Dice una maldición china: ojalá vivas tiempos interesantes. Qué cabrones, qué listos son, como se demuestra diariamente en esa guerra total, devastadora, que se traen el minichino y el megachino.
El caso es que estamos viviendo momentos interesantes, económicamente hablando (aka la puta crisis), y eso hace que se afilen las estrategias para conseguir clientes también en aquellos sitios que las tenían completamente descuidadas, como los pequeños comercios. Tanto tiempo muriendo lentamente y sin moverse, quejándose de la competencia desleal del Carrefour cuando la respuesta estaba ahí: actuar y fortalecer aquello que les hace diferentes. La crisis ha logrado que los pequeños comerciantes se pongan las pilas, aguzando el ingenio para lograr fidelizar a los clientes o convencerles de que compren. En el Cerdo agridulce llevamos un tiempo fijándonos en estas pequeñas artimañas de bajo coste, hasta el punto de que vamos a crearles una categoría, porque nos parece de lo más interesante. Bienvenidos a una nueva sección. Redoble de tambores.
Marketing de barrio
El primer ejemplo de esta sección es el del Restaurante Rebote, típico sitio de menú a diez euros (o a lo mejor once, no recuerdo) al que tengo cariño porque, entre otras muchas razones, de vez en cuando me invitan al pacharán de sobremesa (a veces, grrrrrr, no). Han puesto una pizarra:
Gran idea esta. El clásico buzón de sugerencias, pero a la vista y haciendo que sirva de algo. Aún no he visto si han incorporado a alguno de los menús el Tiznao, pero da igual, porque esa simple pizarra que cuesta dos euros en un chino ha logrado lo que no logran las grandes campañas de publicidad de docenas de multinacionales: convencernos de que quieren agradarnos, que están dispuestos a hacer algo por complacernos.
El Rebote está en la calle Campoamor número 13, y les recomiendo una visita, incluso aunque no les inviten a pacharán.
2 comentarios:
En el link del restaurante El Rebote he leído "Por la tarde puede disfrutarse un ambiente de copas en nuestros veladores", y me ha venido a la cabeza la imagen de un velorio como en el relato de Cortázar, con las plañideras sosteniendo el copazo de pacharán en una mano y con la otra anotando sus platos favoritos en la pizarra.
Este calor, que es mu malo.
Joer!
El Tiznao ese tiene una pinta que te cagas!
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