar, aunque sea de una manera pequeña, tal desconocimiento.

El volumen consta de cinco relatos que exploran con diferentes sensibilidades mundos no muy lejanos, ajenos a la space opera o de la Humanidad en el año 45.678. Me ha sorprendido no encontrar temas o acercamientos característicos, como sí sucede cuando leo ciencia ficción de asiáticos o descendientes de asiáticos (Ken Liu, Alyssa Wong). No sé qué esperaba, la verdad, no tenía nada concreto en la cabeza, pero creía que habría algo de, perdonadme la expresión, negritud, y no he sido capaz de reconocerlo.

Tras un inicio vacilante (no me gustó el primer relato, un largo diálogo que me pareció algo inocente como obra narrativa), el volumen gana vuelo con el segundo cuento, un fascinante relato de Sheree Renée Thomas sobre una bailarina profesional que presta sus movimientos a la cantante pop de fama mundial. Inquietantemente cercano a lo que sucede ahora, muy Black Mirror (es difícil no comparar la literatura prospectiva con Black Mirror últimamente), al igual que sucede con el relato que cierra el libro, Para chicas digitales que beben tónica en el bar cuando Purple rain no basta, de Itasha L. Womack, una especie de cuento cyberpunk posmoderno. Dos autoras que creo que merece la pena seguir porque incluso en pocas páginas demuestran que tienen algo especial, una visión distinta y un estilo sencillo pero inspirador que me da produce cierta envidia.

Los otros dos relatos, Continuum, de Zak Waweru, y La última transmisión, de Ivor W. Hartmann, son eficaces y bien tramados pero están por debajo del nivel de los otros dos para mi gusto.

Echadle un ojo porque creo que a pesar de que puede asustar al principio por lo específico de la propuesta (en plan "vamos a ver un ciclo de cine checoslovaco de los años 50) en realidad los temas que se tratan son universales y la manera de abordarlos muy accesible.


jueves, agosto 03, 2017

El apagón, de Connie Willis

Acabo de terminar de leer El apagón y Cese de alerta, la novela de Connie Willis sobre unos viajeros en el tiempo que se quedan atrapados durante el Blitz londinense.



En realidad es una única novela dividida en dos tomos, de manera que si los queréis comprar hay que leer los dos volúmenes: el primero se corta abruptamente a mitad de la historia y el segundo empieza sin contexto y sería incomprensible sin el primero.

En esta casa somos muy fans de Connie Willis, ya lo decíamos en los albores del Cerdo agridulce (por ejemplo aquí), así que aconsejamos su lectura por las razones de siempre: personajes con los que te encariñas, una trama que parece inconexa hasta que todo se va hilando como por arte de magia (qué buena es esta mujer haciendo tapices), documentación exhaustiva, niños horribles que son maravillosos, etcétera. Eso sí, le sobran páginas y páginas y páginas. En total la novela son como mil doscientas y en muchos momentos da sensación de ser repetitiva.

jueves, abril 20, 2017

Joyas de la Wikipedia: El misterio de la Feria del Libro Antiguo y Ocasión

¡Hola! Cuánto tiempo, ¿eh? Las risas que nos hacíamos antes todos juntos.

Yo soy muy fan de la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Madrid, y mucho más de su entrada en la Wikipedia. Hail Wikipedia!

Que un lugar dedicado a atesorar el conocimiento humano a servir de juez supremo en las discusiones de sobremesa decida dejarse de precisión y de datos para introducir un poco de misterio y de indirectas me parece maraviglioso. Por ejemplo:



"Por razones que van implícitas en su nombre". Qué maravilla. Qué forma de decir: hay que ser muy tonto para no imaginarse las razones de su notable asistencia. Qué formidable manera de insinuar cosas pero sin decirlas claramente.

Pero es que un poco más tarde lleva esta práctica al extremo:


Tres tradiciones, tres: la primera y la segunda. ¿Y la europea? ¿Cuál es la tercera? ¿Cuál sería la gracia si te lo dijéramos? ¿Dónde quedaría el misterio, el dulce misterio de la vida?

¡Y con qué sutileza entrecomilla "tradiciones"! Como diciendo: vaya tradiciones de mierda. No se les puede llamar ni tradiciones.

Y nos despedimos con uno de esos clásicos pies de foto que me sulibellan:

Una joven otea, que es un verbo muy adecuado porque estamos hablando de libros, amigos. Es un verbo muy literario y la joven otea. Cual halcón peregrino. No digo cual buitre porque no le veo la nariz, pero porbablemente estaría bien usado, porque los que vamos a la Feria nos pasamos la tarde oteando (segunda acepción de la RAE) como carroñeros en busca del cadáver de un libro (que esté descatalogado o a pelo puta; expresión esta también muy literaria).

La Feria del Libro Antiguo y de Ocasión se inaugura el día 30 de abril. Pasaos por allí. Y recordad que hay que donar a la Wikipedia. Porque la Wikipedia es, lo he dicho muchas veces pero no me importa repetirme, no me importa repetirme, no me importa repetirme, un gigantesco acto de amor.

lunes, enero 02, 2017

Niños hijosdeputa


Ah, los niños. Hay que quererlos, porque así nos lo dice la sociedad. Pero a veces uno duda.

Me gusta que los carteles de prohibiciones tengan muchos colores.

Feliz año.


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