sábado, julio 21, 2007

Dibididabididú

Bueno, pues nos vamos de vacaciones un rato, así que este blog se actualizará aún menos durante algunos días. Pero antes de irnos vamos a contaros una historia.

Cuando Rebeca Rodríguez Rus tenía diez años, su padre la llevaba a su despacho los sábados, cuando iba a trabajar. Allí, Rebeca se ponía delante de una máquina de escribir y tecleaba las historias que se le ocurrían. Tanto leer no podía ser bueno, claro.

Pasó el tiempo y Rebeca dejó de escribir. Y volvió a pasar el tiempo y Rebeca volvió a escribir de nuevo, pero profesionalmente: textos publicitarios. Y volvió a pasar el tiempo y de pronto Rebeca se encontró en una empresa que iba a la deriva; a la bancarrota más bien. No había trabajo, no había clientes, pero los empleados tenían que ir un día tras otro a la oficina. A no hacer nada. Eso es algo insoportable, de veras. No tener nada que hacer en todo el día, sólo estar allí sentado, esperando a que pasen las horas para poder irte a casa. Hasta internet se queda pequeño en esas circunstancias. Y un día Rebeca se puso a escribir una pequeña historia. La historia creció y se convirtió en una novela, llamada Sabrina 1 - El mundo 0.

Era una novela divertidísima. Yo he leído muchas novelas divertidas: Mendoza, Wodehouse, Sharpe, Prattchett. Esta estaba a la altura. Era una novela, lo diré con elegancia, descojonante, de las de mearse de risa y no poder parar de reír y pensar mientras vas en el metro: "la gente va a pensar que estoy loco". Como no quiero pecar de exagerado diré que estaba entre las 10 mejores novelas de humor que yo haya leído nunca.

Naturalmente, Rebeca la envió a algunas editoriales. Y naturalmente, recibió las clásicas cartas de rechazo: "Hemos leído con atención su manuscrito titulado Nombre de la Novela y bla bla bla".

Pasó el tiempo y Rebeca escribió una segunda novela que era al menos tan divertida como la primera: Diez maneras diferentes de ser Laura. Y también la mandó a algunas editoriales. Y a algunos concursos. Sin ningún éxito. Y siguió pasando el tiempo. Rebeca se puso a escribir su tercera novela.

Pero un día, hace dos semanas, sonó el teléfono. Contestó Rebeca. Le dijeron:

-Shalakabula, chachikabula, dibididabididú.




Más o menos. Porque en realidad dijeron:

-Hola, llamamos de Esencia, de la Editorial Planeta, y queremos publicar tu novela.

Y fue como si un Hada madrina hubiese aparecido y la hubiese tocado con su varita, como si le hubiese concedido un deseo. Sólo que lo que le concedían no era un bonito vestido, sino la publicación de un libro. Porque sí, en enero se publicará Sabrina 1 - El mundo 0 y tendréis la oportunidad de troncharos de risa con las aventuras de una chica desastrosa llamada Sabrina. El Hada Madrina existe y la niña que escribía en el trabajo de su padre va a cumplir su sueño dorado y se siente explotar de felicidad. Enhorabuena, Rebeca. Y recuerda que aunque el Hada Madrina le hizo un bonito vestido a la Cenicienta, esta ya le daba sopas con honda a las hermanastras gordas y feas.

BSO: El gran Bobby McFerrin hace una versión del Dibididabididú:



Felices vacaciones.

jueves, julio 19, 2007

El retorno de los famosos que hay que decir que son famosos

Parece que fue ayer cuando hablábamos de los Famosos que hay que decir que son famosos, y ya tenemos encima una nueva temporada de publicidad.

