miércoles, mayo 31, 2006

¡Paren las rotativas!

La cercanía del Mundial de Fútbol y la obligación de publicar como mínimo tres páginas diarias sobre el campeonato (Ah, ¿no es obligatorio? Pues lo parece) provoca que leamos artículos insulsos como este en la Prensa, artículos que uno no sabe por qué se escriben. Hasta que uno llega al último párrafo del artículo, que justifica por sí solo la publicación no ya de la página, sino de todo el periódico:
Entre los aficionados se dejaron ver el grupo de hinchas disfrazados de ajos que ya estuvieron la semana pasada en la ciudad del fútbol en Las Rozas.
Hinchas. Disfrazados de ajos. Que ya fueron disfrazados de ajos la semana pasada a otro entrenamiento. De ajos. Repito: ajos. En grupo. No tengo palabras, pero sí dos conclusiones:

1. Algo falla en nuestro sistema educativo.
2. La gente tiene demasiado tiempo libre.

martes, mayo 30, 2006

Visite nuestro bar


Pues nada: el próximo viernes 2 de junio a las seis de la tarde presento mi libro en la Feria del Libro de Madrid, en el Pabellón de la Fundación del Círculo de Lectores. Ahí a la izquierda están los detalles.

Como no me fío un pelo de que se lea bien os resumo lo esencial: presento el libro (que ya está a la venta, lo digo sin insinuar nada, por la irrisoria cifra de doce euros) y estaré acompañado de gente importante. Estarán Melquiades Prieto, que es el editor de EDAF, Carlos Berzosa, rector de la Complutense, Isabel Tajahuerce, vicerrectora de Cultura, Rafael Martínez Cortiña, director general de la Fundación Complutense, Andrés Sorel, secretario general de la Asociación Colegial de Escritores de España y presidente del jurado que me dio el premio, y Antonio Gómez Rufo, presidente del Círculo Literario de Madrid y miembro del mismo jurado. Gente de orden y tablas sobradas, para que cuando yo empiece a balbucear el contraste sea mayor.

Hablaremos del libro, nos echaremos, espero, unas risas y firmaré los ejemplares que la gente tenga bien traerme. Me he hecho la promesa, además de que en ninguna dedicatoria voy a escribir "Con afecto, José Antonio", así que serán firmas personalizadas. Y ya no sé qué más deciros para que vengáis.

Venid. No me hagáis ese feo.

Stephanie Plum o la anti-heroína que no me importaría ser.



Lo confieso: soy adicta a las novelas de Janet Evanovich, una de las escritoras más divertidas que conozco. Y una de las que más vende ahora mismito en los EEUU. Desgraciadamente, en España sólo se han publicado algunas de sus novelas, así que me veo avocada a leerlas en inglés, lo que puede ser bueno para practicar el idioma, pero es muy malo cuando tu escaso dominio te impide pillar cualquier palabra que entre en la categoría de “slang”. Y es que el lenguaje de Evanovich es irreverente, en ocasiones barriobajero y siempre ingenioso a más no poder. Como de Vallecas, pero con americanos.

El periódico The New York Times define a Stephanie Plum, la heroína de las novelas de Evanovich, como “la típica chica de Jersey con el descaro de Bette Midler y el sentido de la moda de Cher”. Pero lo realmente importante de Stephanie es su forma de afrontar las circunstancias. En otras palabras, cómo puede una chica normal y corriente de un barrio de clase media convertirse en una cazarrecompensas y lidiar día sí y día también con delincuentes de la peor calaña, que, para más INRI, suelen ser sus vecinos, haciendo de ello una rutina y sin dejar de cenar pastel de queso en casa de papá y mamá. Y es que en el Burg, el barrio de Miss Plum, la gente vive en honrados adosados, los coches son americanos, las ventanas están impecables y (Dios te libre si llegas tarde) la cena se sirve a las seis en punto. Lidiar con esto al mismo tiempo que con terribles delincuentes es lo que convierte las novelas de Evanovich en algo tan surrealista y divertido. Eso y la troupé que rodea a la protagonista: desde los propios Plum (un clan familiar con una abuela categoría Peligro Público a la cabeza), pasando por Lula (una muy grande, muy rubia y muy negra ex–prostituta reconvertida en oficinista con más que obsesión por las prendas de lycra) o su primo Vinnie (el propietario de la empresa de fianzas para la que trabaja Shephanie) pero también por viudas italianas, transvertidos, ladronzuelos de poca monta, un colega llamado El Porreta y dos hombres muy peligrosos, muy atractivos y muy diferentes: el policía Joe Morelli y el fuera-de-la-ley Ranger.

Con todo este escenario no es de extrañar que Stephanie Plum sea lo menos parecido a una heroína que puedas imaginar. Y es que no es fácil resolver un caso cuando te han invitado a una boda de la Mafia y no tienes nada que ponerte, has adoptado a un perro con bulimia o no consigues abrochar ni a tiros el último botón de tus Levi´s. Por no mencionar las mil cosas más que le pueden pasar a una chica normal y corriente como ella. Cosas como que su abuela la persiga con una Harley Davidson o su mejor amiga intente suicidarse con una chaqueta puesta ¡que vale cuatrocientos dólares!

