López e Hijos es una empresa familiar (¡nunca lo hubiéramos sospechado!) dedicada a la venta de cajas fuertes, como se puede ver en el dibujo pintado en la fachada de su local:
A riesgo de parecer un patán y un ignorante en el tema de las cajas fuertes (que lo soy), ¿eso no se parece más a una moto que a una caja fuerte? A lo mejor hay cajas fuertes con forma de motos, ya digo que no soy un experto. O a lo mejor este tipo de motos se llaman cajas fuertes, igual que otras se llaman chopped, que a simple vista es igual de raro. ¿Qué tendrá que ver un ingenio mecánico con el fiambre?
Pero bueno, yo en realidad venía a hablar de otra pintura en la pared de López e Hijos, un anuncio maravilloso por el que no pasan los años:
En realidad sí pasan, claro. Me hace gracia la ingenuidad del anuncio, como si ahora los niños no vieran la televisión por otros medios, con los móviles, las tablets o robando televisiones de las tiendas tras romper un escaparate aprovechando una turbamulta provocada por los disturbios provocados por la represión policial en un barrio marginal.
Aunque claro, no sé cuánto puede llevar ahí este anuncio, pero si nos fijamos en las rodilleras del niño y en las antenas de la televisión que transporta la madre, y en el mono que viste, o está hecho en los años 80 o al menos ambientado en esa época. Y eso siempre es bonito. Porque los ochenta molan, está científicamente demostrado.
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