Mil Millington es un escritor inglés cuya columna en un periódico de esos escritos en el idioma klingon tenía un gran éxito. Casado con Margret, una mujer alemana de fuerte carácter, en las columnas Millington relata las múltiples discusiones que mantiene Pel Dalton, el protagonista, con su esposa alemana Ursula. Fíjense en las coincidencias, qué sospechosas. ¿Es su columna autobiográfica, señor Millington?, preguntaban los periodistas, a los que les encanta preguntar a cualquier escritor si su obra es autobiográfica, quién sabe por qué.
Bien, el caso es que las columnas que escribía Millington -y que aquí publica una revista femenina, no sé si Marie Claire o Elle- eran los desternillantes relatos de cada discusión que sostenían Pel y Úrsula sobre prácticamente cualquier tema imaginable. ¿Cuál es la mejor forma de cortar un kiwi? ¿Por qué siempre te dejas el cartón de leche abierto? ¿Hay que pegar a los niños? ¿Vamos a comprarnos un coche? ¿Se dice polla o pilila? La vida de Pel y Úrsula es una continua discusión llena de pequeñas victorias y derrotas, un ejemplo de esgrima verbal humorística de la mano de gente a la que le encanta discutir por cualquier minucia.
Millington decidió dar el salto a la novela y adaptó el pequeño formato de las columnas para transformarlas en una novela: Cosas por las que discutimos mi chica y yo (en el enlace se pueden leer las primeras páginas de la novela). Buscó un hilo conductor que le permitiera seguir desarrollando sus pequeños sketches sobre la guerra de los sexos. El problema es que ese hilo conductor -hay dos, en realidad: los problemas con la casa familiar y los problemas de Pel cuando su jefe se fuga de su empresa, facilitando su ascenso pero poniéndole en manos de las Triadas chinas- no resulta convincente, ni tiene la fuerza necesaria. En realidad Millington no ha escrito una novela sino una colección de escenas con una leve ligazón entre ellas. Como cuando Martes y Trece hacían una película, que era un recurso para mostrar sus chistes, uno tras otro, aunque no tuvieran nada que ver entre ellos. O como las primeras películas de Woody Allen. A Millington, como a Woody Allen, no le funciona la estructura de la obra; pero aún así tiene pasajes, y perdonad una vez más mi francés, descojonantes. Hay momentos brillantes en Cosas por las que discutimos mi chica y yo, que hacen que te retuerzas de risa. Y no es poco.
Por lo demás, es un libro ligerito sin ninguna intención de pasar a la posteridad, y está muy bien que sea así, que se lee de un tirón, se disfruta y acto seguido se olvida. Y que además logra que al mismo tiempo te sientas identificado y agradecido por vivir una vida en pareja más tranquila que la de los protagonistas.
Bien, el caso es que las columnas que escribía Millington -y que aquí publica una revista femenina, no sé si Marie Claire o Elle- eran los desternillantes relatos de cada discusión que sostenían Pel y Úrsula sobre prácticamente cualquier tema imaginable. ¿Cuál es la mejor forma de cortar un kiwi? ¿Por qué siempre te dejas el cartón de leche abierto? ¿Hay que pegar a los niños? ¿Vamos a comprarnos un coche? ¿Se dice polla o pilila? La vida de Pel y Úrsula es una continua discusión llena de pequeñas victorias y derrotas, un ejemplo de esgrima verbal humorística de la mano de gente a la que le encanta discutir por cualquier minucia.
