Realmente es increíble las maravillas que se pueden encontrar hoy en día en la sección de niños de cualquier librería. Nada que ver con los cuentos cursis e inocentones de antaño (aunque esos siguen estando, pero peor aún, porque ahora el final es políticamente correcto y la cestita de Caperucita no tiene miel sino alimentos bajos en grasa y sal, etc., etc.). La literatura infantil de hoy en día es todo lo contrario a la de nuestra infancia, es lo contrario de convencional, es lo contrario de inocente… y aún así, sigue siendo fresca, divertida y una importante herramienta de enseñanza para toda una generación.
Los libros de Babette Cole son una excelente muestra.
Babette Cole es mi autora de libros infantiles favorita. Una escritora e ilustradora tan divertida como provocadora, poco amante de lo naif y muy amante de lo escatológico (ahora ya entendéis porque me gusta). En sus libros trata temas difíciles y hasta polémicos, sobre todo, cuando el público objetivo de estos libros es menor de los 12 años, pero Babette Cole siempre logra salir adelante con una gran dosis de humor, mucha valentía para coger al toro-tema por los cuernos y toda la naturalidad del mundo para hablar de esos temas que “otros” considerarían peliagudos (y no sólo para niños).
El primer libro de Babette Cole que entró en nuestra casa fue “El Doctor Guau y unos consejos para su salud”.
Así, a voz de pronto, parecía un libro infantil cualquiera: un perro de familia que, además, de ser mascota es médico (lo normal, vamos). Hasta aquí todo bien. Pero cuando seguimos leyendo, las cosa se puso un poquito más fuerte. Para empezar la familia protagonista, los Palomares (¡ajajá! O sea, que el libro aquel llegara a nuestra casa no fue ninguna casualidad) no eran la típica familia ejemplar de cuento sino una modestísima familia de clase baja inglesa que vivía en un adosado de esos de los que salen en Secretos y Mentiras o Billy Elliot: la madre siempre iba con bata de casa, rulos y zapatillas y al padre no había quien le sacara su cigarrito de la boca, el abuelo se pasaba el día comiendo judías y bebiendo cerveza y los niños estaban más que dejados, sobre todo, el mayor que había empezado a fumar a escondidas en el garaje (y lo que el libro no cuenta). En fin, como veréis, poco que ver con el material típico de los cuentos infantiles que conocíamos. ¿Qué digo? Era mucho más que eso. Era irreverente, provocador y contaba las cosas tal y como eran, sin finales felices o maquillados, asumiendo que los niños no son tontos y que tarde o temprano se enterarían de cómo era el mundo en realidad. Como soy partidaria de la sinceridad y de preparar a mi hija para la vida con, según mi opinión, la herramienta indispensable que es el conocimiento de la realidad, aquel libro me enganchó.
Movida por el entusiasmo, me fui corriendo a las tiendas y di con dos libros de Babette Cole más: "Mamá no me contó" y "Niños: manual del usuario (o como funcionan los niños)". El primero trataba de un montón de temas que mi madre nunca me había contado (anda, a lo mejor eso explicaba el título): la homosexualidad, el terror a que el dinero no llegue para pagar las facturas, los niños adoptados, el fracaso en los estudios, cómo se hacen los bebés… Todo contado con toda la naturalidad y dejando que, en cualquier caso, fuera el progenitor quien decidiera hasta qué punto ahondar en la información de cada uno de los temas. El segundo era un divertido manual de anatomía que explicaba de forma sucinta y divertida cómo funcionaba el cuerpo humano, aunque haciendo un distingo entre los niños buenos y los niños malos. Los niños buenos según Babette Cole tienen pulmones con los que obtienen oxígeno, los niños malos, como fuman, tienen unas cosas asquerosas de color negro que rezuman grasa apestosa. Los niños buenos comen fruta, verdura y se acaban el pescado. Los niños malos comen hamburguesas malas y fango. Muy divertido.
Seguí buscando y dos libros más no tardaron en llegar: "Pelos por todas partes" y "El libro de etiqueta de Lady Lupina": un libro que explicaba cómo los niños se transformaban en adultos por culpa de las hormonas del crecimiento (y les comenzaban a salir pelos por todas partes, granos, etc.) y un manual divertido sobre educación y buenas costumbres.
