De pronto fue como estar dentro de una columna de Juan José Millás, excepto que en ningún momento se veía escrita la palabra duodeno. Un día nos levantamos y en nuestro portátil hay un cambio:
Había desaparecido la A por completo -y lo raro es que el resto de las letras estaban incólumes, suponiendo que esta palabra signifique lo que creo que significa-. Me acordé de ese articuento de Millás en el que las letras son hormigas que huyen y al final resulta que es que tiene gripe (perdonad el destripamiento). Pero aquí no huían más letras, sólo la A había desaparecido. Pensé entonces en Stephen King y en la que puede que sea su mejor novela, Misery, en ese momento en el que al protagonista se le van rompiendo las letras de la máquina de escribir y tiene que escribirlas a mano. Con la de aes que hay en todos los párrafos. Así que probé, y no, la a seguía existiendo en pantalla aunque no estuviera en el teclado, y para prueba un botón:
aaaaaAAAAAA AAAAAAA AAAaaaaAAAaaaAAAA a AAAAaaaAAAAA AaaaaaAaa AAAaaAa aaaaAAAAAAAaaa aaa aa
Y entonces pensé que a lo mejor era una señal del Destino, que quería que escribiera un cuento sin usar la letra A, como aquel que había leído hace tantos años de Jardiel Poncela. Y lo busqué por los medios habituales y resulta que el tipo no había escrito uno, sino cinco, cada uno de ellos sin usar una vocal diferente. Tela. Aquí podéis leer el cuento sin usar la e. Que uno piensa que no puede haber nadie más raro, y resulta que sí lo hay, porque Georges Perec escribió una novela policíaca en la que no aparece la letra e -y hay traducción al español sin usar la a-. En esta interesante página se pueden ver otros ejemplos de literatura que se autoimpone reglas tan difíciles de cumplir.
En fin, que yo no me voy a escribir sin usar la a. Y que le den al Destino. Ya es bastante difícil escribir como para encima atarse las manos y los pies con palindromos y lipogramas y otras palabras de origen griego. Eso sí, espero con ansia el momento en el que desaparezcan el resto de las letras de mi teclado. Tiene que ser bonito escribir un texto en un teclado inmaculadamente blanco.
Como muchos ya sabréis (porque se ha hablado de ello en todos los telediarios, periódicos y demás medios de comunicación de este país y porque es un tema de moda, nunca mejor dicho) el Ministerio de Sanidad ha puesto en marcha el primer estudio antropométrico sobre la Mujer Española Con Mayúsculas. El reto es medir las hechuras de unas 8.500 féminas, elegidas aleatoriamente sobre el padrón, para saber cuál es la morfología real de la Nueva Española y las tallas más habituales. Es decir, si somos más culonas, más altas, más bajas, tenemos más o menos pecho…. El objetivo del estudio no es sólo saber cómo son realmente las féminas de este país sino, además, diseñar unas tallas prototipo homologadas que los fabricantes de moda tendrán que usar en el futuro impepinablemente.
Normalmente, yo con estas cosas soy bastante escéptica, sobre todo con el tema aleatorio y el muestreo y sus variantes. También.
Pero, date tú, que el otro día me llegó una carta del Ministerio de Sanidad a casa. ¡Había sido convocada para participar en el dichoso estudio de marras! ¡Aleatoriamente! ¡Yo!
Mi primera reacción fue hacerme la longui. Si ya de por sí soy una persona remilgada, enemiga de mostrar en público mis carnes, acomplejada de los estragos de la edad y el embarazo, desnudarme para que expertos en el tema hagan un estudio pormenorizado de mis michelines no me parecía plato de buen gusto. Pero, luego me dije: Rebeca, si todas empezamos igual no habrá estudio que valga.
Y reconozco que el estudio es necesario.
Cualquier mujer que lea estas líneas me entenderá: una 40 en Zara, un 38 en H&M, una 42 en Mango, ninguna talla que te entre ni en el tobillo en Blanco… Cualquier hombre que lea estas líneas lo entenderá también: “Ahhhhh, ¿así que era por eso que nunca acertaba con las tallas ni para atrás?” Que no, chicos, que no... si no acertáis es por otra cosa.
Así que llamé y concerté una cita.
Me presenté por la mañana a las 10, 00h en el Instituto Nacional de Consumo y un guarda de seguridad me acompañó hasta el patio del edificio donde habían colocado una carpa con un titular bien gordo que decía “Primer Estudio Antropomórfico de la Mujer Española”. Para que quedara bien claro. Allí, dos chicas muy amables y engalanadas con sendas batas de científico (supongo que para aportar seriedad al tema) me explicaron en qué consistiría la prueba. Las dos señoritas eran del Instituto de Biomecánica de Valencia, encargados del proyecto. Primero, me hicieron una encuesta con un montón de preguntas que venían a cuento (¿qué talla tienes de parte superior?, ¿y de inferior?, ¿te deprimes en las tiendas si no encuentras tu talla?, etc.) y otras que no venían a cuento (¿qué ingresos mensuales hay en tu casa?, ¿estás embarazada?... Y ¿a usted que le importa, oiga? ¿Está insinuando algo? Que esta tripa no es así de natural, que este fin de semana tuve comida familiar). Cuando terminamos la larga encuesta llegó el momento de comenzar a tomar medidas.
Y fue entonces cuando el sistema informático se cayó.
Afortunadamente para mí las revistas habían salido ese mismo martes y pude entretenerme durante los más de veinte minutos que tuve que esperar a hacerme la prueba. Veinte minutos en los que las chicas revolotearon alrededor del ordenador, tocaron cosas y pidieron que un programador del Ministerio fuese a la carpa a ayudarlas. Tanto, tanto esperé que la cita de las 10,20h llegó antes de que a mí me hubiera medido ni un centímetro de más (porque yo de lo que no tengo son centímetros de menos).
De repente, todo se arregló como quien no quiere la cosa y por fin, pude pasar al probador a ponerme el conjunto de ropa interior que me dieron. Era un short y un top, blancos de algodón. Cuando conseguí cambiarme comenzó la prueba. Primero, en el mismo probador, me pinzaron con un extraño instrumento la piel en varios sitios: en el brazo, en la cintura, en el muslo… Supuse que era para medir el grosor de mi masa cárnica. Fue justo en ese momento cuando llegó el programador que habían reclamado, y a pesar de no verle la cara, tenía una pinta de funcionario…
-Hola, han llamado a un programador, ¿no? –gritó desde la puerta muy seco. En ese mismo instante, como ya he dicho, las dos señoritas estaban muy ocupadas pinzándome las carnes así que nadie podía recibirle. -¿Puede esperar un momento? –pidió una de ellas. -Han dicho que era urgente. -Será un minuto. Ahora mismo salgo. -Creía que tenían un problema. Ya si eso vuelvo.
