Es curioso. Desde que se implantó la Ley Anti-tabaco, hace ya nueve meses, casi el 90% de los bares de este país han declarado que sí, que dejarán seguir fumando en sus locales. “Es que si no lo hacemos perderemos clientes” es la declaración que más se escucha en los noticieros.
Quizás sí.
O quizás no.
En la llamada Plaza de Quintana, en el madrileño barrio de Quintana (Pueblo Nuevo, Madrid), uno de los mejores bares de la zona (o, quizás, el mejor) ha demostrado que no tiene por qué ser así. Que prohibir fumar en su local no tiene por qué hacerle perder clientes si sigue siendo el sitio de calidad que siempre fue, si los camareros siguen siendo igual de amables y alegres, si las tapas siguen siendo igual de imponentes…
El Docamar, pues ese es su nombre, es el típico bar de barrio al que acuden vecinos y no tan vecinos atraídos por la fama de sus tapas y por unas de las mejores patatas bravas de Madrid. Un local que lleva cuarenta años mejorando y refinando la receta original de salsa brava del abuelo de la familia, pero que no ha descuidado las otras cositas ricas típicas como la oreja, la tortilla de patatas o los caracoles.
Y sí, en el Docamar NO se puede fumar.
Como han oído, señores.
En uno de los mejores y más visitados bares del barrio de Quintana han prohibido fumar.
En ninguna zona del local se puede encender un pitillo, ni en el bar ni en el restaurante situado en la primera planta. Es una zona completamente libre de humos. Tan sólo han reservado una pequeña zona, en la calle, al resguardo de un pequeño tejadillo y con la compañía de unos radiadores de jardín, para aquellos que no puedan aguantar el mono de tabaco. Y, por supuesto, la terraza.
¿Creéis que perderán clientes porque no se pueda fumar en el interior? ¿Qué la gente se irá a otro bar donde las patatas bravas sean peores sólo porque al mismo tiempo podrán fumarse un cigarrillo? ¿Creéis que el Docamar se irá vaciando poco a poco?
Yo soy positiva respecto al tema. De momento, han pasado nueve meses y apenas he notado diferencia. El Docamar sigue lleno como siempre a la hora del aperitivo, de la merienda, de la cena... y las raciones de patatas bravas desaparecen con gran rapidez.
Quizás sí.
O quizás no.
En la llamada Plaza de Quintana, en el madrileño barrio de Quintana (Pueblo Nuevo, Madrid), uno de los mejores bares de la zona (o, quizás, el mejor) ha demostrado que no tiene por qué ser así. Que prohibir fumar en su local no tiene por qué hacerle perder clientes si sigue siendo el sitio de calidad que siempre fue, si los camareros siguen siendo igual de amables y alegres, si las tapas siguen siendo igual de imponentes…
El Docamar, pues ese es su nombre, es el típico bar de barrio al que acuden vecinos y no tan vecinos atraídos por la fama de sus tapas y por unas de las mejores patatas bravas de Madrid. Un local que lleva cuarenta años mejorando y refinando la receta original de salsa brava del abuelo de la familia, pero que no ha descuidado las otras cositas ricas típicas como la oreja, la tortilla de patatas o los caracoles.
Y sí, en el Docamar NO se puede fumar.
Como han oído, señores.
En uno de los mejores y más visitados bares del barrio de Quintana han prohibido fumar.
En ninguna zona del local se puede encender un pitillo, ni en el bar ni en el restaurante situado en la primera planta. Es una zona completamente libre de humos. Tan sólo han reservado una pequeña zona, en la calle, al resguardo de un pequeño tejadillo y con la compañía de unos radiadores de jardín, para aquellos que no puedan aguantar el mono de tabaco. Y, por supuesto, la terraza.
¿Creéis que perderán clientes porque no se pueda fumar en el interior? ¿Qué la gente se irá a otro bar donde las patatas bravas sean peores sólo porque al mismo tiempo podrán fumarse un cigarrillo? ¿Creéis que el Docamar se irá vaciando poco a poco?
Yo soy positiva respecto al tema. De momento, han pasado nueve meses y apenas he notado diferencia. El Docamar sigue lleno como siempre a la hora del aperitivo, de la merienda, de la cena... y las raciones de patatas bravas desaparecen con gran rapidez.
13 comentarios:
Las bravas del Docamar están buenas, pero lo rico rico del sitio es la oreja a la plancha. De morirse. Y la caña muy bien tirada.
No está mal tampoco la tortilla de patatas al cabrales y las croquetas, que no entran en el Top Five pero están buenas.
Pues claro! a ver si cunde el ejemplo, ya que para lo no fumadores, tabaco y comida es la combinación más asquerosa, y la verdad, estamos un poco hartos de decir que nos da lo mismo.
No nos da!!
