Año 2007. Toda Hispania está ocupada por muñecos de Santa Claus que trepan por las casas. ¿Toda? ¡No! Un grupo de valientes se niegan a participar en esa patochada del gordo que trepa y han decidido contraatacar:
Con su propia patochada. De momento son pocos, se ven por ahí y por allí -fíjate bien, al fondo- y los colorados siguen siendo mayoría, pero estoy seguro de que los reyes magos que trepan por los balcones acabarán triunfando, visto ese inquietante movimiento popular que propugna la vuelta a la tradición de los Reyes Magos, que una agencia de publicidad ha aprovechado para hacerse una divertísima página, Yo soy de los Reyes Magos (ya la conocerán ustedes, pero por si acaso). Por cierto, alguien tendría que acabar con los hiphoperos, pero ese es otro tema.
A lo que iba. Hablaba de inquietante movimiento popular porque, ocultos entre la gente que se toma el tema a cachondeo, otros convierten la conservación de los Reyes Magos como leitmotiv de su vida, rebelándose contra las tradiciones que vienen de Estados Unidos, como Papá Noel, Halloween (con esta hemos ganado, me vas a comparar Halloween con ir al cementerio a llevar flores) o el wrestling. Por alguna extraña razón, convierten algo minúsculo como esto en un ataque a la patria -malditas costumbres extranjeras-. La patria, para ellos, no es más que los Reyes Magos, la siesta, Fernando Alonso y quejarse de la selección española de fútbol, ahí reposa la esencia del país. Y en tomarse las uvas, cómo no te vas a tomar las uvas. Claro que si no está en esos detalles, ¿dónde está la esencia de un país?
A mí me parece bien conservar a los Reyes Magos, al menos hasta que Papa Noel abandone su soberbia y empiece a hacer cabalgatas. Porque lo más bonito de la Navidad son las cabalgatas, miles de niños gritando entusiasmados, miles de padres sacando lo peor de sí mismos y luchando por cuatro putos caramelos, comportándose de la manera más mezquina para atrapar dos piruletas más que el de al lado, quejándose amargamente porque este año la cabalgata ha sido muy pobre, "apenas tiran nada", jugándose la vida por coger un caramelo que está en el suelo, a punto de ser atropellados por la carroza de los pingüinos. Ah, eso sí que es una tradición típicamente española...
A lo que iba. Hablaba de inquietante movimiento popular porque, ocultos entre la gente que se toma el tema a cachondeo, otros convierten la conservación de los Reyes Magos como leitmotiv de su vida, rebelándose contra las tradiciones que vienen de Estados Unidos, como Papá Noel, Halloween (con esta hemos ganado, me vas a comparar Halloween con ir al cementerio a llevar flores) o el wrestling. Por alguna extraña razón, convierten algo minúsculo como esto en un ataque a la patria -malditas costumbres extranjeras-. La patria, para ellos, no es más que los Reyes Magos, la siesta, Fernando Alonso y quejarse de la selección española de fútbol, ahí reposa la esencia del país. Y en tomarse las uvas, cómo no te vas a tomar las uvas. Claro que si no está en esos detalles, ¿dónde está la esencia de un país?
A mí me parece bien conservar a los Reyes Magos, al menos hasta que Papa Noel abandone su soberbia y empiece a hacer cabalgatas. Porque lo más bonito de la Navidad son las cabalgatas, miles de niños gritando entusiasmados, miles de padres sacando lo peor de sí mismos y luchando por cuatro putos caramelos, comportándose de la manera más mezquina para atrapar dos piruletas más que el de al lado, quejándose amargamente porque este año la cabalgata ha sido muy pobre, "apenas tiran nada", jugándose la vida por coger un caramelo que está en el suelo, a punto de ser atropellados por la carroza de los pingüinos. Ah, eso sí que es una tradición típicamente española...
11 comentarios:
Me parece muy mal que no hayáis mencionado siquiera la entrada del 2008.
No tengo nada en contra de Papá Noel porque de toda la vida en mi casa hemos dado los regalos el día de Navidad en vez de hacerlo en el de Reyes. De hecho, no siento simpatía por ninguno. La locura es que se regale en ambas ocasiones. O que se tenga que regalar en ese día y no recibir cualquiera. Lo que está claro es que hay una estúpida rivalidad del tipo "eres de Nesquik o de Colacao".
Por cierto, yo soy de Nesquik, pero he de confesar que, visto desde la distancia, la cabalgata de Reyes tiene su gracia antropológica, como el hombre de las cavernas en busca del mamut versión 21.1.d.C.
Me encanta la foto!!!!! Sobre todo el detalle de lo que parecen los restos de un Papa Noel descuartizado en la esquina.
No conocía la campaña esa. Es aterradora.
Las noches sin dormir te están volviendo un pelín amargo.
