Un día, mientras escribía Toda la verdad sobre las mentiras, una novela que bucea en mis recuerdos de los años 80 (y los reinventa), vi este cartel en una residencia de ancianos:
Más allá del valor terapéutico de ejercitar la memoria para conservar el cerebro en buena forma, me llamó la atención cómo los ancianos estaban haciendo algo muy semejante a lo que yo estaba haciendo, aunque con un propósito distinto, claro. Donde yo trataba de recordar lo que sucedía en los 80 para usarlo como material narrativo, ellos intentaban recordar su infancia.
Y entonces se me ocurrió que a lo mejor ellos también se inventaban los recuerdos, y fantaseaban con ellos, o los modificaban para que les proporcionaran consuelo.
Que acabó siendo, claro, uno de los temas de mi novela: cómo recordamos sólo las cosas que nos interesan, y de la forma en que nos interesa.
2 comentarios:
Hola, querido amigo, acabo de dejarte en Amazon mi opinión sobre la deliciosa lectura de tu libro: Toda la verdad sobre las mentiras.
Te felicito y te doy las gracias de corazón por haber estado embelesada, viviendo a través del protagonista tantas sensaciones, recuerdos, dulzuras, miedos, desencantos y amor mucho amor.
Bravo, un gran abrazo,
Teresa Ramos
Muchisiimas gracias, Teresa. Me alegro de que te haya gustado. ¡Y gracias por la reseña también!
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