No soy fumador (bueno, solo muy de vez en cuando), pero me parece que se están pasando con la persecución a los fumadores los dichosos talibanes de salud. Vale que con las bravas moleste el humo, pero con un cafelito, no me digais que no apetece.
Pero es que mientras tú te tomas el cafelito, hay otro tomando las bravas.
Me acuerdo una vez que estábamos en El bohío -a tropecientos euros el plato- y un sujeto a dos metros fumándose un puro que casi nos jode la comida. Me parece que la ley da oportunidades a los fumadores para fumar: allí donde no molesten a los otros, con los reservados y tal. La cuestión es que los dueños de locales prefieren no gastarse los cuartos.
Y es que es verdad lo que decía Angua; durante mucho tiempo a los que nos molestaba el humo nos hemos callado por por cortesía, aunque nos pusieran el cigarrillo en la oreja.
Entiendo lo que dices, Luisru. Las cazas de brujas nunca fueron buenas, pero, sin entrar en talibanismos, creo que era necesario que alguien impusiera un poco de visión en este tema. Fumo ocasionalmente. Me gusta fumar y cuando lo hago, lo disfruto. Pero antes de fumar miro alrededor, pregunto, veo si voy a molestar... y me corto mucho si veo que sí voy a hacerlo. O cuando hay niños. Cuando tienes un niño y hay una persona echándole a tu bebé el humo en la cara, la sangre se te altera. ¿Cómo es posible que no se dé cuenta de que está ahumando a un bebé? Cuando estaba embarazada (de ocho evidentes meses) la gente me echaba el humo en la cara en los restaurantes sin la menor consideración. El día 5 de enero en la Cabalgata de Reyes un grupo de madres estaba hablando en medio del público sobre la Ley que estaba por venir, protestando a voz en grito porque se iban a cortar sus derechos y tal. Mientras discutían sobre el tema, fumaban como descosidas mientras cientos de niños se apretujaban a su alrededor para intentar ver los reyes y se tragaban su humo. Los fumadores nos piden respeto por su hábito, pero durante años ellos (nosotros) no han (hemos) tenido respeto por los demás. Supongo que es el precio que hay que pagar por haber estado tan ciegos a lo incómodos que hacíamos sentir a los demás. De todas formas, y como bien dice Txiqui (que siempre dice todo bien, muac, muac, requetemuac) los fumadores pueden seguir fumando en los reservados, las zonas especiales, etc. y todos tan contentos.
Ok, ok, os doy la razón. Lo que quería decir es que en los bares siempre se ha fumado y nadie ponía el grito en el cielo, aunque quizá por cortesía, como bien decís. Pero hay aspectos de la dichosa ley que me parecen excesivos. Por ejemplo: que no se pueda fumar en la cafetería de la Complu, (ahora en serio), que no se pueda comprar tabaco en prácticamente ningun bar o centro de trabajo o que en el servicio de información telefónica (ya sabeis cual) no se pueda dar el teléfono de NINGUNA tabacalera porque así lo dicta el Ministerio de Sanidad. No lo entiendo, la verdad. Y lo de los niños, estamos de acuerdo. Si hay alguno delante, te jodes y no fumas, no hay más que hablar.
Sí, alguna cosa es tirando a caprichosa, lo de que no se pueda comprar en los bares, por ejemplo.
No doy crédito a lo de que no se pueda dar el teléfono de las tabacaleras. Supongo que también habrá que poner un muro delante de la sede de Altadis, para que nadie pueda verla.
¡Cuánta hipocresía! Hay que jo...
Miranda fuma una barbaridad, es cierto. El humo es que es muy literario. Y muy cinematográfico.
Hombre claro, no me imagino el Halcón Maltés sin cigarrillos, pero que se queden ahí, en el blanco y negro de los cineclubs.
Y yo entendí que Miranda fuma como un reflejo de su personalidad compulsiva y desordenada, no como un ejemplo para los jóvenes...
Miranda fuma porque le mola, no como reflejo de su personalidad desquiciada, no llego tan lejos en los matices de descripción de personajes. Tampoco es que sea un ejemplo moral, no.
Espero que tengas Razon , Rebeca, que gracias a la calidad de los buenos sitios, nunca se pierdan clientes. Quizas asi se pueda disfrutar mejor de las ricas viandas de los buenos bares y restaurantes.
Por cierto, con lo del tema, reomiendo una peli que vi hace poco (no se si esta estrenada en España), pero creo que esta muy bien, que se llama "Thank you for smoking". Tremenda satira de esta situacion, y muy divertida. Y ademas, trabajan muy bien (y eso que solo me entere de la mitad de los dialogos, jejeje)
A mi también me encanta este bar para tomarme unas bravas, si quieres conocer otros lugares en Madrid donde están de muerte:
http://tapapedia.blogspot.com/2008/07/bares-bravas-madrid.html
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