Hay que ver cómo son las rachas de lecturas. Igual te tragas una docena de libros malos (o los dejas a medias) como de pronto te tropiezas con una sucesión de libros que disfrutas como un enano.
En los últimos meses he tenido bastante suerte con los libros que he leído, así que como preveo que en los próximos tendré mala voy a recuperar la vieja tradición del Cerdo agridulce de reseñar, aunque sea brevemente, los que me han gustado, para que mientras leo los malos libros me consuele el recuerdo de los nuevos.
Por ejemplo, leí prácticamente seguidos tres breves libros de fútbol que esconden muchas cosas hermosas en sus páginas.
Yo reconozco que tengo cierta debilidad con Antonio Agredano. Llevo años leyéndole en el blog colectivo Diarios de fútbol y creo que si escribiera una lista de la compra de los últimos diez años yo lo leería vorazmente. Me fascina el tono que logra imprimir en cada párrafo, o la precisión para encontrar el detalle relevante que explica tanto sobre nosotros, o esa extraña y engañosa facilidad para la escritura a base de frases que son como relámpagos.
En lo mudable, de Antonio Agredano, habla de cómo ve el fútbol un aficionado del Córdoba. En realidad no habla de eso, claro, sino de la vida en general, y del amor en general, y en cómo vemos a las mujeres que amamos, y cómo nos afectan los fracasos y los pequeños triunfos.
Hábilmente estructurado en torno a las sucesivas relaciones amorosas del autor, se van desgranando melancólicamente los recuerdos de fútbol mezclados con los recuerdos amorosos. Una preciosidad de libro, emocionante durante muchas páginas, en el que lo de menos es el fútbol, porque el fútbol es sólo la excusa para hablar de quién somos. Espectacular libro, muy recomendable os guste o no el deporte en cuestión, y seais o no del Córdoba.
Enrique Ballester también escribe en Diarios de fútbol (un día hablaremos de todo lo que le debemos a Diarios de fútbol), y en la misma colección y editorial de En lo mudable ha publicado Infrafútbol, sobre el Castellón. El Castellón es un equipo de fútbol pequeño y y de carácter difícil, cuyos mitos me son completamente ajenos: un ascenso a primera división y un equipo formado en torno a un entrenador legendario, el muy amarrategui Luiche.
Así a bote pronto (notemos la sutileza de usar en este contexto esta expresión) me puedo imaginar pocos equipos con los que me pueda sentir menos identificado, yo que soy del Madrid de toda la vida. Pues os digo una cosa: después de leer este libro es probable que, como hago yo ahora, cada domingo miréis a ver cómo ha quedado vuestro Castellón.
Ballester logra que te preocupes por las hazañas y fechorías de un equipo que ahora mismo está en Tercera División (cuando escribo esto vamos perdiendo 2 a 0 con el Acero) a base de humor y frases como latigazos. Siendo un libro por completo diferente en estilo, tono e intenciones, a En lo mudable, comparten una capacidad extraordinaria para la frase redonda (tengo los dos libros muy subrayados). Con Infrafútbol descubres que también hay belleza en no ganar Copas de Europa ni Ligas ni nada parecido, que hay belleza hasta en perder o luchar por la supervivencia. Bueno, igual no es belleza la palabra. Que hay vida. Eso es, sí: vida.
Juan Tallón. Cómo es el regate en corto de este hombre, acojonante. Es un poco como estar viendo a Butragueño en su mejor momento, ahí parado en el área, con el defensa sin atreverse a entrarle, y de pronto, ¡chac!, un movimiento de cintura, una arrancada brutal y acabas de leer una frase descomunal que te deja boquiabierto (sí, también es este un libro de frases redondas, como los dos anteriores).
Manual de fútbol es un repaso a distintos aspectos del fútbol -es mucho más genérico que los otros dos libros de los que hablo, en el sentido de que no existe narrativa en torno a un equipo-, hilado a través de anécdotas o reflexiones en torno a temas concretos: la portería, el banquillo, la falta. Y esos temas le sirven a Tallón para hablar de otras cosas, como es natural, con ese tono suyo de escribir mientras enciende un cigarrillo o vigila que le ponen suficiente whisky en la copa que logra que cada párrafo parezca esconder los secretos del Universo dentro de él.
Humor irónico, escritura elegante y como de vuelta de todo, deliciosa, que hace de la digresión un nuevo y fascinante género literario.
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