lunes, marzo 27, 2006

Érase una vez que se era

Hay un extraño arte, tal vez mágico, que pocos autores dominan:
Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.
De alguna manera, en las primeras tres frases que inician una novela como Cien años de soledad parece concentrarse el resto del libro, como si en esas veintiocho palabras se escondiera la esencia del realismo mágico. Después de escribir esta frase a García Márquez sólo le quedó desarrollar la historia durante cuatrocientas páginas; pan comido.

Lo mismo le debió ocurrir a Franz Kafka en el que tal vez es el ejemplo más famoso de comienzos certeros, La metamorfosis:
Cuando Gregorio Samsa despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto.
Y justo lo contrario sucede en este comienzo de la mano de Dickens en Historia de dos ciudades, en chusca traducción propia:
Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, era la edad de la sabiduría, era la edad de la estupidez, era la época de creer, era la época de la incredulidad, era la estación de la Luz, era la estación de la Oscuridad, era la primavera de la esperanza, era el invierno de la desesperación, teníamos todo frente a nosotros, no teníamos nada frente a nosotros, íbamos derechos al Cielo, íbamos derechos al otro sitio.
Dickens, con este comienzo tan hermoso, aún no ha proporcionado nada concreto al lector. Pero nos da igual. Tolstoi, en cambio, es brutal y melancólico en su Ana Karenina:
Todas las familias felices se parecen, pero cada familia triste lo es a su manera.
Si aún no se le han puesto los pelos del brazo de punta, tal vez debiera releer lentamente esa frase, señora.

Javier Marías es seguramente el autor español que mejor maneja esas primeras líneas. Como en el escalofriante comienzo de Mañana en la batalla piensa en mí:
Nadie piensa nunca que pueda ir a encontrarse con una muerta entre los brazos y que ya no verá más su rostro cuyo nombre recuerda.
O el absorbente universo que crea con apenas un párrafo en el comienzo de Corazón tan blanco:
No he querido saber, pero he sabido, que una de las niñas, cuando ya no era niña y no hacía mucho que había regresado de su viaje de bodas, entró en el cuarto de baño, se quitó el sostén y se buscó el corazón con la punta de la pistola de su propio padre, que estaba en el comedor con parte de la familia y tres invitados.
Pérez Reverte, en cambio, no es especialmente hábil en los inicios de sus novelas. Para muestra, la ortopédica primera frase de El maestro de esgrima (1988):
El cristal de las panzudas copas de coñac reflejaba las bujías que ardían en los candelabros de plata.
Con el tiempo el chico mejoró muchísimo, como demuestra el impecable comienzo de la saga del Capitán Alatriste (1996), un ejemplo de concisión descriptiva que da el tono de toda la serie:
No era el hombre más honesto, ni el más piadoso, pero era un hombre valiente.
Algunos comienzos no son memorables hasta que no son acompañados de una música sugestiva y su significado se alimenta por el conjunto de la obra:
El espacio, la última frontera. Estos son los viajes de la nave Enterprise en una misión que durará cinco años, dedicada a la exploración de mundos desconocidos, al descubrimiento de nuevas vidas, de nuevas civilizaciones… hasta alcanzar lugares donde nadie ha podido llegar.
Como en esas míticas palabras que daban inicio a esa serie que tanto daño nos hizo de niños:
El coche fantástico es la trepidante aventura de un hombre que no existe, en un mundo lleno de peligros. Michael Knight, un joven solitario embarcado en una cruzada para salvar la causa de los inocentes, los indefensos, los débiles, dentro de un mundo de criminales que operan al margen de la ley...
¿Y a dónde quiero ir a parar? Pues a que yo no soy Javier Marías, lo siento. Así que aquí acaba la primera entrada en este blog. O en otras palabras:

Watson, comienza el juego.

16 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustaría añadir a esta recopilación uno de mis comienzos favoritos de novela:

"Es una verdad mundialmente reconocida que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa"
Jane Austen (resumiendo en 17 palabras el espíritu de una época)

Anónimo dijo...

Los diseñadores piensan que este blog tiene entradas muy largas. Y pocas fotos.

Anónimo dijo...

Y además, las tildes les confunden, añado.

Palomares dijo...

Qué obsesión con Jane austen, ¿no? Aunque el comienzo es espectacular, sí.

Intentaré controlar mi verborrea en las próximas entradas. ¿Qué es una foto?

