Vale. La parte positiva es que un bosque de álamos se salvó gracias a este hombre, que reutilizó un papel usado. ¿Pero de dónde sale la tinta para tachar el texto que sobraba? ¡Eso también es un gasto! ¡Porque la tinta es el líquido más caro del mundo! Y es muy poco ecológico esto: ¡Cincuenta calamares han muerto para que este señor pueda tachar con esa saña el texto que había escrito antes!
Perdón por usar la negrita para escribir lo de los calamares. Seguramente otro calamar más ha muerto para que yo pudiera escribir eso en negrita. En este blog apreciamos mucho a los calamares. De hecho creemos que faltan pelis ecologistas sobre los calamares. Incluso vamos a abrir una petición en Change.org para que hagan un remake de ¡Liberad a Willy!, pero con un calamar: ¡Liberad al kraken!
Pero a lo que iba.
Que lo que parece una buena idea al final resulta no serlo tanto. Porque aparte del tema ecológico y de que el tipo que ha hecho esto da la imagen de ser un rata, demuestra muy poca previsión. Porque veamos cuál es el cartel original:
La llave del ascensor
no funciona bien
Funciona a partir del primero.
¡Gracias!
Y tacha sin ton ni son, a lo primero que se le ocurre. Tacha hasta el ¡Gracias!, que ya me dirás tú qué les molestaría. Es de bien nacido ser agradecido, decía mi abuela. ¿Esta gente no tiene abuela o qué pasa? ¿No habría sido mejor hacer una tachadura con más precisión? Una así:
no funciona bien
¡Gracias!
Mucho mejor. Una frase muy completita, clara, concisa. Y bien nacida (¡gracias!). Esto además nos permitiría hacer un nuevo cartel cuando el ascensor estuviera arreglado, para avisar a los vecinos de que ya pueden usarlo:
¡Gracias!
¡Previsión! ¡Cortesía! ¡Ahorro de tinta!