Aquí está la clásica supermodelo desconocida que firma sutilmente de El Corte Inglés:

La firma es el garabato sutil junto a la cintura, no los grafitis de encima. Bar Rafaeli, se llama. Nombre chanante, ¿no? Parece de mentira, como Solomon Kane, o Tata Golosa. La moza, que por otra parte está de toma pan y moja, es una modelo israelí que al parecer estuvo saliendo con Leonardo Di Caprio, como aquella otra que también fue imagen de El Corte Inglés. Pareciera que en el Corte Inglés lo que hacen para elegir modelos es repasar la agenda de Leonardo Di Caprio. Al que hay que alabarle el gusto, por otra parte.

Pero no hablemos de El Corte Inglés, sino de nuestros ídolos. Skechers.

En el capítulo anterior, Skechers contrataba a una desconocida llamada Carrie Underwood y le hacía una campaña de publicidad gratis (¿alguien compró el disco, por cierto?). Qué coño gratis, le soltaba una pasta por hacerle publicidad. Esta vez han decidido cambiar de estrategia:



Se ve fatal, pero la rubia del gorrito es una chica que se llama Ashlee Simpson. Lo pone arriba, junto al gorro: Ashlee Simpson in concert, para los que desconocíamos su existencia. O sea que también es cantante. La Montaña de Basura nos dice que aunque cantante es más conocida por ser la hermana de otra cantante, o así, Jessica Simpson, que al parecer se hizo bastante famosa protagonizando su propio reality. Aquí la Jessica mostrando sus talentos, acompañada de algunas amigas:



Y aquí perpetrando una delirante versión del jitazo de Nancy Sinatra (atención a partir del minuto 3):



Dos cosas:
1.Qué delgada es la línea que separa a una popstar de una pornstar en estos días, ¿eh?

2.Qué pinta el pobre Willie Nelson en este fregao.

La verdad es que no se entiende que elijas a la hermana fea pudiendo elegir a la del bikini, pero bueno. Supongo que sería más barata, casi de saldillo. Aparte que si sale la Jessica en bikini quién iba a fijarse en ese grupo de zapatos que están por el suelo, en plan natural. Enseñar gama de producto, se llama a eso en la jerga. Que se vea nuestro producto para que la gente elija el que más le guste. Que vean que no producimos un sólo par de zapatos, como pensaría cualquier persona normal que viera un solo par en el anuncio. Y se pone así, sutilmente, como si fuera la manera de guardar los zapatos en casa. Cuatro pares, se supone que porque está eligiendo cuál ponerse. O porque le gusta tener los zapatos tirados por el suelo. Como no conoces a Ashlee no podemos saber en qué estaba pensando cuando puso los zapatos por ahí.

Al menos hay que agradecer que no llenaran la habitación de todos los zapatos de la marca (el complejo Imelda Marcos de muchos anunciantes, no necesariamente reflejado en calzado, sino con cualquier producto). Ahí se nota la habilidad del creativo, al poner esa cosa rosa que ocupa la mitad de la valla y que dice sutilmente: ¿Te parezco pija? Eso es porque lo soy. Osea.

Para compensar, porque habéis de saber que la mayor parte de la creación publicitaria se basa en un proceso de negociación, el astuto creativo ha puesto un montón más de zapatos en la valla. ¿Dónde? En el ordenador: Ashlee está consultando la página web de Skechers. Brillante, ¿no? No lo va a ver nadie, excepto blogueros enfermos como el del Cerdo agridulce, pero ahí están. Por si lo ve alguien. Que no lo va a ver nadie excepto los blogueros enfermos como el del Cerdo agridulce, pero ahí están. Por si lo ve alguien. Que no lo va a ver nadie excepto los blogueros enfermos (dramatización de la probable conversación entre cliente y agencia).

Ardo en deseos de conocer a quién se está follando ahora Leonardo Di Caprio y quién es la desconocida que va a anunciar Skechers. Ánimo. Ya queda menos.

martes, julio 17, 2007

Manifiesto sentimental o ¡cómo me gusta Munich!