Y se largó.
Alucinante.
No pude verle la cara a aquellas dos señoritas, pero me imagino que pusieron los ojos en blanco y exclamaron sin hablar “¡Funcionarios!” *
Cuando terminaron de medirme el grosor corporal (por llamarlo de algún modo) me hicieron pasar a la cabina donde se hacía la prueba molona. La prueba molona, por supuesto, era aquella en la que con un rayo láser te recorría el cuerpo y tu silueta se formaba en 3D en la pantalla del ordenador. Y así ocurrió. Me colocaron en un pedestal en medio de una cabina en una postura determinada y allí me dejaron sola. Y antes me volvieron a preguntar:
-¿No estarás embarazada? -Que yo sepa... -pero ya empecé a ponerme nerviosa con tanta pregunta de embarazo. -No, hombre, no te preocupes, que el láser no le haría nada de daño al bebé.
Hombre, imagino que no lo iba a borrar de un plumazo y tal. Pero eso no era lo que me preocupaba a mí, lo que me preocupaban eran todas esas insinuaciones. ¿Qué pasa? ¿Me estaba insinuando que me pusiera a dieta?
-Sólo que si estás embarazada la concavidad del vientre cambia y eso... -No, es que yo lo tengo así -bonita.
Y cerramos conversación no fuera a ser que la cosa acabase muy mal.
Unos segundos después escuché un chasquido y aquello empezó a moverse. Una delgada línea roja se dibujó en el espacio y comenzó a subir desde el suelo hasta el techo. ¿Se supone que eso era un rayo láser? Pues vaya birria. En las pelis los rayos láser tienen una pinta mucho más espeluznante. Este era como una raya de rotulador dibujada en la nada. Pero había leído que aquel rayo lo captaba todo, incluso esa bola de grasa que se aloja debajo de la cadera y que sienta tan mal. Afortunadamente, yo no tengo esa bola de grasa pero tengo mucha más grasa repartida por el resto del cuerpo. La operación se repitió unas cuantas veces más. Y ya está. Todo acabó allí. Me indicaron que me volviera a vestir y que me quedase con el conjunto de ropa interior. Fruncí el ceño extrañada. ¿Para qué quería yo esa cosa tan fea? Y entonces, me di cuenta de que en la parte superior del short venía grabado el logotipo de los diseñadores Devota y Lomba. ¡Y yo que había pensado que aquel era un conjunto de esos de usar y tirar de papel que te dan en las clínicas de estética y en las peluquerías! Y resulta que era de marca.
Ya fuera del vestuario me dieron las gracias varias veces y salí de allí pensando que, si bien no le había hecho un favor a la humanidad, si había contribuido a que en un futuro no muy lejano todas las tallas en las tiendas sean más reales, iguales y más cercanas a las mujeres de verdad. Aunque reconozco que, por mi culpa, ahora la imagen de la Española Media responderá a una mujer más bajita, más tetona y más culona. Vamos, nada que ver con esta:
Así sería la Española Media si yo no hubiera intervenido en este estudio.
Pero ya nada puedo hacer. Eso sí, me he enterado de que si este tema sale bien, dentro de poco harán lo mismo con los hombres. Así que, chicos, todavía estáis a tiempo de que la imagen del Español Medio Con Mayúsculas se parezca a este:
Y no a este:
En vuestras manos está.
*Que yo no tengo nada en contra de los funcionarios, ¿eh? Que el padre de una lo es y a mucha honra.
Bibliópolis es una pequeña editorial especializada en la literatura fantástica y de ciencia ficción que tiene en su catálogo a los dos autores de género más impresionantes que he leído en mucho tiempo. Por una parte, el polaco Andrzej Sapkowski, autor de una serie de libros sobre un brujo cazador de monstruos, Geralt de Rivia, una obra fascinante que juega con el lenguaje y renueva el género de la misma manera que Raymond Chandler renovó la novela negra (queda por ver si su efecto es el mismo). De hecho Geralt es un Philip Marlowe que usa magia, un duro y cínico personaje que sin embargo tiene unos sólidos principios en un mundo corrupto. Novela negra en un territorio con dragones y elfos. Muy recomendable.
Por otra parte, Ted Chiang, un autor de ciencia ficción que se prodiga muy poco -apenas una docena de cuentos, recopilados en La historia de tu vida-, que ensancha los límites de la ciencia ficción y escribe cuentos perfectos en los que se tratan temas que no son muy habituales en el género: la construcción de la Torre de Babel, la demostración de que las matemáticas no tienen sentido, la imposibilidad de amar a Dios incluso cuando su existencia está fuera de toda duda, o el desentrañamiento de los principios básicos de un lenguaje alienígena. Una obra impecable y colosal, prodigiosa en sus planteamientos. También muy recomendable.
Que diréis que por qué os estoy metiendo esta chapa y no os hablo del libro cuya portada he puesto. Pues porque hay poco que hablar. Línea de sueños es una space opera razonablemente escrita, entretenida, pero muy superficial y de la que apenas tengo ya recuerdo. El Línea de sueños del título es un macguffin que permite al autor llevar a su personaje principal por múltiples planetas dándose de leches con todo tipo de seres, haciéndose con armas más grandes. En cierto modo parece un videojuego de los ochenta, una especie de Street fighter en el que el protagonista va avanzando y se enfrenta a un final boss para pasar de nivel. Nada reseñable. No está mal escrito, así que mientras lo lees no molesta, pero no deja ningún poso.
Así que mi ferviente recomendación es esta: Chiang y Sapkowski.
El otro día salía en los periódicos que hay múltiples protestas por un anuncio de Dolce&Gabbana. Según el Instituto de la Mujer, la campaña alienta la violencia machista, al mostrar a un hombre que sujeta violentamente a una mujer postrada mientras otros cuatro hombres observan la escena con indiferencia. Con la que está cayendo, pensé, hace falta tener muy poca sensibilidad. Y luego vi el anuncio, que es este:
Igual es que yo soy hombre y poco sensible, pero yo aquí no veo una incitación a la violencia machista, sino el comienzo de una escena porno. Digo que es el comienzo porque todos van vestidos. Vamos, que lo que yo veo es que se la van a follar uno detrás de otro. ¿Con violencia? Pues yo creo que no, ella tampoco parece muy angustiada; la indiferencia de los otros hombres es marca de la casa en la publicidad de moda, no sé por qué esa obsesión en que los modelos parezcan maniquíes sin vida, no lo entiendo.
Como soy consciente de mis limitaciones a la hora de valorar el machismo, le pregunté a Rebeca qué pensaba del asunto, y me dijo que ella sí se estaba resistiendo, por la posición de las piernas; y que la escena era una fantasía sexual de muchas mujeres (y que suya no, apartaos, buitres). Y que lo que estaba buscando descaradamente D&G era la polémica por la polémica. Como cuando Benetton sacaba a un cura y a una monja besándose, dijo.
No sé. Quizá. Lo que parece es que es muy fácil que se desate la polémica a poco que toques las teclas adecuadas, incluso en un caso como este en el que me cuesta ver la violencia. Es el típico caso en el que levantar polvareda es útil tanto a los que protestan (el Instituto de la Mujer aparece en los papeles haciendo algo) como al provocador (por dos duros de publicidad salen en todos los telediarios, gratis). A veces parece que se alimentan mutuamente y que los unos sin los otros no tendrían sentido, y me imagino a los de D&G buscando temas polémicos para poder tocarlos, algo fácil de encontrar porque algunos temas son tabúes para la publicidad, aunque no para otras manifestaciones culturales (iba a poner un vídeo del bofetón de Glenn Ford a Rita Hayworth en Gilda, pero no lo he encontrado; y ya sé que eran otros tiempos, pero el bofetón sonaba más que en este anuncio y no veo organizaciones protestando porque pongan la película en la tele). Una vez más la corrección política amenaza con ahogarnos.
Casualmente, el mismo día en que saltaba esta polémica, también saltaba otra: una asociación de enanos denunciaba a Telecinco por un capítulo de Aída en el que se burlaban de los enanos. Parece ser que en el episodio se dijeron barbaridades como estas:
¡Los enanos no son de fiar!
¿Tú le has visto? ¡Si parece un repuesto del futbolín!
Te estoy guardando los fascículos de las Casas de Muñecas. Lo digo por si tu hijo alguna vez quiere independizarse.
Ya ves, reírse así de la gente sólo por su altura. Si se hubieran reído -como hacen en todos los episodios- de los calvos, o de los gordos, o de los yonquis, o de las putas, o de los maricones, o de los fachas, o de los empollones, o de la gente del extrarradio, pues no habría problema, pero es inaceptable que se burlen de los enanos. La productora se defiende diciendo que todas estas frases vejatorias las pronunciaba un personaje deleznable, Mauricio, para que las frases retrataran al personaje, y no a los enanos. Pero, como dice la asociación, "no se puede tolerar que con la excusa del humor" se permita que estos ciudadanos sean objeto de bromas. Que digo yo que qué entenderá esta gente por humor. Telecinco ha reaccionado diciendo que han tomado medidas para que esta situación no vuelva a repetirse. Imagino que habrá un representante de Telecinco repasando el guión para detectar chistes ofensivos, limándolo hasta conseguir que Aída se transforme en Médico de familia.
Supongo que Dolce&Gabbanna ha tomado buena nota y estará preparando otra campaña de publicidad, protagonizada por enanos. Enanos atados a una cama de hospital, haciendo huelga de hambre, por ejemplo.
Lizarrán es una franquicia de restaurantes especializados en tapas que se está expandiendo rápidamente por España (dice su web que son los líderes mundiales de tapas). Igual es por su oferta, tal y como vimos en uno de sus locales en la calle Alcalá:
Oferta imbatible, creo yo. Aparte de la alambicada primera frase, que es bastante torpe, ¿quién podría resistirse a un menú que incluye el cariño de los camareros? En estos tiempos de fría búsqueda del beneficio a corto plazo, es reconfortante que un camarero tenga tiempo de hacer una declaración de amor al cliente en la pizarra-anuncio del local. Parece una tontería, pero a mí me da buen rollo. Enseguida me imagino a un camarero dándote de comer -bueno, yo me imagino a una camarera, con el vestido muy ceñido, pero eso son cosas mías-, limpiándote la boquita si te manchas. Me he acordado de ese personaje de Tres sombreros de copa, el dueño de la pensión que arropa a sus clientes por la noche y, si no pueden dormir, les toca una serenata con la trompeta.
No sé si el mensaje cariñoso es marca de franquicia o una iniciativa del local de Alcalá, pero desde este humilde rincón os damos la enhorabuena.
Tal vez se acuerden ustedes de aquel escaparate que un grafitero con horror al vacío y muy poca coherencia había pintado (si no lo recuerdan o no lo conocen, pinchen el enlace que merece la pena). El otro día encontramos un ejemplo que tal vez es superior.
Íbamos Rebeca (aka El Azote de Pascual) y yo por los restos de la M-30 cuando delante de nosotros vimos una furgoneta. Y le sacamos una foto:
Bueno, bueno, bueno. Qué de cosas. Vamos a transcribirlo todo no sea que se nos pase algo, y luego hacemos un comentario de texto: "Wiki wiki on me exo kiki. Gay José Ignacio ataca de nuevo *La foca con bigotes Nacio pa mata José Ignacio alia el mamut Mamut eh kevi one Payaso nariz Óscar".
¿Dónde ha quedado el clásico "Lávalo guarro"? ¿Se están perdiendo las tradiciones?
Esto huele a niño prepúber que tira de espaldas, pero bueno. Fíjense en el dibujo del mamut de la ventana izquierda, junto a "me exo kiki" -que significará, supongo, me echo un quiqui, cuánto daño han hecho los SMS-; digo yo que será un mamut por lo que pone en la otra ventana. Y fíjense también en el otro dibujo, que parece el logotipo de una camisa polo. A ver si ustedes lo identifican, que yo lo tengo en la punta de la lengua pero no lo saco. Y qué querrán decir.
Leo con preocupación lo de Gay José Ignacio ataca de nuevo. Parece que seguimos con lo políticamente correcto, y para injuriar a alguien, en vez de usar el adjetivo de toda la vida, maricón, ahora se usa el que era un término neutro. Es como decir: hijo de una meretriz. Amigos, no permitamos que la palabra (ponga aquí su palabrota favorita) desaparezca de nuestras vidas, de nuestras calles, de nuestras escuelas.
Fascinante lo de la Foca con bigotes, que está ahí puesto no se sabe bien por qué ni a quién va dirigido.
-Qué aburrimiento, ¿volvemos a pintar algo en la furgoneta? -Si ya hemos pintado ayer y antesdeayer. ¿Y qué vamos a pintar? -No sé, ya se nos ocurrirá algo...
Y luego está lo de Payaso nariz Óscar, incomprensible colección de palabras que yo creo que están puestas para rellenar espacio, y el dibujo hiperrealista influenciado por Antonio López del que probablemente es José Ignacio. Amigo grafitero, si estás leyendo esto: repasa los sonidos de los animales, porque quien dice Muuu es la vaca, no el mamut. Yo supongo que en el fragor de la pintada, con lo de mamut ya escrito y dibujado José Ignacio y hasta el bocadillo de pronto uno de los grafiteros le preguntó al otro (porque este es un trabajo de dos personas):
-Oye, qué hacen los mamut. -Hostias, pues no sé. Ponle muuu. -Pero eso es la vaca. -Pues decimos que José Ignacio es una vaca, si es igual, también hay vacas gays. -¿Pero cómo vamos a hacer eso, ya tengo escrito que es un mamut? -Pues ponle muuuu igual, si además están extinguidos, igual hacían muuuu, tú que sabes si el nombre no es por eso, mamuuuuuuut.
En fin. Sólo me queda hacer que fijen su atención, si no lo han hecho ya, en el texto tachado justo debajo de la ventana derecha. ¿Demasiado ofensivo? ¿Un error de ortografía? ¿Iba a escribir su firma? ¿Era un argumento tan alambicado del que no había manera de salir? ¿Lo ha borrado el autor, José Ignacio o el propietario de la furgoneta, si es que no son el mismo? Y una última pregunta: ¿a qué está esperando el dueño para lavar la furgoneta, por el amor de Dios?
Aunque quizá es todo un mensaje en clave. A ver si ordenando las palabras de otra manera...
Tavo, compañero y además amigo, pero sobre todo uno de los mejores diseñadores que conozco y todo un experto en Motion Graphics (y si queréis comprobar esta afirmación pinchad aquí y aquí), me ha prestado un fantástico libro titulado Publicidad de Guerrilla de Michael Dorrian y Gavin Lucas (Editorial GG, Barcelona, 2006), que es una forma fabulosa de denominar a cualquier forma de publicidad que se salga de lo convencional. Vamos, a la publicidad no convencional.
Para los profanos en el tema (y dado que en España todavía seguimos sin ver muchas manifestaciones de este tipo) os explicaré que con publicidad no convencional o publicidad de guerrilla me refiero a otra forma de comunicar, otra manera de contactar con el público objetivo, otra forma de sorprender a favor de una marca o un producto… fuera de los medios de comunicación típicos como la televisión, la prensa o los carteles que inundan las calles. Siendo muy rigurosos, puede que ni siquiera sea publicidad.
Es otra cosa aún por definir. Lo cierto es que aún no se le ha dado un nombre adecuado. Quizás lo tenga en el futuro. Pero por ahora sólo está dando sus primeros pasos. La invención está aún en una fase incipiente y, por el momento, parece infinita y abrumadora.
El libro es un pequeño homenaje a todos estos pequeños equipos de profesionales, que trabajan independientes unos de otros, a menudo utilizando tecnologías aún por verificar, que buscan una nueva forma de contar historias. A todos esos creativos que están experimentando con la comunicación. Quizás por eso los autores se refieren muchas veces a este tipo de acciones con la denominación de Experimentos.
Veamos algunos experimentos para que os hagáis una idea:
Saatchi&Saatchi Singapur montó escenas policiales ficticias en zonas transitadas como lavabos públicos, estaciones de tren y aparcamientos para promocionar la serie C.S.I. del canal de televisión AXN.
Auténtica publicidad de guerrilla de la mano de BBDO para Virgin Atlantic: colocaron hueveras en las cintas de las compañías de la competencia para subrayar la superioridad del handling de Virgin.
La agencia india Contract decidió promocionar el estreno de Spiderman 2 colocando un urinario que sólo el propio Spiderman podía utilizar.
Quizás uno de los Experimentos que últimamente más ha despertado la atención en los medios de comunicación ha sido el realizado en Boston por la agencia de publicidad Interference Inc., especializada en publicidad de guerrilla, para promocionar los personajes de una serie de dibujos animados del canal de televisión Cartoon Network. Como recordaréis, dos creativos de esta agencia distribuyeron once paquetes por toda la ciudad. ¿Y el resultado? ¿Un fuerte impacto publicitario? ¿Un premio en algún festival?
El verdadero resultado fue el despliegue policial más amplio que se recuerda desde los atentados del 11 de septiembre, una ciudad sumida en el caos, el tráfico cortado, un puente acordonado, un directivo de la cadena de televisión dimitido y una multa de dos millones de dólares para la agencia de publicidad responsable. ¿Responsable de qué? De distribuir once paquetes por la ciudad que encerraban unos dispositivos luminosos con las figuritas de los protagonistas de la serie de dibujos Aqua Teen Hunger Force: una hamburguesa, unas patatas fritas y un batido que viven numerosas aventuras. Unos dispositivos como este.
O como este.
¿Molones, no?
El objetivo de los creativos era promocionar la serie de dibujos animados. Sin embargo, alguien vio en estos muñequitos una posible amenaza terrorista y alertó a la policía de su existencia. Y estos, ante el desconocimiento de que hubiera una campaña así en marcha, activaron un despliegue antiterrorista. El miedo cundió en Boston, panic, panic and more panic… y la broma le ha costado el puesto al presidente de la Cartoon Network.
Jo, eso sí que es Publicidad de Guerrilla. Me pregunto cómo puede alguien pensar que eso es una bomba. Quizá el segundo sí, que está de mal humor, pero el primero es adorable, ¿no? No es como si hubiesen dejado mochilas cerradas en lugares sospechosos.
El caso es que todo este asunto a mí me ha dejado bastante preocupada. ¿Nos estamos volviendo paranoicos o, simplemente, estamos perdiendo el sentido del humor (interesante pregunta esta última que ya se hizo el Club de Creativos el año pasado)? ¿Es normal que se monte la que se montó por unos paquetitos negros con unas figuritas hechas con bombillas? Además, ¿qué precedente va a crear todo esto?
Yo me pongo en lo peor.
Rápidamente me imagino que es el principio del fin de una de las formas de comunicación más originales que conozco, que las agencias especializadas ya no se van a atrever a hacer muchas cosas, que las acciones de publicidad de guerrilla tendrán que someterse a un tribunal de auto-censura,... en definitiva, que se perderá frescura, imaginación, espontaneidad y la oportunidad de hacer grandes cosas. Antes de empezar.
El caso es que imagino que probablemente más gente visita la página con las peores 100 películas que la de las 250 mejores (a la gente le gusta pararse un poco para ver los accidentes en la carretera; y con el cine lo mismo). La peor película según los usuarios de imdb es Crossover, con un 1,1 (muy meritorio, porque el voto más bajo que puedes dar es un 1), y luego un montón de películas igualmente desconocidas de las que no sé nada (pero de las que ves el cartel y ya sospechas que no van a ser Primera Plana). Yo tengo que descender hasta el puesto 12 para encontrar una que me suene: Manos: Hands of fate (1,9), aunque no la he visto, al puesto 22 para encontrar la película de Mariah Carey, que alguno de vosotros habrá visto (viciosos), y hasta el 37 para encontrar Alone in the dark, de la que había leído críticas divertidísimas y cuyo director se enfrenta a sus críticos en combates de boxeo. Curiosamente, el que es reconocido como el peor director de la historia del cine, Ed Wood, no aparece entre los 100 peores con su obra Plan 9 del espacio exterior (3,4 puntos), aunque le sirvió para que Tim Burton (estoy hasta el gorro de buscar enlaces) le dedicara una fabulosa película protagonizada por Johnny Depp (véase el paréntesis anterior); supongo que la película de Tim Burton era exagerada o le ha granjeado simpatías.
Aparte de felicitarme por las pocas películas realmente malas que he visto, me extraña que no estén en la lista las que sí. Y como aquí están haciendo una lista de películas odiosas he pensado que nosotros también podíamos hacer una lista de películas malas. No cutres. Sino malas. Hechas a partes iguales con medios e incapacidad.
Yo hasta hace un mes pensaba que la peor película que había visto en mi vida era El monstruo, de Roberto Benigni. Es un espanto que me vi obligado a ver cuando se estrenó porque iba con mi hermana en plan hermano mayor patrocina un cine, y no había entradas para la que íbamos realmente a ver (que no me acuerdo cuál era). Este engendro supuestamente cómico viene a ser una especie de vehículo para que Benigni se contorsione y ponga caras, porque interpreta a un asesino psicópata bestial y a un honrado mequetrefe con mala suerte. Como Jeckyll y Hyde. Pero en horrible. Aquí un pequeño fragmento para que os hagáis una idea de lo insufrible que puede ser:
Desde entonces odio a Benigni. Bien, el caso es que hace un mes tuve la desgracia de ver en la tele Once upon a time in México, o sea, El Mariachi 3, de Robert Rodríguez. De Robert Rodríguez supimos por primera vez precisamente con El mariachi, porque la había rodado con un presupuesto de un millón de pesetas y salió en todos los telediarios. Rodríguez se hizo amiguito de Tarantino, entonces en la cresta de la ola, y dirigió Abierto hasta el amanecer, película ni fu ni fa pero que tiene cinco minutos asombrosos, que son estos:
Fijarse bien en cada detalle, que no lo he puesto sólo por lujuria. Ahí conocimos por vez primera a Salma Hayek, que casi nunca ha estado tan maciza como aquí. En el cine se cortaban las respiraciones con esta escena, qué recuerdos, qué de hormonas.
Un año antes Rodríguez había vuelto a rodar El Mariachi, sólo que lo llamó Desperado y puso a Antonio Banderas de protagonista y a Salma Hayek de coprotagonista (pero insisto: conocimos a Salma en la escena de la serpiente, todo lo anterior no importaba. De hecho Stephen Hawking afirma que el comienzo del tiempo se produjo con la exhibición pública de esa escena). El tipo es amigo de sus amigos o no conoce a nadie más, porque también intervienen en la película, entre otros, Tarantino, Carlos Gallardo –el protagonista del primer Mariachi-, un tal Cheech Marin que aparecería también en Abierto hasta el amanecer, y Danny Trejo, que es en el que quiero que se fijen un momento, porque además de ser el que presenta a Satánica Pandemónium en el vídeo que acaban de ver (pueden volver a verlo, es una excusa perfecta), también saldría en El Mariachi 3. De hecho el tipo tiene en su haber nada menos que 137 películas. Quince de ellas a estrenarse en el 2007. Eso sí que es un currante, seguro que no pierde el tiempo leyendo blogs. Que no lo estoy diciendo por nadie en particular, qué susceptibles.
Y siguió rodando sus cosas, trabajó otra vez con Banderas en Spy Kids y tal (aquí, oh, ingratitud, no estaba Salma), y entonces llegó el momento de completar la trilogía con El Mariachi 3. Y se pone a buscar actores. Y coge a Banderas y a Salma Hayek, claro, pero también a Danny Trejo y a Cheech Marin. Y elige también a Eva Mendes, a Mickey Rourke, a Willem Dafoe, a Johnny Depp, a Rubén Blades y a Enrique Iglesias. El hijo de Julio Iglesias, sí (¿a que chirría al lado de Rubén Blades?). De ahí saldría ese catral vídeo musical, supongo, en el que a Enriquito le pegaba una paliza Rourke ante la atenta mirada de Love Hewitt (para mi disgusto se llegó a rumorear que estaban liados). Este vídeo (sin sonido se aguanta bien, sobre todo a partir del minuto 2:51):
Bueno, me sorprende que sigáis aquí después de lo que os acabo de hacer.
El caso es que a pesar de Enrique Iglesias la película no tiene mal cartel, si te fijas en que hay dos tías que están buenísimas y actores competentes. Vamos a ver el trailer, que nos ofrece una película entretenida y desenfadada, de estas de acción:
No se dejen engañar por el trailer. La película no mola ni una miajita. “Hombre, pero está Salma Hayek y enseña liga”. La primera en la frente: Salma Hayek está muerta. Y perdonadme el spoiler, que además no va a ser el último. Lo que vemos de ella son breves flashbacks que nos muestran lo triste que está Banderas (aparición total de Salma: diez minutos. O quince. Pero pocos, en cualquier caso) y por qué busca venganza.
La historia es tan compleja como se desprende del trailer, una historia de agentes dobles y traiciones varias mezcladas con deseos de venganza y cosas así. Llega un momento donde ya no sabes qué estás viendo ni quién está traicionando a quién, pero en el fondo eso es lo de menos, tampoco esperábamos a Orson Welles aquí.
El hilo conductor es Johnny Depp –todo se relaciona: el que interpretó al peor director de la historia, sí, no hay puntada sin hilo en este blog-, que hace de triple agente de la CIA y se cambia muchas veces de camiseta. Depp interpreta un personaje histriónico lleno de tics, pero esta vez no lleva un loro al hombro. A Depp le tocan un par de escenas de traca, como esa en la que le dice a Trejo:
-Are you a Mexican or a Mexican’t?
