La mítica zapatería que en la calle Alcalá anunciaba: Dos pares de zapatos por 29 euros. ¡Porque me da la gana! cerró hace algunos meses. El otro día vi que habían abierto una cafetería allí y me prometí no entrar nunca (yo soy muy leal a las tiendas con carteles fascinantes como los de la zapatería). He cambiado de idea, sin embargo, porque los de la cafetería han puesto un cartel sorprendente:

Luego igual hay de todo en esta cafetería, pero a priori será el típico sitio en el que resulta agradable estar; o sea que probaré. Lo cual me hace preguntarme si el cartel va dirigido a los aspirantes a camarero o a los potenciales clientes.
4 comentarios:
Es verdad que el amargor del café algunas veces no viene de serie, sino impuesto. Un hurra por los camareros y dependientes simpáticos.
Últimamente, me estoy encontrando camareros, dependientes, kiosqueros, cajeras... con caras amargadas y mucha mala leche. No sé si será la crisis, pero les advierto a todos ellos que como se me hinchen los coj****, se la lio parda. A ver si encima que pagas tienes que aguantar malas caras. Además, al que no le guste su trabajo, que lo deje, que hay cola para pillarlo :-p
P.D. Por cierto, que yo, mientras no me se hinchen, soy muuuuuuy simpático y agradable XD XD XD
Carmona: ¡hurra!
Ramón: Hombre, no te pongas nervioso tú tampoco... Habría que poner otro cartel pidiendo clientes simpáticos :-P
Es una reflexión recurrente: en los USA, por ejemplo, JAMÁS encuentras un camata con cara de mala hostia (les va la propina, es decir, un % elevadísimo de su retribución, en ello).
Aquí es todo lo contrario: ya no existen los antiguos camareros profesionales (que sabían estar) pues se han visto sustituidos por posadolescentes amargados e inmigrantes que tal que llegan a españa lo primero que aprenden es a poner la cara de asco.
Vaya mierda.
Publicar un comentario