Millington decidió dar el salto a la novela y adaptó el pequeño formato de las columnas para transformarlas en una novela: Cosas por las que discutimos mi chica y yo (en el enlace se pueden leer las primeras páginas de la novela). Buscó un hilo conductor que le permitiera seguir desarrollando sus pequeños sketches sobre la guerra de los sexos. El problema es que ese hilo conductor -hay dos, en realidad: los problemas con la casa familiar y los problemas de Pel cuando su jefe se fuga de su empresa, facilitando su ascenso pero poniéndole en manos de las Triadas chinas- no resulta convincente, ni tiene la fuerza necesaria. En realidad Millington no ha escrito una novela sino una colección de escenas con una leve ligazón entre ellas. Como cuando Martes y Trece hacían una película, que era un recurso para mostrar sus chistes, uno tras otro, aunque no tuvieran nada que ver entre ellos. O como las primeras películas de Woody Allen. A Millington, como a Woody Allen, no le funciona la estructura de la obra; pero aún así tiene pasajes, y perdonad una vez más mi francés, descojonantes. Hay momentos brillantes en Cosas por las que discutimos mi chica y yo, que hacen que te retuerzas de risa. Y no es poco.
Por lo demás, es un libro ligerito sin ninguna intención de pasar a la posteridad, y está muy bien que sea así, que se lee de un tirón, se disfruta y acto seguido se olvida. Y que además logra que al mismo tiempo te sientas identificado y agradecido por vivir una vida en pareja más tranquila que la de los protagonistas.
19 comentarios:
Pregunta de vago:
?Hay algun enlace para leer las famosas columnas en internet, aunque sea en klingon? (aparte del que has puesto)
La verdad es que yo también estoy muy vago...
Hola. Estoy creando www.disemdi.com , un periódico digital que paga según las visitas que tenga tu artículo y me gustaría que colaboraras conmigo.
Concédeme una entrevista a través de Messenger o gmail, mi correo es lonuestro27@hotmail.com. O bien mándame directamente un autorretrato escrito tuyo para colgarlo en la pagina www.wwwdisemdicom.blogspot.com donde está el mio ; conocer a Guillermo Chacón y el de los otros colaboradores.
Un saludo.Jose Guillermo.
Ta bien el comienzo.
Nuflo, se dice nuflo.
Qué cosas, acabo de darme cuenta de que en el fondo esto del Millington es como las Matrimoniadas, pero en inglés. Y en gracioso, claro.
Pero, ¿qué es la vida sin discusión?
Una hamburguesa sin ketchup.
Los librillos estos cortos y graciosos me encantan. Agradezco la recomendación. ¿Alguien se anima a seguir el hilo y recomendar otros en la misma línea? Yo doy un paso al frente y recomiendo dos:
- Un clásico: "Sin noticias de Gurb", de Eduardo Mendoza. Una pareja de extraterrestres llega a la tierra y uno de ellos, tras adoptar la forma de Marta Sánchez desaparece sin dejar rastro. La historia es una especie de cuaderno de bitácora del otro, cuando sale a buscarlo por la Barcelona preolímpica. Desternillante.
- "Tres días en el Valle", de Javier Fesser, de los Fesser de toda la vida. Cuenta la historia real de una reclusión (voluntaria) en la hospedería del Valle de los Caídos, donde pretente pasar unos días de tranquilidad dándole un último empujón a un guión que tiene entre manos, con hilarantes resultados.
¿Otras recomendaciones?
"Wilt" de Tom Sharpe. Nunca una muñeca hinchable dio tanto juego. Otro clásico.
"Ocaso y caída de prácticamente todo el mundo" de Will Cuppy. Uno de los libros de biográficos (y en general) más desternillantes que haya leído. Y veraz, además. Repaso a muchas grandes figuras históricas. Los comentarios a pie de página que añade el autor son impagables.
Me sobra el "de" de "de biográficos".
Eduardo Mendoza es muy recomendable.
Sharpe, como dice Carmona, también, no sólo el Wilt sino casi cualquiera suya. A Will Cuppy no lo conozco.
Añado a la lista a P.G. Wodehouse y sus libros de Jeeves. Me reí muchísimo con un libro llamado Cómo tener la casa como un cerdo, de P.J. O'Rourke.
Está muy bien Prattchett y su saga del Mundodisco, una estupenda parodia de las novelas fantásticas.
Y no puedo por menos que recomendar mi propio libro, Me llaman Fuco Lois, que no es estrictamente humorístico pero con el que te ríes, creo.
