A mí nunca me ha gustado mucho el tenis ni el ciclismo, excepto el Tour de Francia cuando demarraba Perico o cuando estaba Indurain, que no es que te guste sino que ver ganar a los tuyos no te resultaba aburrido, pero cuando yo era joven y tenía que presentarme a exámenes acababa tragándome unas etapas infumables del Giro de Italia o viendo un dieciseisavos de final de Roland Garrós. Cinco minutillos, me decía, y luego vuelvo. Y eran quince, claro, luego miraba la asignatura de Introducción al Derecho Publicitario y ya me quedaba a ver si el final era en sprint o en sprint. Cuando se acababa la etapa haraganeaba mirando qué había en la nevera -hay que ver qué hambre entra en época de exámenes-. O me ponía a ordenar las carpetas donde guardaba recortes de periódicos. O encontraba una palabra que no conocía o que me resultaba curiosa y la buscaba en la Enciclopedia Plaza&Janés que teníamos en casa, y una palabra llevaba a otra y acababa empleando veinticinco minutos con la enciclopedia. Por cierto que en algún momento os explicaré mi teoría de que las enciclopedias son agujeros negros. Bueno, en realidad acabo de hacerlo.
Ahora no hago exámenes, pero escribo. Y no hay Giro de Italia, pero está Google. Y siempre hay una palabra que buscar, o te surge de pronto la duda de dónde murió Magallanes. O miras a ver si has recibido correo. O a ver si a actualizado alguno de los blogs que visitas. O si ha pasado algo en el mundo. O si has recibido correo (otra vez). O miras en Statcounter a ver cuánta gente te ha visitado, y por qué. Y está Youtube, encima.
Total, que estás más tiempo haciendo pequeñas búsquedas y pequeñas pausas y resolviendo curiosidades que escribiendo. Lo noté mucho la semana pasada, en la que no tuvimos internet por el desfallecimiento del router: he escrito con una velocidad y una constancia como hacía mucho tiempo que no me pasaba. Así que voy a intentar mantener el ritmo, y trataré de ver Roland Garrós sólo a partir de las semifinales. No sé si lo lograré.
Ahora no hago exámenes, pero escribo. Y no hay Giro de Italia, pero está Google. Y siempre hay una palabra que buscar, o te surge de pronto la duda de dónde murió Magallanes. O miras a ver si has recibido correo. O a ver si a actualizado alguno de los blogs que visitas. O si ha pasado algo en el mundo. O si has recibido correo (otra vez). O miras en Statcounter a ver cuánta gente te ha visitado, y por qué. Y está Youtube, encima.
Total, que estás más tiempo haciendo pequeñas búsquedas y pequeñas pausas y resolviendo curiosidades que escribiendo. Lo noté mucho la semana pasada, en la que no tuvimos internet por el desfallecimiento del router: he escrito con una velocidad y una constancia como hacía mucho tiempo que no me pasaba. Así que voy a intentar mantener el ritmo, y trataré de ver Roland Garrós sólo a partir de las semifinales. No sé si lo lograré.
9 comentarios:
Primera visita a ver si alguien ha comentado. Tiempo: 17 minutos. No está mal.
Buenas,
Sólo quería decirte que la próxima vez que entres a mirar estará este comentario.
Saludos.
Gracias, Jaime. Ahora entraré a ver si alguien te ha respondido o si alguien ha respondido a mi respuesta a tu respuesta. O algo.
Creoq ue este experimento no está funcionando. Quizá golpeando violentamente el router...
jajajaja...
a mi también me pasaba (y me pasa), lo que pasa es que ahora lo hago desde el curro...
el sentimiento de culpabilidad, de todas formas, sigue siendo tan leve como cuando estudiaba (y jugaba al tetris).
En época de exámenes tenía el armario de mi habitación ordenadiiiísimo.
Creo que es un mal de los publicitarios el ser incapaces de permanecer concentrados en algo más de 5 minutos. O se nace con esa capacidad, o se adquiere a medida que avanzas profesionalmente.
Apuesto a que a los creativos de Londres no les ocurre. Pero a los de Brasil sí.
Sólo por ser guindilla te diré que Nabokov (sí, estaba en la lista de los super20 que nos facilitó la mujer que te hace ser el intelectual más envidiado) se sentaba 8 horas aislado del mundo. Sólo para pensar y escribir. Pero Mark Twain (también en la lista) escribía un número determinado de palabras al día, y paraba. Así siempre amanecía queriendo ponerse a escribir.
Un abrazo griposo desde el trópico. No digo más.
Supongo que para escribir se ha de estar muy concentrado. San Google es el cielo y el infierno a la vez. Cuando no tengo que utilizar el ordenador en mi trabajo (va por épocas y días), no lo echo de menos en absoluto. Ahora, es sentarme y siempre tengo dudas de la fecha exacta de lo de las Navas de Tolosa; la vida de Magallanes me la sé. Incertidumbre que tengo que resolver de inmediato, claro.
Ánimo y a trabajar.
Fantástico cometiempos lo de los blogs, que se lo digan a mi tesis.
Al menos es más provechoso que los jueguecitos (como el tetris, por ejemplo), cuya adicción aumenta en proporción inversa al tiempo que te queda para entregar cualquier proyecto.
Pues es muy curioso la forma subconsciente de huir de nuestras responsabilidades. Nada mas escuchar esa palabra te da un escalofrío. Para mí eso es la sardina que se muerde la cola. Empiezas teniendo que hacer algo que no puedes evitar, pero dices "bah, si hay tiempo de sobra", y te pones a hacer la típica cosa aburrida que no harías ni en vacaciones (zapping, fotos chorras e inútiles con tu cámara digital que borrarás a los 3 segundos de hacerlas, colocar rectos los libros de la estantería, etc.). Y lo peor de todo es que no te pones a hacer algo divertido, porque si lo hicieras te sentirías culpable. Esto es así, amigos. La mente se defiende de la presión y la responsabilidad ocupándose con otra cosa, pero para defenderse del sentimiento de culpa, se autoflagela con la tarea más absurda que se encuentre. Es una especie de limbo obligacional. Y cuanto más tiempo pasa, menos tiempo te queda para realizar la tarea y más te concentras en la tarea chorra para evadirte de la responsabilidad.
Cuando reaccionas es siempre en el punto de no retorno, es decir, cuando el tiempo que queda es el mínimo que crees que necesitas para tener alguna esperanza de acabar a tiempo con la taréa que debes de hacer. Lo malo es que siempre termina habiendo un libro demasiado infumable como para estudiárselo a tiempo o un trabajo más dificil de hacer de lo que esperabas. Entonces es cuando dices "bah, si ya no me va a dar tiempo" y sigues con la tarea chorra que habías elegido con un sentimiento de culpa desorbitado que desembocará en depresión, o te aprietas las tuercas al 200% de lo que puedes soportar, consiguiendo un ataque de nervios mezclado con un cansancio extremo, pero con la tarea hecha, aunque sea mal. Cuando eres estudiante lo normal es la primera opción, y cuando estás trabajando la segunda, porque si elijes la primera, además de deprimido, puedes acabar despedido.
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