Leo en un escueto artículo del periódico gratuito “20 minutos” (y ¿de qué otra forma pueden ser los artículos de un periódico gratuito sino escuetos?) que según una encuesta realizada por el Monocle Magazine y publicada por el International Herald Tribune, Madrid es la décima ciudad del mundo donde mejor se vive.

Sobre eso hoy no voy a decir nada. Sobre todo, porque nunca he vivido en ninguna otra ciudad que no sea Madrid y no puedo comparar. Si exceptuamos, claro, una breve temporada que pasé en Liverpool, pero tenía dieciocho años y estaba ocupada en hacer “otras cosas” que no fueran “vivir”.

Además, tampoco voy a escribir de Madrid, porque ya lo he hecho en otra ocasión y no tengo nada nuevo que decir. En cambio sí me gustaría hablar de la ciudad que se ha hecho con el primer puesto del palmarés de Chupi Ciudades del Mundo Mundial: Munich.

Lo confieso, estoy muy o bastante enamorada de Munich. Tanto, tanto, que si no estuviera en Alemania lo mismo me planteaba proponerle al Txiqui una mudanza Express. Pero a mi Otra Mitad no le gusta nada-pero-que-nada el frío y la ciudad de Munich tiene la mala costumbre de coger temperaturas bajo cero durante algunos meses al año. Aunque el resto del año hace un tiempo “francamente” y las ventajas de esta preciosa ciudad son suficientes como plantearse un estilo de vida.

En su brevísimo texto, cuenta el artículo del “20 minutos” que, para hacer esta clasificación, se han tenido en cuenta las siguientes variables: existencia de conexiones internacionales con un aeropuerto moderno, nivel de criminalidad, el de formación y educación, los servicios sanitarios, las horas de sol y la temperatura media, la accesibilidad de las comunicaciones, la conectividad, la tolerancia social, la facilidad para encontrar ocio después de la una de la madrugada, la relación calidad-precio del transporte público, la posibilidad de acceso a los medios de comunicación internacionales y la naturaleza. Pero, pero… vamos a ver, ¿es que no han tenido en cuenta los biergarten? ¿O lo simpáticos que son los muniquenses? ¡Vaya!, Munich debe ser mucho mejor de lo que pensaba si no ha sido necesario tener en cuenta estas otras variables para ganar.

Según he leído los de Monocle Magazine tampoco han tenido en cuenta que las aceras de la mayoría de las calles de Munich son hasta dos veces más anchas que las de Madrid. Y en ocasiones ¡hasta cuatro veces más anchas! Absolutamente paseables. Por si esto fuera poco, en casi todas las vías principales, junto a esas anchísimas aceras, se han construido carriles-bici separados de la calzada principal que la gente ¡usa de verdad!
En serio.
No es broma.
A pesar de que Munich es uno de los centros neurálgicos de la industria automovilística de Europa, sus habitantes prefieren usar la bicicleta para sus desplazamientos. Y allá que te van, con sus bebés a cuestas en divertidos remolques, con sus compritas y demás. Cuesta imaginar que en Madrid alguien dejase a un pedazo de BMW abandonado a su suerte, aunque sólo fuera para ir a comprar el pan. Y todavía no hemos llegado al apartado “flores”. En las calles, avenidas, glorietas y demás de Munich hay flores a tutiplén. Como en la Plaza de la Cibeles de Madrid. Pero en todas las plazas. Y en las que no son plazas también.


En Munich no hay alfombras hechas con cáscaras de gambas en los bares,
por eso he tenido que poner esta foto.

De Munich me encantan también sus parques y como los ciudadanos hacen vida en ellos y les sacan todo el partido. Claro que, no es lo mismo meter los pies en un cantarín riachuelo de aguas cristalinas del Englischer Garten que meterlo en el estanque de los patos de El Retiro de Madrid. Ya sabéis a que me refiero.

Y no olvidemos los biergarten.

En el Parque de El Retiro debería haber más biergarten. Ah, que no hay ninguno. Pues debería haber al menos un biergarten, con bien de cerveza de todas clases, comida a tutiplén, bancos de madera y una banda de música tocando non-stop.

