lunes, julio 03, 2006

Una aventura a la vuelta de la esquina

Lo que molaba de Los cinco era que estaban paseando tranquilamente por la campiña inglesa, comiendo emparedados y cerveza de jengibre (¡no me lo estoy inventando!) cuando de pronto se veían envueltos en una aventura con secuestradores o estafadores o personas cuyo oficio terminaba en ores, gente chunga, en cualquier caso. En mitad de un paisaje se encontraban con la aventura, por así decirlo.

Valga esta extraña introducción como preámbulo para nuestra tesis principal de hoy: en España no acechan los villanos (aunque cualquiera lo diría) sino los elementos fantásticos, como bien entendió Torrente Ballester, por ejemplo, o el riquísimo repertorio de leyendas que existen por too el territorio. No somos un país realista, por mucho que se empeñaran los literatos de la posguerra, e incluso cuando somos realistas nos gusta más el tremendismo de Cela. Nos gustan los hechos fantásticos, vaya (aquí una prueba). Ahí fuera nos aguarda todo un mundo de sucesos extraños -no en el sentido que le da Íker Jiménez- que nos conviene explorar.

Vamos a ver, por ejemplo, una foto tomada en la adusta tierra salmantina:



Sí, en mitad de Salamanca hay un cartel que te señala la dirección de tres poblaciones que es imposible que existan fuera de un libro de Lewis Carroll. Que no, que no puede ser. Si tomas el camino de la derecha, amigo viajero, has de saber que te vas a adentrar en un mundo fantástico, donde tal vez habiten las hadas, o que sea el último reducto de los centauros, o en el que estén vivos los personajes que hemos leído en los libros de Editorial Bruguera. En mitad de Salamanca.

13 comentarios:

Luisru dijo...

Nunca leí 'Los Cinco', lo mío eran los X Men ¿Me he perdido algo imprescindible? Rupurupay se transforma ipso facto en uno de los nombres de pueblo más absurdos de nuestro país con permiso de Guarroman.

Anónimo dijo...

El caso es que yo siempre pensé que no eran pueblos, sino lugares, paisajes, vistas sobre la presa...

no sé, creo que os columpiáis con lo de las poblaciones, preguntad a Rubén...

Ahora bien, sea lo que sea, hay que reconocer que es alucinante. La primera vez que lo vi pensé que nos habían abducido con la famosa niebla de la carretera.

Palomares dijo...

Qué va, Los Cinco son un coñazo a menos que tuvieras once años y vivieras en los ochenta (si un niño de ahora lee los Cinco deben de parecerle de un naïf aterrador). incluso entonces uno ya sospechaba que estaba leyendo una tontería.
Rupurupay parece salido de los Mares del Sur.

Palomares dijo...

Bah, da igual si son pueblos o castillos, el caso es que son claramente irreales. O deberían. O lo irreal es lo de Coto privado de caza (que cuando era chico pensaba que quería decir que habían quitado la caza de allí: privado de caza, ¿pillais?).

Cayetana Altovoltaje dijo...

¡Los Cinco, qué momento nostálgico! A mí me encantaban, pero es que mi anglofilia es patológica.
Genial la foto. Yo cuando veo esos nombres imposibles siempre pienso cómo serán los gentilicios... ¿rupitinianos? ¿rupurupayos?.
Ahora ya sabemos de dónde viene Rumpelstinskin.

Ricardito ëmore dijo...

Jajajaja. Solo falta Chiquito de la calzada anunciando las poblaciones, lugares o paises esos en la encrucijada. Seria como el enano loco con el que empiezan todas las aventuras, el tipico cabrnoncete que da un empujon al inocente niño para que caiga por el pozo de las maravillas para meterse en el mundo fantastico que se nombraba.

P.D> Si, "naive" o como sea serian "Los Cinco" Pero yo a mis ocho añitos empece con "Los Hollyster" Y a los pocos años descubri a Georgina y compañia, y en comparacion me parecerieron de lo mas profundo y dinamico del mundo mundial, ajjajajaja

Palomares dijo...

Qué mal me caía Jorge, y sobre todo qué mal me sentaba que fuera la favorita de la autora, que se le notaba un montón.

Señorita Altovoltaje, no vuelva a echar una ojeada a los libros. La nostalgia es un poderoso embellecedor y hoy se daría cuenta de qué extrañas cosas escribía la Blyton. Bueno, también es que escribir novelas para niños en los años 30 tenía que ser fino.

Anónimo dijo...

A qué sabe la cerveza de jengibre?

Palomares dijo...

A jengibre, supongo (o sea, asqueroso). Es la típica cosa que uno nunca prueba -estupidos prejuicios-. Como la zarzaparrilla.
¡Aquarius zarzaparrilla ya!

Anónimo dijo...

Ay, que recuerdos me ha traído esa señal! Qué ataque de risa aquella noche cuando la leímos!
La cerveza de gengibre es repugnante. Lo primero que hice la primera vez que fui a la Gran Bretaña fue comprar una lata de eso, que terminó directamente en la taza del WC sin necesidad de paso previo por mi cuerpo serrano. Ya se pueden ustedes imaginar que no seguí con el pastel de riñones ni el resto de la gastronomía aprendida con Los Cinco.

Anónimo dijo...

¡Los cinco y los Hollister! sí que ha pasado tiempo desde entonces... creo que seguiré tu consejo y no me acercaré a ninguno de los dos.

José Antonio, aunque creo que lo de la España Fantástica es discutible, sí es verdad que hay nombres de lo más curiosos. De hecho, creo que cada región tiene los suyos: casi podríamos hacer un listado


perez_oso, aunque suene a tópico, lo de los ingleses con la comida no tiene remedio;
Aparte de esa afición al jengibre (¿cómo se puede hacer una galleta con eso?) o las judías con tostada
Todavía recuerdo cuando encontré en el supermercado salsa de menta ¡y yo creía que solo salía en ásterix!

Vale, solo he hecho este comentario para decir que soy un hombre de mundo y he visitado Gran Bretaña

Palomares dijo...

Eh, eh, que la salsa de menta está rica, si acompaña la carne. Costillas de cordero, por ejmplo. Suponiendo que estemos hablando del mismo tipo de salsa, claro.

Anónimo dijo...

Bueno, es cuestión de gustos; a mí no me hizo mucha gracia, la verdad.
Yo cuando la vi por primera vez me acordé del chiste de Asterix,
"cordero en salsa de menta, pobre animal"
En cambio las costillas con mojo de cilantro...

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