Hemos estado en Edimburgo, ciudad bella como pocas y que les recomendamos vivamente. Para visitar Edimburgo en condiciones lo mejor es mirar una web de esas en las que les indicarán los monumentos a visitar y dónde mataron a la Queen Mary y todas esas cosas, pero no nos resistimos a enseñarles algunas cosas que hemos visto y nos han llamado la atención de la ciudad. Muy rápido, muy tonto, pero aquí está:
Baretos. Los hay por todas partes. La gente es abierta y simpática, como demuestra el cartel. Mucha música en directo, mucha vida.
Cerveza. Tienen mucha y la beben sin pausa. Esta es de la ciudad, se llama Innis&Gunn y está estupendérrima. Toques de Tofee y vainilla, dice la etiqueta. Y envejecida (?) en roble. Mucha literatura, pero vamos, que os fiéis de mí: riquérrima.
Más cerveza. Esta es Tennents; es peor que la otra pero la sirven a veces en vasos tan bellos como estos en los que se describe qué es ser escocés. Escocia: el lugar al que los paraguas van a morir.
Una cosa curiosa: muchos bares que han ocupado iglesias, o bancos, y mantienen la estructura del sitio.
Aquí otro ejemplo que además a los españoles de bien nos hace especial gracia. Sobre todo los de barrio de los 80.
La fachada de un pub llamado Lebowski. ¿Habrán pagado derechos?
Un cartel genial para atraer clientes: Our ladies toilets are now AMAZING! Qué mejor manera de que los clientes acudan a un restaurante que prometerles una experiencia mística en el cuarto de baño.
Para que veáis que no sólo hemos estado en bares. Muy recomendable este sitio. Pica.
También estuvimos en un McDonalds. De bicicletas, eso sí. ¿Serían los mismos que los de Lebowski?
El periódico Metro, un gratuito que haría las delicias de los tuiteros amantes de los juegos de palabrasas. Aquí otro ejemplo que ilustra una noticia en la que unos insectos molestaron a Paul McCartney en un concierto (sí, de verdad):
Let it Bee. Qué cachondos.
Un lugar llamado One Square rodeado de esferas y semiesferas. Esto debe ser el humor escocés.
Un cementerio.
El castillo que domina toda la ciudad. Es feo como sólo los castillos dedicados a la batalla pueden ser, pero es impresionante. Y si llegas allí endureces glúteos. Qué pequeño se siente uno ante esos monumentos.
Y hablando de sentirse pequeño ante monumentos, fíjense en el hombrecito al lado de Beyoncé, indiferente frente a toda la rotundidad de la bella dama. Edimburgo estaba llena de marquesinas con Beyoncé en bikini. Pero los habitantes de Edimburgo iban a su aire. Deben estar acostumbrados a marquesinas más impactantes como esta:
Válgame qué calzoncillos y qué posturita. Haced click si queréis ampliar, pero yo no me responsabilizo.
Esta cosa que parece salida de Minas Morgul es el monumento a sir Walter Scott. Bajo esas torres, fíjense bien, hay una estatua del escritor. Ciudad muy literaria Edimburgo. Tanto que hay muchas metáforas por toda la ciudad. Por ejemplo:
Estatua de Adam Smith, padre del liberalismo económico, con una gaviota en la cabeza. ¿A punto de cagarle encima? Pues quizá.
La entrada del Museo de Arte Moderno. La verdad es que es lo mejor del museo, de largo.
El otro edificio del museo. Ya digo que es lo mejor, porque dentro te encuentras cosas como esta:
Esto se llama Piss Flowers y son unas esculturas que reproducen las formas que la artista y su marido lograron al mear sobre la nieve. Tal cual. Ahora vienes a por más.
Un grafiti que no tiene nada que ver con el Arte moderno.
Y hablando de Arte, hablemos de nuevo de Publicidad:
Un extraño anuncio para prevenir el cáncer de colon. Pero mas extraño, aunque relacionado, es este otro:
Este es un anuncio que me siento incapaz de analizar y que despierta tantos interrogantes como el ya legendario spot de
Amaia Salamanca.
En Edimburgo también hay #adoquines.
Y bueno, dejemos de hablar de
cosas y hablemos de lo que hace verdaderamente una ciudad: la gente. En Edimburgo hay mucha peculiar. Porque, sí, hay señores que van por la calle con la falda puesta:
Un señor. No investigamos si es verdad eso que se dice sobre los
kilts y la ropa interior.
Un joven que en Madrid tal vez sería tuno o Jaime de Mora y Aragón.
Y un señor que sería gurú de cualquier cosa que se propusiera.
Un moderno en un Starbucks, perdón por la redundancia.
Y un punki de cierta edad.
Un veterano de guerra que mendiga y al que le parecí mal que otros lo hagan.
Pelirrojos. Hay menos que cervezas, sorprendentemente. ¿Y mujeres? ¿Por qué no salen aquí mujeres cuando todos sabemos que si fundamos un blog fue, primero, para hablar de mujeres, y, segundo, para que las mismas quedaran rendidas a nuestro encanto de blogueros?
Venga, vamos a ello. Pesaos.
Dos señoras tomando el té. No se puede ser más señora tomando el té que estas dos mujeres.
Mucha, muchísima falda corta en Edimburgo. Un poco sin ton ni son, incluso. Pero es que resulta que Edimburgo es ciudad de despedidas de solteros (y solteras), así que tiene el rollo ese de gente que va a matar esté como esté.
Unas piernas, una chaqueta de cuero con tachuelas, una acompañante vestida de tul azul.
Otra falda y un, ejem, culo.
No vimos mucha #musa, la verdad, pero siempre se encuentran bellas damiselas, sólo hay que estar atentos:
Bolsaco.
Y al final es difícil no enamorarse de Edimburgo: