Y no es lo que pedimos a los visitantes asiduos de este blog tal y como está la cosa últimamente. Con Txiqui Palomares viviendo en su empresa y con la moi hasta arriba de maternidad y compromisos varios.
Con Alta Fidelidad me refiero, por supuesto, a la obra homónima de ese fantástico inglés llamado Nick Hornby. Hacía tiempo que quería hablar de este autor en el blog a colación de un asunto que surgió en los comentarios y el cine me ha dado la oportunidad. En una incursión que hizo el Sr. Palomares en la Fnac (incursión que no degeneró en ninguna cacería sangrienta, puesto que tenía un cheque regalo con valor de 100 euros) regresó a casa con un DVD "Precio Estrella" de la adaptación que Stephen Frears hizo en el año 2000 con John Cusack en el papel protagonista (también trajo tres cosas más. Hoy en día con un cheque regalo de 100 euros en la Fnac te comes los mocos). Ni que decir tiene que John Cusack es uno de mis actores favoritos de largo y que me gusta prácticamente cualquier peli en la que él interviene... y que Nick Hornby me encanta, así que en cuanto mis hijas volvieron a concederme siete horas seguidas de sueño metí el DVD en la máquina y me vi la película de cabo a rabo.
Me enganchó como la primera vez.
Tanto como el libro.
Y es que Alta Fidelidad tiene todos los ingredientes para convertirse en uno de mis libros (o películas) de cabecera. Es ácido, irónico, está lleno de diálogos chispeantes, de costumbrismo, de personajes divertidos pero al mismo tiempo difíciles... y, sobre todo, de personajes reales. De esos que te hacen exclamar mientras lees "¡eh, a ese tipo le conozco yo!"·
Para los que no lo habéis leído (insensatos, ¿qué habéis hecho con vuestra vida?) el argumento es más o menos el siguiente. Rob Fleming tiene 38 años pero sigue viviendo su vida como si tuviera 19 perdiendo su tiempo y su dinero en una ruionosa tienda de discos de segunda mano, lo que provoca que su última pareja, Laura, rompa con él al principio de la novela. Pero Rob es incapaz de reconocer un error aunque lo tenga delante de sus narices llevando un tanga fosforescente, como es incapaz de comprender su vida sin B.S.O., como es incapaz de reconocer que está hecho polvo porque él es un tío y los tíos no lloran y bla, bla, bla. Su actitud patética y victimista le lleva a hacer un recorrido por todas sus rupturas sentimentales, intentando en vano encontrar la respuesta a por qué le va tan mal con las mujeres, aunque realmente es una respuesta que no quiere saber. Para colmo de males, apenas se relaciona con el mundo exterior, sólo con sus dos estrafalarios empleados, tan obsesionados con la música como él... y tan desastres en todo lo demás (a uno de ellos le interpreta Jack Black en la peli y, en serio, lo hace de miedo). Poco a poco somos testigos de cómo se hunde en un pozo sin fondo y eso es precisamente lo mejor de la novela. Porque cada línea, cada palabra, es como si Rob estuviese sentado delante de ti, contándote lo que le está pasando, tan real como si estuvieras tomándote un café con él. Algo que Stephen Frears supo trasladar muy bien luego a su película. Y qué decir de John Cusack, of course.
Pero ¿por qué os estoy hablando de Alta Fidelidad o de Nick Hornby y de las características de Rob, ese héroe de ficción atípico que busca su madurez incapaz de comprometerse con nada y de tomar una decisión adulta? Pues porque Rob me recuerda a muchísimas de las heroínas de lo que hoy se llama literatura chick lit. De hecho, Alta Fidelidad podría ser perfectamente una novela de chick lit con todos esos elementos de comedia romántica pero con un punto negro, urbana, costumbrista, irónica, divertida, centrada en las relaciones del siglo XXI, con un protagonista que está buscando la perfecta relación, que habla al lector como si fuera su mejor amigo, que se desnuda en cada página, que describe las ansiedades de una nueva generación... si no fuera porque la ha escrito un hombre. Si ¡hasta está llena de listas como en las novelas chick lit! Porque si hay algo en la vida que se le da bien a Rob y a sus compañeros de curro es hacer listas estúpidas. Como estas (tomadas de Microsiervos, donde encontraréis muchas más):
Primeros cinco grupos o músicos que habría que matar a tiros cuando llegue la revolución musical: Colección horrorosa de compacts de Paul y Miranda. Una colección tan horrososa, tan mala, que lo mejor sería meterla en un contenedor metálico y mandarla a un país del tercer mundo. Están todos, no falta ni uno:
Con Alta Fidelidad me refiero, por supuesto, a la obra homónima de ese fantástico inglés llamado Nick Hornby. Hacía tiempo que quería hablar de este autor en el blog a colación de un asunto que surgió en los comentarios y el cine me ha dado la oportunidad. En una incursión que hizo el Sr. Palomares en la Fnac (incursión que no degeneró en ninguna cacería sangrienta, puesto que tenía un cheque regalo con valor de 100 euros) regresó a casa con un DVD "Precio Estrella" de la adaptación que Stephen Frears hizo en el año 2000 con John Cusack en el papel protagonista (también trajo tres cosas más. Hoy en día con un cheque regalo de 100 euros en la Fnac te comes los mocos). Ni que decir tiene que John Cusack es uno de mis actores favoritos de largo y que me gusta prácticamente cualquier peli en la que él interviene... y que Nick Hornby me encanta, así que en cuanto mis hijas volvieron a concederme siete horas seguidas de sueño metí el DVD en la máquina y me vi la película de cabo a rabo.
Me enganchó como la primera vez.
Tanto como el libro.
Y es que Alta Fidelidad tiene todos los ingredientes para convertirse en uno de mis libros (o películas) de cabecera. Es ácido, irónico, está lleno de diálogos chispeantes, de costumbrismo, de personajes divertidos pero al mismo tiempo difíciles... y, sobre todo, de personajes reales. De esos que te hacen exclamar mientras lees "¡eh, a ese tipo le conozco yo!"·
Para los que no lo habéis leído (insensatos, ¿qué habéis hecho con vuestra vida?) el argumento es más o menos el siguiente. Rob Fleming tiene 38 años pero sigue viviendo su vida como si tuviera 19 perdiendo su tiempo y su dinero en una ruionosa tienda de discos de segunda mano, lo que provoca que su última pareja, Laura, rompa con él al principio de la novela. Pero Rob es incapaz de reconocer un error aunque lo tenga delante de sus narices llevando un tanga fosforescente, como es incapaz de comprender su vida sin B.S.O., como es incapaz de reconocer que está hecho polvo porque él es un tío y los tíos no lloran y bla, bla, bla. Su actitud patética y victimista le lleva a hacer un recorrido por todas sus rupturas sentimentales, intentando en vano encontrar la respuesta a por qué le va tan mal con las mujeres, aunque realmente es una respuesta que no quiere saber. Para colmo de males, apenas se relaciona con el mundo exterior, sólo con sus dos estrafalarios empleados, tan obsesionados con la música como él... y tan desastres en todo lo demás (a uno de ellos le interpreta Jack Black en la peli y, en serio, lo hace de miedo). Poco a poco somos testigos de cómo se hunde en un pozo sin fondo y eso es precisamente lo mejor de la novela. Porque cada línea, cada palabra, es como si Rob estuviese sentado delante de ti, contándote lo que le está pasando, tan real como si estuvieras tomándote un café con él. Algo que Stephen Frears supo trasladar muy bien luego a su película. Y qué decir de John Cusack, of course.
Pero ¿por qué os estoy hablando de Alta Fidelidad o de Nick Hornby y de las características de Rob, ese héroe de ficción atípico que busca su madurez incapaz de comprometerse con nada y de tomar una decisión adulta? Pues porque Rob me recuerda a muchísimas de las heroínas de lo que hoy se llama literatura chick lit. De hecho, Alta Fidelidad podría ser perfectamente una novela de chick lit con todos esos elementos de comedia romántica pero con un punto negro, urbana, costumbrista, irónica, divertida, centrada en las relaciones del siglo XXI, con un protagonista que está buscando la perfecta relación, que habla al lector como si fuera su mejor amigo, que se desnuda en cada página, que describe las ansiedades de una nueva generación... si no fuera porque la ha escrito un hombre. Si ¡hasta está llena de listas como en las novelas chick lit! Porque si hay algo en la vida que se le da bien a Rob y a sus compañeros de curro es hacer listas estúpidas. Como estas (tomadas de Microsiervos, donde encontraréis muchas más):
Primeros cinco grupos o músicos que habría que matar a tiros cuando llegue la revolución musical: Colección horrorosa de compacts de Paul y Miranda. Una colección tan horrososa, tan mala, que lo mejor sería meterla en un contenedor metálico y mandarla a un país del tercer mundo. Están todos, no falta ni uno:
- Tina Turner.
- Billy Joel.
- Kate Bush.
- Pink Floyd.
- Simply Red.
- Los Beatles, por supuesto.
- Mike Oldfield (Tubular Bells I y II, nada menos).
- Meat Loaf...