En definitiva, si queréis pasar un buen rato, reíros un montón y leer algo totalmente disparatado os recomiendo visitar la librería más cercana y pedir un libro de Evanovich. ¿Quién sabe? Quizás si empezamos a pedirlos conseguiremos que publiquen en España todas sus novelas.

viernes, mayo 26, 2006

La Ruta de la Croqueta

Como bien decía Guillermo Ginés, un compañero de profesión, “la croqueta es un bien escaso”. Y por tanto, un bien altamente deseado. Tanto, tanto, que hace unos años, en un tour por Asturias, nos hicimos con el Récord Mundial de Ingestión de Croquetas a Intervalos Moderados pidiendo a diario y en cada restaurante que visitábamos una ración de tan delicioso manjar (también pedíamos pastel de cabracho, pero eso es otra historia). Aquel tour duró diez días, no digo más. Luego, y tal y como nos contó Jose en su post anterior, nos dedicamos a soñar cada año con las estupendas croquetas que servían en el Hotel Landa, camino del Festival de San Sebastian. Ah, qué tiempos...

Años después, llevados por nuestro afán croquetil, organizamos varias Rutas de la Croqueta por Madrid y exploramos la capital en busca de los locales que mejor practicasen aquel fino arte culinario. En homenaje a aquellos tiempos tan lejanos ya y también para todos aquellos que se sintieron ayer invadidos por la nostalgia, aquí va una selección de los mejores locales que encontramos en aquellas rutas:

-Casa Paulino (c/Alonso Cano, 34): El Zalacaín de los pobres en la capital, cocina de excelente calidad a un precio asequible. Aparte de servir unas croquetas de toma pan y moja también sirven lasaña de morcilla de toma pan y moja mucho más.

-El Quinto Vino (c/ Hernán, 48): Muchos dicen que son las mejores de Madrid. No puedo asegurarlo tan categóricamente, pero sí puedo decir que están para ponerles un piso. Y mucho más, cuando eres una creativa joven e impresionable y dichas croquetas las paga un locutor guapo y de renombre como Jose Luis Pérez Reina (por supuesto, el citado ni se acordará de la joven creativa que le miraba con arrobo, croqueta en mano, después de haberle visto trabajar en los antiguos estudios de Sonologic).

-La Daniela (c/ General Pardiñas, 21): Ya no es sólo que sus croquetas de cocido sean espectaculares sino que además son del tamaño de un puño. Sus cocidos no son del tamaño de un puño sino que se acercan más a la categoría Elefante Tridimensional.

-La Cruzada (c/ Amnistía, 8): Espectacular su versión de croquetas servidas con tomate confitado. Y espectaculares los vinos que ofrecen.

-Taberneros (c/ Santiago, 9): Muy ricas las croquetas de pringá. El resto de la carta, tapas atípicas basadas en recetas orientales, no desmerece.

-La Galette(c/ Conde de Aranda, 11 y c/ Bárbara de Braganza, 10): Su especialidad son las croquetas de manzana, aunque parezcan más buñuelos que croquetas. Pero… están buenísimas y las sirven con mucha nata.

-Casa Labra (c/Tetuán, 12): Frente a El Corte Inglés de la calle Preciados. Toda una institución en la tradición croquetil de la capital. De bacalao y bien crujientes. No ha habido Navidad en mi vida en la que no me haya tomado una croqueta de bacalao en Casa Labra después de dejar la carta de los Reyes Magos al Paje Real.

Además, aunque no visitadas en aquellas rutas legendarias, también recomiendo:

-Asturianos (c/Vallehermoso, 94): Croquetas de plátano y cabrales, ¿necesito decir algo más?

-Betelu (c/Florencio Llorente, ): Pequeñitas, deliciosas, de aperitivo y por cuenta de la casa. ¿Se le puede pedir más a una croqueta? Este sitio es, además, altamente recomendable por la calidad de su cocina vasco-gallego-navarra, por sus pescados, sus gambas al ajillo y por lo majos que son todos.

Y es que parece mentira que una cosa tan sencilla como una croqueta tenga tantas interpretaciones (hasta cinco diferentes disfruté yo una Nochevieja en casa de unos amigos: de cordero asado, de salmón, de pollo al curry, de patata y de gambas con cilantro). Pero el croquetismo es así. Polivalente y universal.

Estoy segura de que todos y cada uno de vosotros conoceréis un local donde hagan Las Mejores Croquetas del Mundo. Pues ale, a compartir como buenos hermanos…

jueves, mayo 25, 2006

Serie Grandes Cuartos de Baño

La tradición dicta que los creativos que vuelven a Madrid desde el Festival de Publicidad de San Sebastián, que se celebra en estos días (ahora se llama El Sol porque no es un festival sólo nacional, sino iberoamericano) paren en Lerma a comerse un cordero para celebrar los premios que han obtenido o para terminar con un buen sabor de boca si no han sacado nada. Eso suponiendo que sobrevivan a la resaca del domingo, claro.

