Lois McMaster Bujold escribe space opera, que es la manera molona que existe en la ciencia ficción para llamar a las aventuras de toda la vida como las de Emilio Salgari, sólo que con pistolas láser y naves que surcan el hiperespacio.
Lois McMaster Bujold, aparte de tener un nombre tan chulo como el género en el que es especialista, es famosa por una serie de novelas sobre un tipo llamado Miles Vorkosigan, un hombre extremadamente inteligente –el mejor estratega de su tiempo- pero tullido. Sé que estáis pensando en House, pero no es lo mismo.
Lois McMaster Bujold, aparte de tener un nombre tan chulo como el género en el que es especialista, es famosa por una serie de novelas sobre un tipo llamado Miles Vorkosigan, un hombre extremadamente inteligente –el mejor estratega de su tiempo- pero tullido. Sé que estáis pensando en House, pero no es lo mismo.
De esa serie había leído, compra de saldo mediante, Fragmentos de honor, que aquí en España apareció como una tardía secuela o precuela –no habla de Miles, sino de sus padres- y sin embargo está escrita al mismo tiempo que El aprendiz de guerrero, que vendría a ser la primera novela real de Vorkosigan. Bien, Fragmentos de honor me gustó moderadamente: lectura fácil pero no apasionante, entretenida, un poco como una comedia de Meg Ryan (cuando hacía cosas digeribles, no cuando se volvió empalagosa). Sin sustancia pero ideal para pasar una tarde de otoño. Literatura kleenex, pero de las que no te raspan la nariz, que hay algunos que hay que ver de qué material están hechos, te dejan las aletas rojas.
Aprovechando que han empezado a publicar la serie en edición de bolsillo, me compré El aprendiz de guerrero, pensando que me iba a ofrecer más de lo mismo. Y sí, pero no. No sé por qué, pero me ha gustado mucho menos. Quizá porque el estilo desenfadado y ligerito no me ha llegado a convencer, que hay momentos en que todo parece un poco forzado, que hay razonamientos gratuitos y en general todo parece un poco caprichoso. Y sobre todo que no me acabo de creer el personaje, me resulta artificial, no me cae bien. No siento ninguna empatía con él. Y ya no recuerdo más del libro, así de rápido ha pasado, y sin dejar huella. Esa sería mi valoración: ni fu ni fa (¿de dónde habrá salido esta expresión?).
Tengo la sensación de que, como suele suceder en este tipo de series, la autora todavía no había dado con aquello que hace a su personaje único, aún no había definido sus características; estaba experimentando con él, buscando la voz, el tono, la química. Le pasa lo mismo a Sherlock Holmes en Estudio en escarlata, a Harry Flashman en Harry Flashman, a Homer Simpson en la primera temporada de Los Simpson, a, yo qué sé, a James Bond en Casino Royale. Así que, aprovechando que se vende al precio de cinco euretes, me parece que le voy a conceder una segunda oportunidad a McMaster Bujold y a Vorkosigan a ver si acaba de definirse el personaje y me encuentro con una serie que me ofrezca diversión sin profundidades para esos momentos en los que a uno sólo le apetece pasar páginas.
Ya os contaré.
Ya os contaré.
4 comentarios:
Pues cuéntalo cuando lo leas, que interesa... :-)
Descuida. Aunque no sé cuánto tardaré.
He leído ambas y me gustan, pero tienes razón, mejor que Fragmentos de honor es la siguiente, Barrayar, y mejor que El aprendiz, El juego de los Vor. Pero yo me quedo con Danza de espejos, que es bastante posterior. Cetaganda está bien, sin más, y Froneras del infinito te deja con ganas de más.
Tanto Miles como su madre, Cordelia, son personajes que me gustan, pero el personaje que me encanta es el de su padre, Aral. ¿Puede un personaje de un libro (o saga) ser sexy? Mi novio opina que no, pero yo creo que Aral lo es. Y de que manera.
Me he comprado hace una semana Fronteras del infinito, basándome en el Hugo, el Analog y el Nebula que le dieron, así que esa será su oportunidad. Si me deja con ganas de más... será buena señal.
Aral me pareció un buen personaje en Fragmentos de honor, sí. En El aprendiz es un secundario que prácticamente es terciario.
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