Y por supuesto, aunque aún no esté a la venta -aparecerá en sus librerías a comienzos del año que viene- la muy desternillante Sabrina 1-El mundo 0, de Rebeca Rus, habitante de esta casa.
Y si tienes menos de doce años, Fray Perico y su borrico. Anda que no me reía yo con ese libro, válgame, válgame.
Mira qué video he encontrado. Muy divertido para ser de un producto financiero:
http://www.sentidoysensibilidad.com/m/8492068
Saludos.
Hombre, quien no sepa a estas alturas lo que te ríes con Me llaman Fuco Lois... es como nombrar el Quijote y que te pregunten que por dónde queda eso.
De verdad que tengo muchas ganas de leer Sabrina 1-El mundo 0.
Me acabo de acordar de otro que entra más o menos en esta categoría. Lo único malo es que te tiene que gustar Pérez-Reverte. A mí me gusta, pero sé que mucha gente lo odia. Se llama "La sombra del Águila" y cuenta el caso de unos soldaditos españoles enrolados a la fuerza en el ejército de Napoleón durante la campaña de Rusia. Es un relato que nació para ser publicado por entregas en un periódico y que finalmente, el editor decidió recopilar en un libro. Parece que al autor no le hizo mucha gracia, pero a mí sí. La parte de sátira con las situaciones de Napoleón y sus generales es para reir a carcajadas.
Don Esteban, matizaré: "Bajo la sombra del águila" es efectivamente un relato breve de A. Pérez Reverte, que se publicó tiempo después junto con "El Húsar" y algunas otras cosas (breves) bajo el título "Obra breve". Brevitas brevitatis atque omnia brevitas, o sea.
Gurb y Wilt son sublimes. Sharpe es en general divertido, pero también en general un poco bestia. Wodehouse (y en particular los Jeeves) es un genio del humor blanco níveo.
David Lodge es un pequeño genio también: Changing places.
Evelyn Waugh despliega una de las malaslechesjocosas (todo junto) más finas de la historia en sus sátiras de preguerra (1928-1938) http://es.wikipedia.org/wiki/Evelyn_Waugh.
Y esperamos ansiosos 'Sabrina, 1- El Mundo, 0' :-D
Yo solo me he leido alguno de mundodisco (tengo que retomarlos, pardiez) y tambien he leido "Bajo la sombra del Aguila" y "el Husar" (me encanta el capitulo en el que los dos oficiles hablan con el español y le preguntan por que cojones los españoles apoyan a un rey despotico como Fernando VII), y aunque ligeritos y tal, creo que no tienen nada pero que nada que ver, ni en calidad ni en humor, al resto. Por lo menos a los de Discworld.
Don Hans, matizo la matización: "La sombra del águila" se publicó en el año 1993 en un libro de bolsillo de la Editorial Alfaguara, bajo el título "La sombra del águila", no "Bajo la sombra del águila" y en su interior leemos: Advertencia del autor. "La sombra del águila" no es una novela, ni siquiera una novela breve. Se trata de un relato ligero e informal, escrito en vísperas de cubrir como reportero de TVE el conflicto de Bosnia, y destinado a publicarse exclusivamente como folletín por entregas en el suplemento de EL PAÍS durante el verano de 1993. Pero, a menudo, el autor propone y los editores disponen. Que eso conste a su cuenta y en mi descargo. Y a continuación firmaba A. P-R.
Después ese relato se publicó con otros más breves, con la novela corta "El Húsar" y con una colección de artículos en la mencionada "Obra breve". Pero eso fue en 1995.
Pero hay que decir que "El Húsar" fue escrita y publicada antes, en 1983. Es su primera novela y fue publicada por una editorial con la que, según nota del propio autor, nunca mantuvo buenas relaciones. Tardó casi 20 años en recuperar los derechos para pulirla y corregir errores. Es por ello que se publicó en 2005 de forma independiente.
Ferpecto, Don Esteban: me pasé de listo :-D y me disculpo por ello. Contra mis costumbres, no consulté las fuentes (va a deberse a que alguien 'chinó' de mi casa 'la fuente', porque no encuentro el libro)
Publicar un comentario