Mientras escribo esto me estoy emocionando tanto que me meto en una página inmobiliaria de Munich y comienzo a buscar casa como loca.

Hasta que recuerdo que en Munich, cuando hace frío, hace mucho frío.

Y que los coches se pueden pasar semanas ocultos bajo una capa de nieve.

Y que la gente no puede salir de casa entonces (lo que, seamos sinceros, con una niña de dos años y medio se puede convertir en un anticipo del Apocalipsis).

Y que en toda la ciudad de Munich ¡sólo hay una pescadería! ¡Y no vende percebes!

Y, entonces me digo que vivir en la ciudad que ocupa el puesto número 1 del ranking está bien, pero vivir en la ciudad que ocupa el puesto número 10 del ranking tampoco está nada mal. Y que, aunque los percebes gallegos están a 40 euros el kilo (como poco), siempre existe la posibilidad de ir a comprar percebes.

Y siempre que tenga morriña de Munich me puedo auto-invitar a casa de mis familiares exiliados allí.


lunes, julio 16, 2007

Recuerdo de San Sebastián

Repasando fotos para el blog, que tengo muchas pendientes, me he tropezado con una del último viaje a San Sebastián, cuando el festival de publicidad. No sé por qué no la puse en aquella crónica, pero la traigo a colación ahora como ejemplo de cómo un estereotipo se ve confirmado por pequeños detalles sin importancia. Con todos ustedes, la foto titulada: "Los vascos son unos sobraos":

Toma promoción. Tostada triple. En mayúsculas, que por eso es triple: TOSTADA TRIPLE. Aquí no se andan con chiquitas, si acaso con txikitos (chiste multicultural cortesía de la casa). Ay, qué bien viviría yo en San Sebastián. Y qué fácilmente llegaría a un peso de tres cifras y media.


viernes, julio 13, 2007

Canto del cisne

Lo último que hice en mi ex agencia, hace de esto ya seis meses, fue pensar en este anuncio para una asociación sin ánimo de lucro llamada Ecovidrio, que anima a reciclar vidrio. Vaya, hombre, ya os he reventado el final:



Como el anuncio ha tardado cerca de medio año en ver la luz, me ha pasado con él algo infrecuente: no he seguido de cerca todo el proceso de realización. He sido como el futuro padre que toma las de Villadiego después de echar el polvo. Y ahora me encuentro al chaval (me lo ha enseñado la madre) y apenas lo reconozco como mío. O sea, sí, tiene mis ojos: esa era la idea que yo pensé, esas palabras que recita el locutor las escribí yo, pero de alguna manera me resultan extrañas, hay una distancia entre el anuncio y yo difícil de salvar.

A veces me ocurre con algunos relatos, por motivos distintos. Los leo, meses o años después de haberlos escrito, y me parecen creados por una mano diferente a la mía, me sorprendo de las reacciones de los personajes como si las viera por vez primera, me irritan las torpezas del narrador y me complacen sus aciertos, y en ningún momento creo verosímil que el autor de esa obra fuera un yo dos años más joven, tan lejano me parece el relato o tan extraño a mí.

Si yo hubiera estado presente mientras se iba realizando la película el anuncio sería sin duda diferente, lo sentiría también más mío. Ahora en cambio lo veo y casi puedo llegar a ser objetivo con él, valorar sus virtudes y sus defectos sin ser engañado por el orgullo. Casi, porque en el fondo, sigue siendo mío y le he cogido afecto. Y además que el polvo estuvo bastante bien.

miércoles, julio 11, 2007

Examen sorpresa

Vale, hay que reconocer que este es un artículo para salir del paso, un artículo de relleno, pero aprécienlo en su justa medida porque muchas veces el relleno es mejor que aquello que lo envuelve, por ejemplo un pollo relleno de foie y piñones.