¿Qué pasa? ¿Que no os lo creeis? Que sí, en serio:
Otra escena prodigiosa es esa en la que le capturan, le torturan y ya que están le arrancan los ojos. Por listo y por hacer un homenaje a El hombre con rayos X en los ojos (esto es otro spoiler, de dos películas a la vez, que yo no me ando con chiquitas). Misteriosamente, también le dejan libre y con armas, lo cual él aprovecha para cargarse unos cuantos malos guiándose por el sonido, eso sí, ayudado por un niño mexicano al que antes le ha comprado algo, no recuerdo qué (comprar cosas, esa sí que es una manera de forjar amistades). El pobre es traicionado por Eva Mendes, que sale otros cinco minutos mal contados, pero de la que hasta ahora no habíamos puesto ninguna foto aquí, así que aprovechamos:
Volvamos atrás en la historia. A Antonio Banderas las cosas le van mal, así que llama a sus amigotes los mariachis, que en ese momento están cantando de un garito de mala muerte. En concreto, Enrique Iglesias está cantando –es una manera de hablar- al oído de una madurita. Está tan pasado que a lo mejor es hasta una parodia, pero no se puede estar seguro. Como son amigos, deciden acudir en su ayuda, de manera que el espectador nota que viene una gran batalla, porque en el lado de los malos también hay jaleo, comandado especialmente por Mickey Rourke, uno de los guardaespaldas de Dafoe, que va siempre con un chihuahua en brazos (Rourke, no Dafoe, aunque la verdad es que daría igual). Rourke interpreta a un matón medio afeminado –de ahí el chihuahua- que poco a poco se va poniendo en contra de su jefe por no me acuerdo qué problema precisamente con el chihuahua. Mientras tanto, Dafoe se hace la cirugía estética a tres cuartos de la película –no se ha fijado en lo que la cirugía le ha hecho a Mickey Rourke, qué pena de hombre- y sale el resto del tiempo vendado como una momia, de arriba a abajo.
Llegan los mariachis al pueblo y se lían todos a tiros. Una de las características principales de las escenas de acción de la película es que sale Banderas dando saltos y volando por los aires mientras dispara con los brazos cruzados, que es una cosa que la verdad es que mola mucho, aunque no tanto como cuando lo rueda John Woo.
Cambiad chinos por mexicanos y os hacéis una idea:
Pero en estos momentos finales el grado de molonamiento, perdónenme el palabro, pertenece a Enrique y sus compañeros. Sabrán ustedes que los mariachis de la película -de la trilogía entera- llevan las armas en las fundas de sus guitarras o guitarrones, y estos mariachis no son una excepción: abren las fundas, sacan las recortadas y a disparar. Llegado un momento en que ya llevan diez minutos disparando, Enrique levanta la funda de su guitarra y de ella sale una enorme llama, como si fuera un lanzallamas. Momento chanante donde los haya que puede verse en el trailer si os fijáis un poco. Pero mientras estás pensando que puede que sea el momento más ridículo del cine reciente, otro de los mariachis deja su funda en el suelo, saca un mando de control remoto y maneja la funda, que sale disparada como un coche teledirigido y va hacia los malotes para explotar.
Y muere mucha gente –no Enrique Iglesias- y los buenos ganan y aparecen los títulos de crédito. Y tú te dices: ¿Pero por qué he visto esto hasta el final? Pues por lo mismo que te tocas con la lengua una llaga una y otra vez: te duele, pero no puedes evitarlo.
No sabría deciros qué se puede salvar de la película. La música, a lo mejor, no sé. Las escenas de acción ni siquiera son muy espectaculares –menos lo del guitarrón lanzallamas-, pero es que además ni siquiera están muy bien trabadas y todo parece bastante incoherente, es más, hay ratos donde piensas que el guión lo ha escrito un chimpancé y luego se lo ha pasado a un supervisor orangután que ha arrancado algunas páginas al azar y ha desordenado el resto y sin repasarlo se han puesto a rodar. Lo digo sin rencor, ¿eh? Voy a poner un ejemplo: Banderas se enfrenta a Danny Trejo y a unos cuantos matones, hablan y tal y entonces Banderas le amenaza y Danny Trejo grita:
-¡Matadlo! ¡Matadlo!
Y entonces hay una persecución para un lado y para otro, de unos tres minutos, Banderas va en moto y se carga unos cuantos y entonces de pronto se cae y delante tiene a Trejo a dos metros apuntándole con una pistola; y Trejo dispara. Y tú dices: “coño, se lo ha cargado como a Salma Hayek, aquí mueren todos”, y se ve la frente de Antonio Banderas y tiene un dardo tranquilizante en la frente. Y el plano siguiente es Banderas en la casa del malo atado a una silla. ¡Vaya cambio de opinión en tres minutos! ¿Y de dónde ha sacado el dardo?
El Mariachi 3 tiene una puntuación de 6,1 y El monstruo de 7,2. Hace desconfiar del criterio del género humano. O del mío, pero yo me caigo más simpático que el género humano, así que me doy la razón. Y ahora os pregunto: ¿cuál es la peor película inesperada que habéis visto? Y recalco lo de inesperada porque no vale decir Los supermaderos. Que por cierto, malas noticias, están preparando la segunda parte.
Hace algún tiempo salió a colación en este foro que yo había trabajado para el anunciante más denostado del panorama publicitario español. Sí, efectivamente, lo confieso: una vez trabajé para Pascual. Pero sólo fue una vez. Era joven. Necesitaba el dinero. Y si hay algo que me quedó clarísimo desde el principio es que este anunciante tiene la publicidad que realmente se merece (sin rencores). No, ¿qué digo?, no la publicidad que se merece sino la publicidad que exige.
Pero el caso es que, para nuestra desgracia, le funciona. Perfectamente.
Pascual es un anunciante super-ventas y sus productos se consideran como buenos productos. ¿Cómo es posible eso si la publicidad es mala-pero-mala? ¿Si los protagonistas de sus spots son falsos y artificiales? ¿Los decorados chungos, el casting peor, la B.S.O. un coñazo? ¿Cómo… cómo es posible? Y sobre todo, ¿por qué insisten en que sus anuncios tan, pero tan malos? ¿Es que no se dan cuenta o es que no tienen piedad?
Queridos amigos, creo que tengo la respuesta. Durante el escaso tiempo que trabajé en aquella agencia de publicidad pude comprobar en persona cómo se planificaban y se desarrollaban las campañas publicitarias de Pascual. Y por fin pude entender que por mucho que yo me esforzara era imposible que de allí saliera algo realmente bueno.
Para empezar, cualquier anuncio de Pascual debe contar las características del producto. TODAS LAS CARACTERÍSTICAS. Una por una. Y razonadas, no vaya a ser que la gente se vaya a pensar que son una engañifa. Por eso, los textos de los anuncios son tan largos. Y están llenos de titulares con palabrotas como isoflavonas, prebiótico y otras que se inventan como la inulina (una supuesta fibra activa) y la caretonina (si es que se llama así en realidad).
Como comprenderéis, es realmente difícil hacer un anuncio medianamente decente teniendo que decir que “Por su muy baja mineralización, Bezoya es el agua que mejor te ayuda a eliminar las impurezas de tu organismo y te hace sentir ligero, porque es muy diurética. Además, está especialmente indicada para personas con problemas renales y además, por su bajo contenido en sodio (sólo 1 mg/l), y también para aquellas otras personas que tienen que seguir una dieta baja en sal y controlar su tensión arterial. Y también las personas que son menores de dos años, con lo cual es ideal para la preparación de alimentos infantiles” en veinte segundos. El esfuerzo del creativo publicitario se va en intentar encajar todas estas palabras en tan poco tiempo. O en tratar de decirlo de una forma decente. No te quedan energías para mucho más.
