Ayer leí en elmundo.es una noticia delirante, tan demencial que he tenido que esperar hasta hoy para recuperar mi ritmo cardíaco y contárosla. Y también para comprobar que no estaba siendo objeto de una inocentada hecha con tiempo. Que es que parecía como si hubiera entrado en La decadencia del ingenio. Pero no. La noticia puede leerse aquí completa, pero vamos a entresacar lo más importante. En primer lugar, el hecho en cuestión: resulta que se ha muerto Taufa’ahau Tupou IV (el IV es de cuarto, no forma parte del nombre).
Y ese quién es, dirá usted. Pues el rey de Tonga. Y eso qué es, dirá usted. Pues un reino de 172 islas en mitad del Pacífico. Y por qué es importante eso, dirá usted. Pues porque toda vida humana es importante. Pero esta más, porque le han dedicado una página entera (al precio que están las páginas) y si no fuera importante no harían tanto gasto.
Resulta que Tupou IV había entrado en el Guinness de los récords como el rey más gordo del mundo, confirmando que en el Guinness es muy fácil entrar. De entre los cuarenta reyes que hay en el mundo, descontando los Reyes Magos, éste era el más gordo: 210 kilos de rey. Supongo que habrá otros reyes en el Guinness: el rey más calvo, el rey con la barba más larga (el rey de copas), el rey más alto, etcétera. La ignorancia y un temor reverencial a las querellas y a los francotiradores de los servicios secretos del Estado me impiden hacer especulaciones sobre por qué está Juan Carlos I en el Guinness –si está, que éste es vago hasta para entrar en el Guinness-.
Parece que está a punto de ponerse a tocar un solo de trompeta, pero no.
El rey que entró en el Guinness por ser el único que sabía tocar la trompeta es otro rey.
El rey que entró en el Guinness por ser el único que sabía tocar la trompeta es otro rey.
Bueno el caso es que el artículo hace un repaso por su vida, comenzando por la descripción que del monarca hizo el Times of London, que transcribo:
Se parece a un piano de concierto lustrado con un tórax cubierto con condecoraciones del tamaño de una pequeña mesa de billar
La de veces que os habrán preguntado: ¿tú cómo quieres pasar a la posteridad? Y habréis contestado, como hacemos todos: yo, como un piano de concierto lustrado, etcétera. Pues Tupou lo ha conseguido y vosotros no, pringaos.
Era un hombre muy querido. De él dijo el ex embajador neozelandés:
Era un hombre muy querido. De él dijo el ex embajador neozelandés:
Es un placer pasar tiempo con él y haber compartido su champaña y su caviar
Y sus putas, añadimos nosotros, porque los diplomáticos hay palabras que no pueden decir, pero vamos, que se lee entre líneas. Qué buen trabajo, embajador en Tonga. “Fernández, le nombro embajador en Tonga”. “¿Y eso qué es? “ “Un reino de 172 islas, lo he leído en el Cerdo agridulce. Hay un rey gordo. Y da champaña y caviar. Su trabajo será pasar tiempo con él”. Como si te hubiera tocado la lotería.
Como quería adelgazar, el rey siguió un novedoso tratamiento consistente en hacer ejercicio y comer alimentos con menos calorías, como mariscos, frutas y verduras. Con estos datos el redactor se apaña para escribir dos párrafos, pero como yo estoy dando un resumen lo dejo en uno. Pero vaya, que aquí está el secreto del adelgazamiento, se aprende en todos sitios, hasta en los obituarios, tomad nota los gordos.
Tupou no creía mucho en la democracia (“demasiada democracia es dañina”; como las carnes rojas). Pero sus súbditos pensaban distinto:
Pero el año pasado el trono real amenazó con tambalearse: unas 100.000 personas participaron en una primera manifestación masiva en Tonga a favor de la democracia promovida por el Parlamento, que de cualquier manera es sólo una fachada: dos tercios de los asientos son controlados por el rey y sus socios. Al fin y al cabo, 33 familias nobles deciden el destino del país.