Todos en casa nos lo hemos pasado pipa leyendo estos cuentos, pero puedo decir que los mayores los que más, porque sólo nosotros hemos sido capaces de ver más allá a través de la ironía y el sentido del humor tan brutal de Babette Cole. Todavía hay docenas de libros más de ella que quiero leer: Mamá puso un huevo (que explica la concepción y el embarazo), Una niña maleducada o Lucrecia Cram domada, El libro apestoso, Todo Doble, Hurra por Ethelyn, Estirar la pata, Los animales me aterrorizan y muchos otros que sólo se pueden encontrar en inglés porque la Editorial Destino (que es la editorial que publica a la señora Cole en España) todavía no se ha puesto del todo en marcha. Libros maravillosos en los que Babette Cole explica a los niños que a “a veces, los adultos se comportan como niños de cinco años”, que algún día nos haremos viejos, o por qué las niñas de doce años comienzan a tener la regla.
Libros que espero que vosotros disfrutéis algún día a pesar de que sean libros infantiles. Solos o en compañía.
Los libros de Babette Cole son una excelente muestra.
Babette Cole trabajando, lo que explica porqué sus libros son más divertidos que los de Sánchez Dragó.
Babette Cole es mi autora de libros infantiles favorita. Una escritora e ilustradora tan divertida como provocadora, poco amante de lo naif y muy amante de lo escatológico (ahora ya entendéis porque me gusta). En sus libros trata temas difíciles y hasta polémicos, sobre todo, cuando el público objetivo de estos libros es menor de los 12 años, pero Babette Cole siempre logra salir adelante con una gran dosis de humor, mucha valentía para coger al toro-tema por los cuernos y toda la naturalidad del mundo para hablar de esos temas que “otros” considerarían peliagudos (y no sólo para niños).
El primer libro de Babette Cole que entró en nuestra casa fue “El Doctor Guau y unos consejos para su salud”.
Así, a voz de pronto, parecía un libro infantil cualquiera: un perro de familia que, además, de ser mascota es médico (lo normal, vamos). Hasta aquí todo bien. Pero cuando seguimos leyendo, las cosa se puso un poquito más fuerte. Para empezar la familia protagonista, los Palomares (¡ajajá! O sea, que el libro aquel llegara a nuestra casa no fue ninguna casualidad) no eran la típica familia ejemplar de cuento sino una modestísima familia de clase baja inglesa que vivía en un adosado de esos de los que salen en Secretos y Mentiras o Billy Elliot: la madre siempre iba con bata de casa, rulos y zapatillas y al padre no había quien le sacara su cigarrito de la boca, el abuelo se pasaba el día comiendo judías y bebiendo cerveza y los niños estaban más que dejados, sobre todo, el mayor que había empezado a fumar a escondidas en el garaje (y lo que el libro no cuenta). En fin, como veréis, poco que ver con el material típico de los cuentos infantiles que conocíamos. ¿Qué digo? Era mucho más que eso. Era irreverente, provocador y contaba las cosas tal y como eran, sin finales felices o maquillados, asumiendo que los niños no son tontos y que tarde o temprano se enterarían de cómo era el mundo en realidad. Como soy partidaria de la sinceridad y de preparar a mi hija para la vida con, según mi opinión, la herramienta indispensable que es el conocimiento de la realidad, aquel libro me enganchó.
Movida por el entusiasmo, me fui corriendo a las tiendas y di con dos libros de Babette Cole más: "Mamá no me contó" y "Niños: manual del usuario (o como funcionan los niños)". El primero trataba de un montón de temas que mi madre nunca me había contado (anda, a lo mejor eso explicaba el título): la homosexualidad, el terror a que el dinero no llegue para pagar las facturas, los niños adoptados, el fracaso en los estudios, cómo se hacen los bebés… Todo contado con toda la naturalidad y dejando que, en cualquier caso, fuera el progenitor quien decidiera hasta qué punto ahondar en la información de cada uno de los temas. El segundo era un divertido manual de anatomía que explicaba de forma sucinta y divertida cómo funcionaba el cuerpo humano, aunque haciendo un distingo entre los niños buenos y los niños malos. Los niños buenos según Babette Cole tienen pulmones con los que obtienen oxígeno, los niños malos, como fuman, tienen unas cosas asquerosas de color negro que rezuman grasa apestosa. Los niños buenos comen fruta, verdura y se acaban el pescado. Los niños malos comen hamburguesas malas y fango. Muy divertido.
