martes, agosto 19, 2008

Mala suerte

Hace unos años, cuando era una copy junior y mi sueldo era más junior aún, me gasté una fortuna (para mí lo era entonces) en un top de seda de Hoss. Ni que decir tiene que al día siguiente lo estrené, porque yo soy de esas que no dejan nada para mañana no vaya a ser que me pase algo y me quede con las ganas de estrenar. Y ni que decir tiene también que aquel día fui a la agencia sintiéndome la reina del lugar. Todo el mundo tuvo alguna palabra para mi nueva adquisición: que qué guapa estaba, que si había adelgazado, que me sentaba de miedo... Jo, qué día más estupendo. Lo malo es que se estropeó por la noche. Concretamente, cuando nada más empezar el capítulo de Los Serrano (estamos hablando de la segunda temporada de la serie, la torta de años ha) Verónica Sánchez salió con el mismo top. Horror. Y no es que porque no me guste esta actriz. Me encanta. Me parece simpática, cercana y sobre todo, monísima.


Verónica Sánchez o "the perfect next door girl"

Ese era el problema. A Verónica Sánchez le quedaba el top cien veces mejor que a mí. Pero, bueno, quizás nadie se daba cuenta... Claro que, la cosa se puso más chunga aún. Sí, amigos, porque veinte minutos más tarde, ¿quién salió en el mismo capítulo con el mismo top?

Arggggggg.

Elsa Pataki. La mismísima Elsa Pataki.

No, no, no y no.

¿Por qué a mi, Señor, por qué? La mujer más deseada de España. La mujer de medidas perfectas. Con esa tipa no podría competir ni aunque ella fuera enrollada en una sábana y yo llevara un vestido de Armani.


Ni yendo a Lourdes, oigan...

Tardé mucho en volver a atreverme a llevar a la oficina el maldito top. El caso es que, hace unos días, me compré un modelazo tremendo para una fiesta. Oh, era una pasada, bonito, bien cortado y original. Nadie habría visto nada igual, me dije. Por lo menos, hasta que aquella misma tarde lo sacó Patricia Conde en Sé lo que hicistéis...

En mi próxima vida me pido estar así de buena.

Estaba claro. Se trataba de una conspiración de nivel mundial para hundir mi autoestima y ya de paso, arruinar mi capacidad de compra. No había otra respuesta posible. ¿O sí? Quizás era un caso de mala suerte. De extrema mala suerte. Y es que no me extraña que la autoestima general de las mujeres ande hoy en día por los suelos. Antes no existía la televisión, ni había tanta prensa, ni tantas posibilidades de ver no sólo lo que pasa en tu propio país sino en cualquier rincón del mundo. Y tampoco existía el Photoshop ni el retoque ni los maquillajes tan trabajados. Antes, el listón no estaba tan alto porque no había mucha gente con la que compararse. Sí, en todos los pueblos había una tía buena, pero era alguien asequible, cercano y con algún que otro grano. Hoy, con las nuevas tecnologías, la cosa está muy chunga para las chicas normalitas como yo. Pero yo he decidido no rendirme. La única solución es hacerme con un fondo de armario un "pelín" más extenso y todo estará arreglado.

P.D.: Espero que los chicos encuentren algún aliciente (ejem, ejem, guiño, guiño) en este post que va de vestiditos.


4 comentarios:

Palomares dijo...

Para ser un post de vestiditos, qué pocos vestidos hay. Que no me estoy quejando, ¿eh?

Anónimo dijo...

Chacha, que eres una cool hunter y tú sin saberlo.

An. dijo...

Yo no creo que sea una cuestión de mala suerte, opino exactamente igual que Carmona :D

Pedro dijo...

Que digo yo que el top del que habla Rebeca al principio estaría en el top ten, ¿no?

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