Ahora vuelvo a ir a la biblioteca, como cuando yo era un jovencito emponzoñado de whisky (con figurota que exhibía orgulloso, sí), con el noble objetivo de no comprar más libros de los que podemos comer.
Y hete aquí que de pronto me he aficionado a un nuevo hobby -lo llamo hobby pero ya va camino de convertirse en obsesión-. Las anotaciones en los márgenes de los libros. Ese mundo virgen para mí.
Yo, verán ustedes, venía pensando que los libros eran objetos sagrados que no deben ser profanados -hay un texto de Cortázar donde se burla de esa idea en un tren, arrancando las páginas de un libro según lo van leyendo y tirándolas por la ventanilla para pasmo de los que le acompañan; y qué dolor), de manera que nunca escribo en los libros. Pero resulta que la gente sí, aunque no sean libros suyos.
Por qué la gente escribe notas que luego no va a poder consultar porque devuelve el libro a la biblioteca se me escapa. Pero lo hacen. Y ahora yo estoy buscándolas como un halcón. Y las voy a ir poniendo por aquí. Porque el blog es mío y me lo follo cuando quiero.
Y empiezo por este que es delicioso. Contexto. Al comisario Montalbano le envían un anónimo que parece obra de un analfabeto, y entonces:
Nuestro lector comentarista corrige el doloroso "callendo". Pero no el "alvañil", "alvanés" ni "lavoral". ¿No es magistral? ¿O es majistral?
5 comentarios:
Un post mahistral!
mui heducatibo
Se aprende mucho viendo qué escriben los demás en los libros. En serio.
"Acidente" Genial.
Te sigo en twitter, Palomares. Que mordernidad
A modernos no nos gana nadie! Ten en cuenta que yo llevo gafas de pasta desde los 8 años.
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