Seguí buscando y dos libros más no tardaron en llegar: "Pelos por todas partes" y "El libro de etiqueta de Lady Lupina": un libro que explicaba cómo los niños se transformaban en adultos por culpa de las hormonas del crecimiento (y les comenzaban a salir pelos por todas partes, granos, etc.) y un manual divertido sobre educación y buenas costumbres.
Todos en casa nos lo hemos pasado pipa leyendo estos cuentos, pero puedo decir que los mayores los que más, porque sólo nosotros hemos sido capaces de ver más allá a través de la ironía y el sentido del humor tan brutal de Babette Cole. Todavía hay docenas de libros más de ella que quiero leer: Mamá puso un huevo (que explica la concepción y el embarazo), Una niña maleducada o Lucrecia Cram domada, El libro apestoso, Todo Doble, Hurra por Ethelyn, Estirar la pata, Los animales me aterrorizan y muchos otros que sólo se pueden encontrar en inglés porque la Editorial Destino (que es la editorial que publica a la señora Cole en España) todavía no se ha puesto del todo en marcha. Libros maravillosos en los que Babette Cole explica a los niños que a “a veces, los adultos se comportan como niños de cinco años”, que algún día nos haremos viejos, o por qué las niñas de doce años comienzan a tener la regla.
Libros que espero que vosotros disfrutéis algún día a pesar de que sean libros infantiles. Solos o en compañía.
9 comentarios:
¡Qué gran descubrimiento, Rebeca! Es verdad que en literatura infantil hay verdaderas joyas como esta. ¿Crees que Julia me los dejará cuando los lea? :D
¿Todos esos libros se pueden comprar aquí, o habéis hecho uso de Amazon??
Da, en un mes estaré yo en los EEUU (tiembla ricardito :) y me los compraré todos jejejeje
Los libros se han comprado todos aquí. En Dideco y en La Casa del Libro. ¿A Estados Unidos? ¿Y eso? Llama y cuenta ya.
Vale, puesto que parece que no vamos a tener muchos comentarios a este artículo, y ya nos vamos conociendo, "me voy a tirar el pisto":
¿Alquien quiere algo de Costa Rica? Bueno, en ese caso pedídmelo hoy, que en el interior de la selva no sé si tendré cobertura.
:-)
¡Saludos!
Pos la verdad, me sorprendee , que, otra vez, haya metido la gamba y no haya comprobado que mi post se publicase hace dos dias.
El caso es que, resumiendo, creo que es de agradecer este tipo de libros, sobre todo porque para los mayores puede ser muy util y nos sacara de apuros a la hora de explicar ciertas cosas a los niños.
P.D. Angua, lo siento, pero no dejan pasar a personas con un I.Q. mayor del 99%. Me temo que tendras que cruzar el rio de ilegal para llegar aqui :P
¿Costa Rica? ¿Qué, cómo, cuándo, por qué? Escribe y cuenta. Angua, llámame, please. Ricardito, muy gracioso lo del I.Q. mayor del 99%, eso explica muchas cosas. Ja, ja, ja. P.D.: Txiqui Palomares está desesperado sin interné, pero entre nosotros, está escribiendo más y mejor que nunca.
Me lo anoto, Rebeca. Tienen una pinta estupenda. Hablar a un niño pequeño como personita que es no tiene que resultar nada fácil (en cuanto a temas espinosos se refiere). Mayor mi admiración por este tipo de libros porque ya me cuesta mantener una conversación (sin ponerme nerviosa) con lo que tienen menos de diez.
Me encantan esos libros. Tienen una pinta estupenda.
Los compraré para regalárselos a mis sobrinos.
Yo no me voy a ningún sitio... sniff... sniff...
Perdón, no he tenido tiempo de llamarte Rebeca, mañana, lo prometo :)
Ricardito, tendrán que dejarme entrar con mi CI de 141, capicúa, Nueva York me está esperando, y ningún lerdo de presidente USA me impedirá ver atardecer en Central Park.
César, no sé porqué me da que tú en Costa Rica lo vas a pasar mejor que yo en Manhattan; un qué sé yo, un algo me lo dice ;)
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