En mis primeras tomas de contacto con el cliente traté de convencerles de que no era necesario soltar aquella retahíla de información. Que al consumidor le quedaría mucho más claro el mensaje si el spot incidiese en un solo punto (por ejemplo, en que Bezoya te ayuda a eliminar las impurezas) sin necesidad de tener que explicar por qué lo hace, cómo lo hace, cuándo lo hace, aportar datos científicos que lo certificasen, etc. Tampoco es que yo sea muy original: es un principio básico de la publicidad desde hace cuarenta años: di una sola cosa de manera memorable. Vano esfuerzo. En el departamento de marketing de Pascual tienen muy claro que el consumidor al que se dirigen necesita saber toda esa información para decidirse a comprar uno de sus productos y les da igual lo que les digas. Me pregunto quién demonios es este tipo y por qué necesita tanta información para comprar un yogur. Si está leyendo estas líneas que, por favor, se ponga en contacto con nosotros y nos lo explique.
Antes Pascual usaba los publirreportajes para contar estas cosas, pero ahora el precio de esos publirreportajes es tan astronómico que hay que decir lo mismo en el espacio de un anuncio normal y corriente.
Además, luego hay que poner imágenes a estas bonitas explicaciones científicas. Normalmente, estas imágenes son metáforas visuales de lo que estás contando en el texto (entiéndase por esto, metáforas visuales de la inulina y la caretonina y sus amigos). Intentad, por un momento, visualizar de una forma bonita la forma en la que Bezoya elimina las impurezas del cuerpo gracias a su bajo contenido en sodio y como eso, además, ayuda a bajar la tensión. Cierto. Es la releche. La releche Pascual.
Como veis, según esta muestra gráfica esta mujer necesita inulina urgentemente. Lo está pidiendo a gritos.
En fin. Hay que elegir. Metáfora visual o familia feliz disfrutando del producto (para demostrar que funciona, por eso están felices). No hay más.
La segunda razón de por qué los anuncios de Pascual son tan malos pese a los intentos de todos los creativos que están involucrados en su elaboración es porque Pascual se empeña en realizarlos con su propia productora de cine y publicidad. Así se ahorra un dinerillo. No es broma. Ellos son los culpables de esos castings, esos exteriores, esos decorados, esa música, ese vestuario, esas voces… Si sabéis algo de realización de cine, por poco que sea, sabréis que, por muy bueno que sea el guión, si el director, el director de fotografía, el estilista, el actor, ….. y todos los miembros de la troupe son nefastos pocas posibilidades tiene la película de ser decente. Con Pascual pasa lo mismo.
-Empeórame esto –dice el anunciante. Y la productora se encarga eficazmente de todo, eligiendo personajes que no saben actuar, ambientes poco creíbles, música que chorrea almíbar por los cuatro costados, etc. Pero eso sí, son baratos. Porque a Pascual lo que le importa es que le salga barato: para ellos es lo mismo Hospital Central que Urgencias. Total, ambas series hablan de médicos, ¿no? Tú ves cinco minutos de Urgencias con un plano secuencia y te das cuenta de que con lo que ha costado ese plano se pueden hacer completas dos temporadas de Hospital Central. Ellos ven esos cinco minutos y piensan: médicos. La gente de detrás quitádmela, no aportan nada. El médico que sonría. El paciente que sonría también, queremos gente feliz. Esos decorados son muy difíciles de poner, pon una pared pintada de verde. Pon una foto de un niño y su abuelo, que nuestro producto es para todos. Quita a Clooney, que es muy caro. Quita a Vilches, que es muy caro. Pon uno que se parezca a los dos. Mira a ver este sobrino mío, que quiere ser actor.
Vale, vale. Entonces, os estaréis preguntando, ¿por qué les va tan bien? ¿Por qué son líderes en ventas? ¿Por qué la gente sigue comprando sus productos en vez de otros con mejores anuncios?
Muy sencillo: porque a diferencia de lo que a mí me enseñaron en la facultad, el departamento de marketing de Pascual ha decidido apostar por la cantidad (de anuncios) en vez de por la calidad (de sus anuncios). Por mucho que lo digan, la calidad no es su razón de ser. La cantidad sí. La inversión publicitaria en los medios de esta compañía es apabullante. Su presencia diaria en los medios espeluznante. Sus anuncios están por doquier. Sólo así se puede explicar que millones de españoles conozcan la marca, la recuerden y la busquen en los supermercados. Ahora su presión ha aflojado y tiene más competencia, pero en su momento la inversión publicitaria de Pascual era diez veces mayor que la suma del resto de marcas de leche.
La base intelectual de esta estrategia de comunicación se debe a las Teorías de Marketing de Philip Kotler, alias El Anti-cristo. Kotler es reconocido como la mayor autoridad mundial en Marketing y es autor de las obras más importantes escritas en este campo, el típico autor que se estudia en todas las escuelas de marketing y es escuchado como un gurú. Revolucionario en su época por sistematizar y ampliar el significado y las funciones del marketing, la publicidad es para él una herramienta en la que lo importante es decir muchas veces lo mismo, da igual si lo que dices es interesante o no. Ser cansino como estrategia de seducción. La gota china. Claro, si no crees en que importa cómo digas las cosas, es lo mismo Urgencias que Hospital Central. Total, son batas.
Las teorías marketinianas del señor Kotler han cambiado mucho en los últimos tiempos. Recientemente, ha publicado un libro en el que defiende los 10 nuevos principios del marketing y las cosas han comenzado a cambiar. De repente, Kotler se ha dado cuenta de que el consumidor no es tonto, de que está bien informado y de que no es necesario atiborrarle de información… que es mucho mejor entretenerle y no apabullarle. Claro que él lo entiende a su manera mecanicista y cuadriculada (mirad el enlace anterior si no os lo creéis), pero es un avance.
Lamentablemente, este libro no ha llegado todavía al bibliobús que pasa cerca de Pascual y no sé yo si cuando llegue se le tomará mucho en serio: entre los anunciantes de este país hay mucha tradición de llamar tontos a los clientes y son gentes de costumbres (hay un interesante debate aquí: ¿el consumidor es más tonto de lo que crees o más listo de lo que crees? La respuesta a esta pregunta determina qué tipo de publicidad se hace).