Teniendo en cuenta que la población de Tonga es de 105.000 habitantes, no me digáis que no tiene mérito la manifestación. A falta de los datos independientes que se ofrecerán en breve, supongo, en el Manifestómetro. Pero vaya, que fueron todos (desde las 172 islas, que también tiene mérito) menos 5.000. Que serían el rey y las 33 familias nobles (los nobles tienen muchos hijos, es gente que se aburre entre cuadros de Velázquez y primeras ediciones del Quijote, no tienen teles porque no pegan con los sillones Luis XVI y se ven abocados al champaña y al caviar, con los efectos inevitables).
Luego diréis que somos cinco o seis:
Parece que la posibilidad de que el heredero cambie el régimen político es escasa. El heredero se llama Tupouto’a, aunque en algunos medios su nombre es transcrito como Tupouta. Imaginad qué infancia. Yo no voy a hacer ningún chiste porque soy muy respetuoso y me apellido Palomares, pero pobrecito. Dice de él un diplomático neozelandés –no sabemos si el mismo del champaña y el caviar- que en su corazón no es un verdadero demócrata. Con esa infancia como para serlo. Vamos, es que yo me llamo así y paso lo de ese chico y cuando soy rey decreto ejecución sumarísima de todos menos de cinco mil. Por listos. Y luego, a beber champaña.
9 comentarios:
Pero qué bueno eres, Txiqui, yo lei ayer el obituario, y dentro del estupor propio del conocimiento de la existencia de ese ser humano, me quedé igual, pero ahora me lo he pasado en grande leyendo tu comentario,
una consideración, es que esa manifestación es sospechósamente masiva, no deben caber los 100.000 en una isla, no serían 10.000???
dentro de todo, yo a quién me quedo con las ganas de conocer es al ex-embajador de Nueva Zelanda, que menudo ejemplar debe ser el amigo :)
Bueno, quien dice cien mil dice noventa y cinco mil. Elegirían la isla más grande, supongo, lo que no veo es la logística de la operación. Porque supongo que estos no fletarían autobuses.
El embajador se hizo luego famoso por las fiestas que ofrecía, en las que, antes de pasar al champaña y el caviar, ofrecía a sus invitados, mayordomo mediante, una pirámide de Ferrero Rocher.
El momento "piano de concierto" me ha trasladado directamente a: "[...]con sus labios finos como una cicatriz o la hendidura de una hucha [...]".
Periodismo de calidad. Cachislamar, memociono...
Jajajajajajaja. Dios!! que bueno!! Me has alegrado la mañana, con lo bien que me viene rtas esta semana asquerosa de vuelta "al cole". Me he partido el pecho como hacia tiempo, jajajaja. Ademas.. ?os imaginais a Palomares escribiendo esta columna? Seguro que se hartaba de reir el solito mientras las pobres Rebeca y Julia pensaban que estaba como una regadera.
P.D. Gellar... ?Cachislamar no era tambien miembro de alguna familia real? A mi me suena al menos.
Sí, la hendidura de una hucha es equivalente. Es que las metáforas están carísimas en esta época del año, y las que están en elmercado son de mala calidad, por las heladas y eso.
Qué lerdo soy, yo pensaba que Tonga estaba en África. Que genial, cerdo agridulce nos enseña geografía.
Nuestro amado rey tiene el record de mayor número de nietos por metro cuadrado (y los que no conoceremos).
Mientras leía la noticia pensaba que Tonga era en realidad Freedonia.
-¿Y la to má?
-Ta pa Ponga.
-¿Y el to pá?
-Ta pa Tonga.
Cómo me he reído, Palomares. Saluditos desde las inglands.
Ya he visto en tu blog que habías huido a la pérfida Albión. ¿Por mucho tiempo?
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