Estoy totalmente de acuerdo. Esto parece una cruzada de las muchas en que últimamente nos vemos envueltos. Como dices, es un asunto nimio, pero hasta en eso, hay que buscar confrontación, porque no somos capaces de respetar a los que piensan de forma diferente.
Yo siempre fuí "de los Reyes", hasta que mis padres, católicos , pero no practicantes, ( bonito concepto también muy nuestro ) llegaron a la conclusión de que si nos dejaban los juguetes en nochebuena, pordríamos jugar muchos más días que si nos los dejaban en reyes, lo cual les agradeceré siempre.
Desde entonces, soy de Papá Noel, pero no porque me caigan bien los americanos ( nada más lejos), ni porque me sienta influenciada por sus costumbres, sino por una cuestión meramente práctica y casual.
Después me hice atea, pero eso ya es otro cantar.
Viva el amargor en el gin tonic y en los cinco párrafos.
Eso sí, Halloween es un rollo, se han pulido a D. Juan y por ahí no paso.
Carmona, en realidad ya lo decía Mister T, está el ying y el yang, el bien y el mal, la noche, el día, la naranja washingtona, la pera de agua. El Colacao y el sucedáneo, el Cheiw y el Bang bang.
Marmota, no me había fijado en lo del Papá Noel descuartizado, qué siniestro. Esta noche dormiré fatal.
Anónimo: no, lo del amargor es previo a las noches de insomnio, es que me dibujaron así. Yo soy un gruñón.
Clara: qué rabia nos daba a los de los Reyes Magos los cabrones que disfrutaban de los regalos desde el 25. De ahí puede que venga el amargor, ahora que lo pienso.
Ligasalsas: viva el gintonic, viva. Don Juan siempre quedará en nuestros corazones y en las noches de farra (¡Cuán gritan esos malditos!).
Yo soy de los Reyes Magos por miedo... miedo a que mi madre me excomulgue, que es una talibán de los reyes. Pero reconozco que me podría vender fácilmente si tuviera la ocasión. Lo de los niños jugándose la vida por cuatro putos caramelos, sus padres tirándose a los bajos de las carrozas jugándose el pescuezo por un caramelo de los chungos, las voces de protesta por la escasez de reparto y empujando contra un coche aparcado a una simpática pareja con dos crías pequeñas, una apenas de tres años y otra de casi dos meses, me suena de haberlo vivido ya en una ocasión. Esta misma semana, digo.
Para mi la esencia de la patria subyace en la tortilla de patatas.
Yo también soy un gruñón, y un amargao, y me gusta el gintonic... quizás porque nunca me regalaron nada, ni el gordo cano de rojo, ni los de las pelucas y las coronas.
Por puro corporativismo hago mías las frases de Mister T... lo del bien y el mal y eso...
Yo, a mis hijos les regalo el día de navidad, y a mis sobrinos el día de reyes (y si no les da tiempo a jugar, que se jodan... total, la mitad de las veces me tiran a la car lo que les regalo...).
En efecto, será más patriota celebrar el día de reyes, pero claro, a ver con qué cohones (con h aspirada)entretienes a los niños durante todas las vacaciones (3 semanas!!).
Lástima, sí, pero me temo que en esta guerra se impondrá el gordo y los reyes acabarán por extinguirse... sic!.
Aunque se me ocurre que quizá modificando un poco el nuevo testamento y diciendo (por ejemplo)que la estrella llegó a Belén en AVE; tampoco hay que exagerar, no es preciso que sea en nochebuena, a finales de Diciembre, bastaría...
Vamos, digo yo.
bueno, después de varios días tomando una media de entre 1/2 y 1 botella de ron (¿era de ron?) me siento autorizado a decir (¿me siento? bueno, da igual) que Santa Claus (Santa Clavos, los mitómanos entienden a qué me refiero), el más primitivo, no vestía de rojo, sino de verde, y no provenía de Laponia, sino de Valencia. No bromeo. Ni tampoco bromeo al decir que las tribus que pastorean caribús descubrieron que éstos se volvían locos con unas setas alucinógenas, y claro, los lapones fueron y las probaron... y también se vuelven locos con ellas. Y los ven volar, y les brilla la nariz (como a mí estas noches) y no sólo la nariz, imagino que todo lo demás (como a mí estas noches, la redundancia es necesaria).
Vuelvo al tajo. Que no a la botella.
¡Se acabó la Navidad! Gracias a Dios.
Ya está. Ya pasó todo.
Se acabaron los hipócritas deseos de paz y amor.
Balance: 100 muertos en las carreteras, 3 víctimas de la violencia doméstina, algún asesinato fruto del consumo excesivo de alcohol.
Se batieron los récords de reyertas familiares en Madrid la noche de Nochebuena.
Como siempre.
¡Feliz No navidad!
Publicar un comentario