Los tópicos son confortables, como unas zapatillas viejas, y están calentitos, de manera que cuando no sabes qué hacer siempre puedes refugiarte en uno y sentirte seguro. Es un error, claro, porque de un tópico raramente sacas algo útil, narrativamente hablando -o cinematográficamente, o publicitariamente o cualquier cosa que acabe en mente-. A cambio de seguridad el tópico te ofrece planicie: al ser un camino ya trillado tantas veces el espectador-o el lector o lo que sea- no experimenta sorpresa ni interés alguno.
Pero en estos tiempos difíciles de márgenes reducidos a las distintas industrias les gustan los tópicos, porque no ofrecen riesgos. Son entornos familiares. E ineficaces, añadimos nosotros. Ya, pero familiares, dicen ellos. Como el cuñado pesado. Es un coñazo, pero nos hemos acostumbrado a él y ya no molesta.
Hay que combatir los tópicos y una buena manera es cachondearse abiertamente de ellos como se hace en el mejor trailer de la historia, que me tuvo obsesionado durante bastante tiempo (ya saben ustedes que yo soy de obsesiones). Aquí está, así que disfrútenlo:
A veces pienso que la única función de los tópicos es suministrar material para las posteriores parodias, y que entonces están justificados.
Pues nada, llegó la noche fatal y yo estaba como si me hubiera atropellado un tranvía de esos que no hay en Madrid pero que quiere poner este chico voluntarioso si es elegido. Un trancazo de intensidad severa cuyos síntomas eran esencialmente mucosidad(es) hasta la parte de atrás de los calcetines y fuerte sordera, aparte del atontamiento propio de la enfermedad sumado a mi atontamiento personal (aún me dura gran parte). Pero como soy un hombre de palabra allí me presenté, en El Doblao.
Estupendas cañas, vaya por delante eso. Y estupendas raciones, creo, aunque no podría asegurarlo porque mi capacidad gustativa se había visto seriamente afectada. Pedimos tortitas de camarones, croquetas, flamenquines, huevos rotos con chorizo, bienmesabe y alguna cosa más de engordar. ¿Y de beber? Pues sí, albóndigas. Todo bueno excepto esto que pedimos:
Había cuatro lonchas y yo me comí dos, aprovechando que no sentía nada en la lengua; alguien se comió otra media, enhorabuena por su valentía. Quedó lo que se ve en la foto de restos. Era carne mechá, que debía estar rebozada en wasabi y espolvoreada en pimienta negra. Qué picor, amigos. No lo pidáis.
Pero vamos a lo importante. Estuvimos los ya citados: Anitab, Carmona Dixit, Cayetana Altovoltaje, Luisru y su seguro servidor, y aparte de los primeros momentos de confusión en los que nos preguntábamos los nombres y a qué nos dedicábamos cuando no estábamos escribiendo sandeces en los blogs, la conversación fue fluida y muy animada. Es gente graciosa estos cuatro y que sabe de muchas cosas, la mayor parte de las cuales no podemos contar porque afectarían a la seguridad nacional. Pero fiaos de mí: grandes compañeros de tertulia (en el buen sentido), estupendos tomadores de cañas y espléndidos conversadores. La conversación se fue enredando como suele hacerse, de tal manera que al final no cumplimos ninguno de los puntos del orden del día: ni hablamos mal de otros blogs ni de los premios de 20minutos, ni yo conté el Mejor Chiste de Todos los Tiempos, ni se montó una orgía -a menos que se hiciera cuando yo estaba en el servicio-. Por no hacer al final ni siquiera sacrificamos al cordero que diligentemente había traído Carmona Dixit desde la lejana tierra de K. Una foto de ese momento en el que nos apiadamos del borrego y lo indultamos:
Todos somos cordero. Foto cortesía de Carmona Dixit.
El tiempo pasó rapidísimo y de pronto era la una y estos señores del bar querrán irse a dormir, así que el grupo se dividió en dos: el mío y el compuesto por todos los demás. Yo me fui a mi casa a ver si me tomaba una sopa de caldo y me acostaba (no a lo primero, no eran horas, sí a lo segundo), y el resto se dirigió con la intrepidez que caracteriza a todos sus miembros a Glam Street a ver si veían cosas bizarras y a tomarse bebidas de fuerte graduación alcohólica. Y allí supongo que sucederían muchas cosas, pero eso ya no me corresponde a mí contarlo.
Nos despedimos y quedamos en repetirlo en próximas fechas: bien en Ovieu, bien en la guarida secreta de Carmona, bien en un punto intermedio, como por ejemplo, Tokio. En cualquier caso volveremos a quedar porque se quedaron muchas cosas sin decir y porque nos lo pasamos muy bien, qué caramba.
Algo debió salir mal en la quedada del otro día, porque la civilización occidental sigue en pie. Mañana o pasado escribiremos algo sobre la trascendental reunión en El Doblao, pero mientras tanto, entreténganse en contar los errores ortográficos y gramaticales que se pueden cometer en un texto de diecisiete palabras:
Hay que tener muy mala suerte para elegir siempre la opción incorrecta, ¿no? Una lástima la relajación al final. Si hubieran escrito llamar con y griega o barato con uve habrían alcanzado el récord mundial. Ahora habrá que seguir intentándolo.
En realidad no es esta noche, sino mañana viernes, a las 21.30 horas, pero bueno, me venía mejor para el título lo de esta noche. Además que puede que estéis leyendo estas humildes líneas el viernes y entonces no será mañana, sino esta noche, o sea, el viernes, y yo tendría razón con el título. Viernes dos de febrero, lo digo por si lo estás leyendo otro viernes distinto. Del 2007, Hiro.
A lo que vamos: la quedada interbloguera de la que hablábamos el otro día comenzará a las nueve y media de la noche en la Taberna El Doblao, sita en la calle Jacometrezo, en Madrid. Aquí podéis ver un plano para llegar; no tiene pérdida, excepto para mí, que me pierdo siempre en todos sitios. No sabemos qué sera de nosotros a partir de ese momento, estaremos en manos del Destino y la dinámica de grupos, pero el plan original es que en algún momento de la noche -por lo menos a partir de las once- iremos a Glam Street, que es un sitio de copichuelas que hay en Manuela Malasaña, 31. Lo digo para los que no puedan pasarse a ponerse ciegos a cañas, que se puedan poner ciegos con nosotros a dyzcolas.
Y no sé, nada más, creo. Que os paséis si queréis. Que será divertido y tal y aprenderemos cosas nuevas. Y que no seamos tímidos porque como somos todos desconocidos será como asistir a las primeras horas de Gran Hermano. Yo me pido Aída.
Para reconocernos, yo iré con gafas y pelo, y trataré de parecerme aún más -si es que ello es posible- a Anuar Zaín.
Hasta mañana. O hasta esta noche (véase el primer párrafo para más aclaraciones).