Tengo yo muy desatendido a Juan Marsé, quién sabe la razón. A veces pasa, que aunque te interese un autor concreto sencillamente no lo lees, porque no encuentras el momento justo, o no te apetece, o quieres probar cosas nuevas. Me ocurre con Coetzee, y es muy misterioso, porque sólo he leído un libro suyo, Desgracia, y es el libro que probablemente más me ha impresionado en los últimos diez años.
De Marsé había leído hasta ahora su obra cumbre, Últimas tardes con Teresa, que, la verdad, me parece que ha envejecido horriblemente y ahora es tosca y falsa, y El embrujo de Shanghai, que me pareció deliciosa y mucho mejor novela. El amante bilingüe es una especie de mezcla de las dos. Narra la historia de Juan Marés -hace falta ser ciego para no ver el anagrama-, un desgraciado aún enamorado de su ex-esposa, una burguesa catalana que siente una brutal atracción por los charnegos. Marés decide disfrazarse en Faneca, un limpiabotas charnego para volver a conquistarla -Faneca, por cierto, es el verdadero nombre de Marsé-. Pero la personalidad del limpiabotas va apoderándose poco a poco del pobre Marés en una especie de esperpéntica versión de Jeckyll y Hyde.
Lo menos interesante de la novela es lo que la conecta con Últimas tardes con Teresa: el amor apasionado entre clases, la diferencia de culturas entre los estratos de la sociedad, toda la trama lingüística -la severa guardiana de la corrección lingüística catalana que se excita al oír el castellano ceceante del andaluz Faneca; imagino que por esto Marsé recibiría bastantes palos-. Yo no acabé de entrar en el tono.
En cambio la parte de las fantasías y cómo estas se apoderan de la realidad, que conecta al Amante con El embrujo de Shanghai, me parece mejor llevada y más interesante. Por esa parte la novela se hace mayor, es divertida, es ácida, es feroz y frenética. Lástima que sea también un poco predecible. Y lástima que cuando la leía tenía todo el rato presente El embrujo de Shanghai, que me parece una novela redonda -y que es posterior, por cierto; como si fuera una versión más acabada de El amante bilingüe, o más bien que el Amante fuera una especie de ensayo general, aún lastrado por el tema del amor interclases-.
Me ha dejado un regusto extraño, ni fu ni fa: momentos sublimes con otros incomprensiblemente aburridos. Aun así tengo ganas de leer otras cosas de Marsé, pero sé que tardaré tiempo en volver a leerle. Tengo en casa Rabos de lagartija y estoy seguro de que no me va a apetecer en ningún momento próximo. Quién sabe por qué.
De Marsé había leído hasta ahora su obra cumbre, Últimas tardes con Teresa, que, la verdad, me parece que ha envejecido horriblemente y ahora es tosca y falsa, y El embrujo de Shanghai, que me pareció deliciosa y mucho mejor novela. El amante bilingüe es una especie de mezcla de las dos. Narra la historia de Juan Marés -hace falta ser ciego para no ver el anagrama-, un desgraciado aún enamorado de su ex-esposa, una burguesa catalana que siente una brutal atracción por los charnegos. Marés decide disfrazarse en Faneca, un limpiabotas charnego para volver a conquistarla -Faneca, por cierto, es el verdadero nombre de Marsé-. Pero la personalidad del limpiabotas va apoderándose poco a poco del pobre Marés en una especie de esperpéntica versión de Jeckyll y Hyde.
Lo menos interesante de la novela es lo que la conecta con Últimas tardes con Teresa: el amor apasionado entre clases, la diferencia de culturas entre los estratos de la sociedad, toda la trama lingüística -la severa guardiana de la corrección lingüística catalana que se excita al oír el castellano ceceante del andaluz Faneca; imagino que por esto Marsé recibiría bastantes palos-. Yo no acabé de entrar en el tono.
En cambio la parte de las fantasías y cómo estas se apoderan de la realidad, que conecta al Amante con El embrujo de Shanghai, me parece mejor llevada y más interesante. Por esa parte la novela se hace mayor, es divertida, es ácida, es feroz y frenética. Lástima que sea también un poco predecible. Y lástima que cuando la leía tenía todo el rato presente El embrujo de Shanghai, que me parece una novela redonda -y que es posterior, por cierto; como si fuera una versión más acabada de El amante bilingüe, o más bien que el Amante fuera una especie de ensayo general, aún lastrado por el tema del amor interclases-.
