lunes, marzo 29, 2010

Puede estar hablando de cualquier cosa

¿Cómo saber a qué se refiere este grafitero? Puede estar hablando de los programas del corazón. Puede estar hablando de coprofagia. Puede estar hablando de su trabajo que es el mismo, más o menos, que tienes tú.

Un, dos, tres, responda otra vez.

martes, marzo 23, 2010

Nihilismo

Me pasa mi amiga Esther (gracias, maja) este hermoso ejemplo de pintada nihilista:



Nihilismo no significa no usar hilos. A menos que sean hilos de zurcidos invisibles, claro. Nihilismo es no tener esperanza en nada, menos en el diseño de tipografías. Porque eso huele a diseñador que tira para atrás. O diseñadora. Eso es una portada de disco, por ejemplo. O podría serlo.

Voy a fundar una banda que se llame Zurcidos invisibles. Y este será nuestro primer álbum. Si es que Teddy Bautista no se carga la música. O si no se la cargan los piratas. A veces los confundo.

miércoles, marzo 17, 2010

Rebeca Rus vuelve a dar señales de vida

Rebeca Rus, esa mujer oficialmente colaboradora del Cerdo agridulce que en realidad no se pasa por aquí ni para regar las plantas, estará mañana (jueves) en la Universidad del País Vasco para participar como ponente en Komunika 2010: Comunicación en femenino.

Rebeca ha titulado su ponencia como "Sugerir, emocionar, convencer a la mujer. O en otras palabras, Estupideces para chicas", y hablará de su experiencia como publicitaria de pro y escritora de chick lit (si no sabe usted que Rebeca Rus ha escrito dos de los libros más divertidos de la década igual le conviene ponerse al día).

Es de esperar que los que asistan a las jornadas se reirán bastante, porque Rebeca, aparte de hacer unas croquetas de cocido bastante impresionantes, es una oradora divertida y amena. De nada, Rus.

Si están por la zona y tienen la mañana libre yo no dejaría pasar la oportunidad de asistir a la charla. Se pueden hacer las inscripciones aquí.

Y eso es todo por ahora.

martes, marzo 09, 2010

El traje nuevo del emperador


Claro.
Invisibles.
Claro, claro.
Claro.

martes, marzo 02, 2010

Hay que ser hijos de puta

Hay dos tipos de personas: los que cuando ven a alguien en el suelo le dan una patada en las costillas y los que no.

De los primeros hay muchos en la liga italiana de baloncesto, como puede leerse en esta escalofriante noticia:

Caserta logra victoria más amplia historia al ganar por 181-58

123 puntos de ventaja. Abusones. Abusones de verdad. Resulta que el equipo rival está en graves apuros económicos, así que no puede formar con jugadores profesionales, y juega con los junior. La semana pasada ya les cayeron 102 puntos de ventaja. Esta 123. Osea, unos tíos hechos y derechos que cobran un dineral les meten 180 puntos a un equipo de chavales. Muy bien, valientes. Valientes hijos de puta, quiero decir. Porque hay que ser muy mamón (perdonen mi pronunciación del francés) para ensañarse de esa manera con unos críos. Gánales de 50. Pero hijoputa, no les machaques. ¡Que son chavales! ¿A qué viene humillarles de esa manera?

Les voy a contar una cosa a ustedes, pero que no salga de aquí. Pongamos música nostálgica. Yo recuerdo cuando iba al colegio y jugaba al baloncesto. Yo mido ahora un metro setenta. Cuando iba al colegio no medía eso, como pueden imaginarse; pero vamos, que producía el mismo efecto. El caso es jugaba al baloncesto, con doce años. Entramos en una liga. Los primeros partidos, pues ni fu ni fa, algunos bien, otros mal. Se metían treinta puntos por partido. 30-26 podía ser un marcador normal. Luego nuestros dos mejores jugadores dejaron de venir, no recuerdo por qué. El pivot y el ala-pívot. Los demás seguimos. Éramos un equipo tan malo que a mí me pusieron a jugar de 4, de ala-pívot. Así de malos éramos.

Palomares al lado de un ala-pivot rival. Además de medir poco siempre he sido lampiño.
Lo digo para facilitar la identificación.


Al principio del partido todo estaba igualado. Eso duraba más o menos diez o doce segundos. Luego ya íbamos perdiendo. El equipo rival se daba enseguida cuenta de que aquello iba a ser un festín, y empezaban a meter canastas de todos los colores. Y nosotros corríamos detrás de la pelota como pollos sin cabeza. Pronto era evidente que el partido estaba ganado, pero los niños, que son tan hijos de puta como los jugadores de baloncesto italianos, no aflojaban el ritmo. "¡A ver si llegamos a cien puntos!" ¡Cien puntos! ¡Niño, cabronazo! ¡Que soy preadolescente y por tanto un alma sensible! Y caían puntos y puntos. Y todos los partidos igual, los niños del otro equipo en estado febril mientras nosotros recibíamos la tunda, cada vez más desencajados. Hubo un partido en que la paliza era brutal: los cabrones se acercaban a los cien puntos y no bajaban el pie del acelerador. Igual que quemaban hormigas o le quitaban las alas a las moscas, los muy canallas se dedicaban a meter canastas. Nosotros hacíamos lo que podíamos, que no era mucho, la verdad. Ellos llegaron a los cien y los pasaron. Nosotros metimos cuatro puntos, de los cuales dos fueron míos (ya digo que era el ala-pivot titular, un respeto).

Palomares a punto de meter el 50% de los puntos de su equipo en el partido.

Al día siguiente fui al entrenador (es un decir) y le dije que no iba a volver a jugar al baloncesto. Él no dijo nada. Estaría pensando si estaba a tiempo de fichar a James Worthy para mi puesto, supongo. Que no estuvo a tiempo.

Y esa, amigos míos, es la verdadera historia de por qué me prometí que algún día dominaría el mundo y haría que todos los que alguna vez ganaron un partido de baloncesto fueran descuartizados.

Otro día os cuento por qué los que se peinan con raya a un lado también serán desollados cuando me convierta en el Soberano del Universo.

lunes, marzo 01, 2010

Los comienzos son duros

La joven modelo está exultante: ¡Mamá, tengo trabajo! La madre se siente tan orgullosa que lo cuenta a las vecinas a la menor oportunidad: La niña va a hacer un anuncio. De pasta de dientes. La niña siempre ha tenido una sonrisa preciosa.

La joven modelo siempre ha tenido una sonrisa preciosa:


Qué disgusto de la madre. Cómo se lo va a enseñar a su vecina Encarni. Pobre joven modelo. Cómo va a poner esta foto en su carpeta. En todo el mundo cientos de miles de personas ven la foto de la joven modelo y no piensan en que la joven modelo tiene una sonrisa preciosa. Piensan: qué asco, por favor. Qué dientes. Y qué cejas.

La joven modelo se pregunta por qué no han cogido los creativos y han hecho un anuncio de Antes y Después. Siendo ella el Después. O si es el Antes, siendo también el Después. Que se vea su sonrisa preciosa y alegre, no el sarro. En los días pares la joven modelo piensa que los publiciteros somos unos hijos de puta.

Pero entonces alguien consigue su teléfono y la llama. Es un director de cine, quiere que esté en su próxima película. ¡Mamá, tengo trabajo! La niña siempre ha sido una artista, sale muy bien en la cámara desde pequeña.

A mitad del rodaje, la joven modelo rumia la manera de decirle a su madre que la película que está rodando es una secuela de vampiros contra hombres lobo. En los días impares la joven modelo piensa que los directores de cine son unos hijos de puta.
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