Pero aquí no vamos a hablar de El Fary, excepto para contar ese chiste fantabuloso de Faemino y Cansado:
-Se ha muerto El Fary.
-¿Cómo? ¿El eximio cantante?
-No, el científico.
-Ah. Pues ese QUE SE JODA.
Pero bueno, que me disperso. Aquí vamos a hablar de taxistas. De un taxista bien curioso. Hay por ahí (en Madrid) un taxi que lleva en un asiento delantero un bello mensaje destinado al usuario:
En efecto, está BORDADO. Aquí se puede ver mejor en una foto que nos cede amablemente
Paula alias Kuluska:
Qué paciencia, ¿eh? Y qué frikismo.
Ya saben ustedes, lo dijo Marshall McLuhan, que el medio es el mensaje, y que el mensaje esté bordado logra darle dos puntos de entrañabilidad al texto. Que es, además, un bello ejemplo de cómo va cambiando un texto según el redactor avanza en su redacción, quiera él o no.
Aquí empezamos con un mensaje emocional, de buen rollo: El cinturón de seguridad te salva la vida.
Pero en la siguiente línea ya nos ponemos un poco más fríos y apelamos a la fría ley: Utilízalo, es tu obligación (aprovecho para destacar que excepto en "utilízalo" el autor borda también las tildes, con lo fácil que habría sido aprovechar esa excusa barata tan extendida de que no hace falta acentuar las mayúsculas). De la emoción a la coerción.
En la siguiente línea damos un paso más en la frialdad (¿se estaba cansando de bordar nuestro héroe?) y el autor apela ya al vil metal: Evita sanciones. Un argumento puramente racional. Si ni las lágrimas ni el respeto a la ley te convencen, que sea la salud de tu bolsillo quien lo haga.
Y hablando de bolsillo y de dinero: No tengo cambio de 50 euros. Que me tenéis hasta la polla.
-¿Cómo voy a bordar eso, Jose Mari?
-Pues pon hasta la pilila.
-Mira, yo ya no bordo más. Hazlo tú. Borde.
El bordador borde tirando por la borda su amor bordadero a bordo del taxi. Mira en lo que hemos acabado. De empezar hablando de Faemino y Cansado a despeñarnos por la senda de Guillermo Cabrera Infante. Es lo que nos pasa a los redactores. Que no controlamos los textos que escribimos.