Esta es una de mis escenas favoritas de una de las grandes películas españolas de todos los tiempos, una isla de humor absurdo, Amanece que no es poco:



Habría sido perfecto con la pregunta: Las ingles y los micrófonos, pero sería pedir demasiado.

Como bola extra, un ejemplo de pedagogia sacado de la misma película: la letra no entra con sangre, entra con una alegre canción:

viernes, julio 06, 2007

Más publicidad de revival

Rebeca Rus, esa mujer que cada vez se pasa menos por aquí a regar las plantas, pero que escribe divertidísimos artículos en el blog familiar Cocinando que es gerundio, me mandó el otro día tres anuncios que me han encantado, y eso que yo estoy empezando a estar ya un poco harto de esta obsesión por los ochenta que nos ha entrado a todos los creativos (más ejemplos próximamente en esta misma casa). Supongo que en los ochenta estaría de moda el revival de los sesenta. Bueno, al lío, los vídeos que me pasó Rebeca, aunque en realidad los descubrió Tavo (te debo una caña, que me alegraron el día):

[Vale, cambio de planes: uno de los anuncios debe de tener algún problema con los autoridades (aka El Cliente), así que lo están haciendo desaparecer de YouTube. Os pongo los otros dos en cómodos plazos:)







Cómo ha envejecido este hombre (y nosotros), comparado con aquellos tiempos en los que cantaba esa canción incomprensible cuya letra recomiendo que escuchen con atención, que deja Los micrófonos a la altura del betún:



Chévere, chévere. Atención al momento en que recomienda el sexo interracial (no es broma).
Me parece estupendo que El Puma (visiten su página, que no se van a arrepentir) tenga el sentido del humor necesario para salir en estos anuncios de tal guisa. De hecho ya me cae mejor, aunque él sea uno de los máximos responsables del efecto invernadero, como se puede apreciar en esta foto:

Eso es un hombre, y no los metrosexuales de mierda que intentan colocarnos ahora.

miércoles, julio 04, 2007

Harry Potter y el duende de las ventas ingentes

Está a puntito de salir el séptimo y último libro de la saga de Harry Potter, ya lo saben ustedes, quizá porque son aficionados al mago o porque la terrible presión mediática ha hecho que se enteraran. En este último libro parece ser que va a morir un protagonista o tal vez dos y la gente está preocupadísima y haciendo cábalas y quinielas sobre quién será el elegido (por cierto que podríamos hacer una porra nosotros también).

De Harry Potter me he leído no sé si dos o tres libros, los primeros de la serie, que me parecieron la típica literatura juvenil bien trabada pero por la que tampoco perdería el sueño; me dio la impresión de que eran demasiado ligeros. Vamos, los típicos libros juveniles. También creí estar leyendo todo el rato el mismo libro, con sutiles variantes en cada tomo, y ahí creo que radica uno de los secretos de la serie, en que ha logrado crear una estructura que funciona y que repite una y otra vez (como House, por poner un ejemplo).

El éxito de la saga es tan brutal que desafía cualquier medida ordinaria. Fíjense, por ejemplo, en el contador de libros vendidos de Amazon, hace una semana:


A falta de casi un mes para que salga a la venta, cerca de 900.000 personas han reservado el libro, es decir, casi el doble que las ventas totales de Me llaman Fuco Lois (o así, nunca fui muy bueno en Matemáticas). La editorial, Bloomsbury, espera vender 3 millones de copias en las primeras 24 horas (hasta los espectaculares resultados del iPhone palidecen). Cuánto dinero suelto del que no vamos a oler nada, ¿eh?