Me ha dejado un regusto extraño, ni fu ni fa: momentos sublimes con otros incomprensiblemente aburridos. Aun así tengo ganas de leer otras cosas de Marsé, pero sé que tardaré tiempo en volver a leerle. Tengo en casa Rabos de lagartija y estoy seguro de que no me va a apetecer en ningún momento próximo. Quién sabe por qué.
10 comentarios:
No eres un poco duro con Marsé??
Tiene defectos, efectivamente, pero creo que es un escritor sólido. Le perjudican bastante, a mi entender, las adapataciones de sus novelas al cine, que, para mí, son malísimas, y te quitan las ganas de leerle. Y luego todo el tema del catalán y el castellano, que producen una pereza insoportable, al menos en servidora.
¿Duro yo? Qué va. Si he dicho que El embrujo de Shanghai es fantástica, y que esta me ha gustado en algunos momentos. Es coñazo lo del idioma y las diferencias ricos/pobres, pero vamos, que no creo que le haya dado mucha cera.
He resistido bastante bien la tentación de decir que es sólido... como un ladrillo.
Vaya, hombre.
Jo, pues a mí que "El embrujo..." no me gustó, no sé si darle una segunda oportunidad :(
Dale a Coetzee.
A mí me lo recomendaron, al principio estuve reticente con esa manera suya de narrar. Hasta que sientes que lo que cuenta es tan profundo que exige ese lenguaje afilado.
Manténnos informados al respecto.
Un abrazo desde el Canal.
Hace ya muchos años que no leo a Marsé. Me crié en el barrio del Guinardó y me hacía gracia que hubiese un escritor que tuviese el barrio tan presente. Pero la realidad que describía no era la que yo vivía en aquel momento (ni por supuesto, la de después, ya fuera del barrio) y me hartaba un poco tanta machaconería sobre la diferencia de clase social en sus personajes. En la Barcelona que perdió la guerra, todo el mundo sabía cuál era su lugar. Se jugaban el pellejo, así que mucho respeto, mucha misa, mucha sumisión y, sobre todo, guardar las apariencias era básico para mantener a una familia y que te alquilasen un piso. Bueno, al menos eso era lo que me contaban mi madre y mi abuela. El mejor recuerdo que guardo de él es "La oscura historia de la prima Montse", pero creo que ya hemos crecido. Me refiero a que hemos superado un pelín todo ese mundo agobiante de la posguerra, todo ese pesimismo y esa miseria de miras que ha marcado a fuego la generación de nuestros padres.
Si quieres un buen catalán, no te pierdas "Incierta Gloria" de Joan Sales. Ese sí que se merece un post tuyo.
Yo un día abandoné a Marsé por Horacio Vazquez-Rial y, la verdad, nos va muy bien juntos y somos muy felices.
No veo yo mucho fan de Marsé por aquí, la verdad.
Pues yo tampoco soy fan de Marsé, pero he prometido darle una segunda oportunidad, porque tengo por casa 'La oscura historia de la prima Montse' desde hace un par de años (o más) y no me atrevo. Es que me obligaron a leer 'Últimas tardes con teresa' en el bachillerato y no me gustó nada. Pero nada de nada. Y, claro, me traumaticé y no volví a acercarme a ningún libro suyo. Lo mismo me pasó con Millas, del que leí 'Papel mojado' y me pareció un asco. Qué equivocado estaba. Supongo que con Marsé me pasará lo mismo.
PD: también tengo ganas de un Coetzee pero me da una pereza...
Ultimas tardes con Teresa la obra cumbre de Marsé????
Lo que hace a Marsé verdaderamente especial es Si te dicen que caí, una novela que se estudiará (y ya se estudia) en los colegios. Todo lo demás será bueno o malo o ni fu ni fa como dice usted, pero Si te dicen que caí es una de las mejores novelas en castellano del S.XX.
Se cita Últimas tardes con Teresa como la obra maestra de Marsé habitualmente; en el post, sin embargo, yo digo varias veces que es una novela que no me gusta, y que prefiero otras suyas.
Si te dicen que caí no la he leído, de modo que no puedo dar opinión sobre ella.
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