Anónimo dijo...

Otro comienzo inolvidable de novela. Scaramouche de Sabatini (siento, en V.O.):


"He was born with a gift of laughter, and a sense that the world was mad."

Anónimo dijo...

Aqui el comienzo mas interesante que conozco y que realmente pone los pelos de punta..
"En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas"
Esperando asi el Apocalipsis...

Palomares dijo...

Bienvenidos todos.
No he leído Scaramouche, aunque lo tengo en casa, esperando pacientemente su turno; la frase inicial resume bien el espíritu de la adaptación cinematográfica protagonizada por el fenomenal Stewart Granger -al que parece que vamos olvidando poco a poco, ¿no?-.
Alexis, el nombre del blog es el título de una recopilación de relatos que escribí hace tiempo. Eran relatos amargos y divertidos a la vez; tragicómicos; de humor ácido; de tristeza burlona. ¿Qué significa In bocca al lupo?

Palomares dijo...

El Génesis es impresionante en su estilo seco, sin concesiones al adorno. Apenas hay retórica ni adjetivos estériles. ¿Escribiría la Biblia un antepasado de Dashiell Hammett?
Hablaremos en fechas futuras, sospecho, de algunas historias de la Biblia, porque hay fragmentos que merecen que se les preste mucha atención y de los que se puede aprender mucho, dejando el lado, por supuesto, el asunto de las creencias de cada cuál.

Anónimo dijo...

Pues a mí, que me mola lo breve, la que de verdad me epata es: "Anoche soñé que volvía a Manderley. Me encontraba ante la verja pero no podía entrar porque estaba cerrada".
Y ahora que lo leo, incluso sin la segunda frase me parece más impactante todavía.
Besos y enhorabuena al Palomares por su nuevo y flamante blog.

Anónimo dijo...

Enhorabuena por esta iniciativa para ocupar el tiempo ¿libre? Además, también me parece buena idea comenzar una obra, cualquiera, con una primera piedra indiscutible, rotunda. Y si no se te ocurre nada bueno ¿por qué no usar la del bueno de Aureliano frente al pelotón...? de hecho, yo estoy feliz de tener amigos, conocidos y desconocidos tan leidos como los que estáis aquí arriba y, como no me viene nada genial, estoy por utilizar otra vez esa misma frase, la del hielo, ya sabéis... Volved arriba, leedla otra vez y disfrutad del escalofrío.

Por cierto, García Marquez se revolverá en su tumba (espero que dentro de varios decenios) al hacerle compartir espacio con el coche fantástico y el comienzo imposible del Maestro de esgrima. Me ha parecido que el del coche te gustaba ¿no? de ahí a ponerle la lucecita roja al Rover hay un paso, corto. Cuidado.

Palomares dijo...

"Las Células Asesinas Natas y las celulas dendríticas son componentes centrales del la respuesta inmune"

Si de aquí no sale un cuento...

Carlos, estás muy agresivo últimamente. ¿No estarás mutando? En cualquier caso, en su momento claro que me gustaba El coche fantástico: tenía diez o doce años, ¿cómo no va a gustarte un coche que habla y se conduce sólo y le das al botón de Turbo Boost y vuela y le disparan y no tiene ni un rasguño y le dices a tu reloj ¡Kitt, te necesito! y acude en tu ayuda a toda velocidad?

Iba a poner también el comienzo del Equipo A ("En 1972 cuatro de los mejores hombres del ejército..."), pero me pareció excesivo: no quiero espantar a la clientela.

Attila dijo...

Pues nada Txiki, enhorabuena por abirte también al mundo del blog, a ver si lo actualizas periódicamente :)
¡suerte!

Anónimo dijo...

"Llamadme Ismael", de Robinson Crusoe, por supuesto.

"El cielo sobre el puerto era del color de una televisión sintonizada en un canal muerto", Neuromante, William Gibson.

"Cuando Hiro activó el látigo, yo soñaba con París, soñaba con calles invernales, oscuras, mojadas". William Gibson again.

Palomares dijo...

La de Neuromante es otro caso de comienzo definitorio, desde luego. Qué envidia, de qué manera sienta las bases de la novela -y del cyberpunk- con una docena de palabras. Cómo revolucionar un género. Lección primera.

Palomares dijo...

Y cuidado con el lapsus teclae de Robinson, Grendel.

Anónimo dijo...

Orchidea de Santis, In bocca al lupo......!

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