Pues a pesar de este éxito asegurado, aún prosigue la campaña de promoción del libro. Ah, la codicia humana. En los próximos días oiremos toda clase de anécdotas sobre la novela que llegarán al telenoticias, he aquí lo extraordinario. Un acto cultural -aunque ya sea tan comercial como este- que gana su espacio entre las noticias, no tanto por el objeto cultural en sí, ya sería demasiado, sino por lo que lleva aparejado. En ocasiones anteriores hemos visto niños que se compraban libros en inglés sin saber inglés ("lo voy a leer ayudándome de un diccionario"; eso sí que es voluntad, chaval), mucha gente disfrazada, hemos visto camiones blindados transportando las novelas (¿os imagináis un Asalto al furgón del tren para hacerse con el botín de una docena de libros?), hemos leído que Rowling se cruzó el Atlántico en barco y no en avión para no separarse de su manuscrito, etcétera. Volveremos a verlas en los próximos días. Algunas serán verdaderas y otras inventadas por el departamento de marketing para conseguir un hueco. Como la que apareció hace poco en la prensa: un hacker se había colado en el sistema informático de la editorial, había leído el borrador y revelaba sus secretos. Y se reía así: BWAHAHAHAHA. A mí toda la historia me huele a chamusquina, empezando porque haya un foro donde los hackers cuenten sus hazañas por el que se pasa habitualmente una empresa informática de seguridad. Lo típico, es como tener la Guarida Secreta del Doctor Maligno señalada en un mapa y con indicaciones para llegar. Y en el trayecto de la ronda de los municipales. Que muy escondida no está, vamos.

Me escama especialmente este párrafo:
PC Tools afirma que no puede verificar la reivindicación. "Sólo las dos partes implicadas pueden hacerlo, el 'hacker' y la editorial. Pero seguramente la historia es cierta".
No tienen ni puta idea, porque es algo entre el ladrón y su víctima. Pero en fin, si dice que lo ha hecho, será por algo, cuando el río suena agua lleva. Y por qué querrían mentirnos, además.

Huele, vamos, huele a montaje aliñado para la prensa. Y es que han vendido sólo 325 millones de ejemplares y les debe parecer poco. Desde aquí te lo digo, Rowling, deja algo a los demás, coño.

lunes, julio 02, 2007

Dust in the wind

No sé si están ustedes tan preocupados como yo por Fede, el último romántico, aquel delicado poeta de barrio que le decía en una pintada a Esther que le quería meter la polla. Estuvimos a la caza de la respuesta de Esther durante varias semanas, pero la chica se resistía a continuar la comunicación, quién sabe por qué. El caso es que ha pasado el tiempo, y el tiempo y los vándalos no respetan nada:

Apenas se ve el mensaje, irreconocible bajo las pintadas de unos gañanes. Qué guarrería y qué poca educación. Si hoy pasara Esther por allí no podría ver el mensaje de Fede y pasaría de largo. Menuda faena. ¿Hay derecho? No, no lo hay, pero así es la vida, amigos. Es en estos momentos cuando me acuerdo de esas expresiones latinas, Carpe diem, Sic transit gloria mundi, Et quosque tandem abutere, Catilina, patientia nostra, Rosa rosae y Et tu, filii. Porque sí, hay que vivir el momento, no somos sino un pequeño grafitti en la pared tapado por otras pintadas de varios colores, varias de ellas indescifrables. Qué triste, qué triste. Haría falta aquí la foto de un arlequín triste que sujeta una rosa, pero no he encontrado ninguna que me convenciera, así que pongo esta de Tata Golosa y su micrófono:


Bien pensado, también es triste. Pero no nos desviemos. Decía que Fede se tiene que sentir ahora mismo fatal, el pobre, consciente de su insignificancia en el devenir del Universo. Como en la canción esa. Sí, esa. Se acordarán ustedes de la canción de Kansas, vamos, más pistas de las que estoy dando, entre ellas el título de la entrada, no puedo dar: Dust in the wind, eso sí que eran vídeos musicales. Y cabellos. Y micrófonos:




Claro que sí se acuerdan de la canción. Como dice mi amigo Rafa Rodulfo, ¿quién no ha follado con esa canción? Bueno, Fede no, creo. Ánimo, Fede. Esther, dile algo al chico. Carpe diem, Esther.
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