Para el viaje de ida a San Sebastián, en cambio, la parada técnica se hace tradicionalmente en el Hotel Landa, a las afueras de Burgos. El Landa es un hotel lleno de cacerolas y trofeos de caza en las paredes, con mucha vegetación por fuera y mucha piedra por dentro, donde los camareros, que son legión, van vestidos con trajes que les quedan pequeños.

-No, que es que los trajes son así, cortos de talle.

Ah, vale. Son como mayordomos ingleses de rojo. El bar tiene unos sillones de cuero que te hace pensar en Agatha Christie, no sé por qué -igual por los mayordomos, claro-. De hecho te pasas el rato esperando que en cualquier momento aparezca de entre las sombras un Trastámara y te apuñale en el tercer espacio intercostal.

En fin. El Landa es famoso entre los publicitarios porque sirven unas estupendas raciones de morcilla (que te acompañan el resto del viaje a Donosti, hasta que son sustituidas en la boca del estómago por el txangurro) y por sus estupendásticas croquetas, que tenían fama de estar entre las mejores nacionales. El otro día, camino de Logroño, paramos en el Landa, y pedimos croquetas:


Para cuando quise hacer la foto, quedaba sólo esta.

Las croquetas siguen estando para ponerles un piso, pero me parecieron esta vez muy caras: son seis o siete croquetas pequeñas (tamaño primera falange del pulgar) que se cobran a seis euros. Vamos, que se pasan tres pueblos.

Claro, se te quitan las ganas de parar en el Landa. Pero entonces te vas al cuarto de baño a lo que las abuelas llamaban hacer aguas menores y ves esto:



¡Ahora todo tiene sentido! La gente no pasaba por el Landa para comer croquetas, sino para ir al cuarto de baño. No es comparable, puestos a mear, entre hacerlo en la gasolinera de Repsol y hacerlo aquí.

Así que ya sabéis. Si vais camino a San Sebastián, haced una parada en el Landa y visitad su cuarto de baño. Y ya si eso, pues pedid unas croquetitas.

El Fatalismo, el -ismo de moda

Yo no sé de dónde ha salido o cuál ha sido el germen de este nuevo movimiento revolucionario, pero cada día veo a más de mis congéneres publicitarios sumergidos en el Fatalismo. Especialmente, aquellos que rozan la frontera de los treinta y tienen a sus espaldas unos cuantos añitos de profesión (y muchas más anécdotas de las que yo puedo necesitar para escribir un par de novelas).

Y, seguramente, os estaréis preguntando: ¿qué es el Fatalismo? ¿El Fatalismo ha llegado ya a mi vida? ¿Estoy siguiendo sus directrices sin darme cuenta? ¿Debería pedir ayuda psicológica? ¿O hacer oposiciones? ¿Llamo al trabajo y digo que el Fatalismo me impide levantarme? Traaaaaanquilo. Lo primero, y fundamental, es detectar los síntomas. Sólo tienes que responder SÍ o NO a las siguientes preguntas:

-¿Das por sentado que el trabajo en el que te estás dejando las cejas no va a salir nunca o no va a servir para nada?
-¿O que el cliente lo va a cambiar tanto que va a terminar irreconocible?
-¿Esperas siempre lo peor en cualquier circunstancia?
-¿En tu opinión si llevas tres opciones a una presentación el cliente siempre elegirá la peor?
-¿Usas a menudo expresiones “acostúmbrate, la publicidad es asín”, “esto es publicidad, la vida es lo que les pasa a los demás” y “¿tú sabes lo que es un moco? Un moco es un trabajo, desde que empieza hasta que acaba” cuando hablas con un becario o alguien mucho más junior que tú?
-¿Has decidido no hacer nada para cambiar las cosas porque “Total, ¿para qué?”?
-¿Consideras que la chapucería es un mal necesario?

Pues, efectivamente: eres un Fatalista de tomo y lomo.

O lo soy yo, ya que estoy dando por sentado que has respondido SÍ a todas las preguntas.

Desgraciadamente, me da la impresión de que este tipo de pensamiento negativo está invadiendo otras áreas de negocio y de la vida en general. De hecho, entre los madrileños últimamente se da mucho el Fatalismo: siempre esperamos que todo salga mal o peor. Incluso nos gusta relamernos en la catástrofe y luego decir: “¿Ves? Te lo dije”. Supongo que la ginkana en la que se ha convertido la M-30 y las múltiples obras que nos rodean a diario tiene mucho que ver con eso. Por no mencionar la crispación que los políticos van contagiando como si se tratase de una vulgar gripe.

¿Cómo no voy a ser Fatalista, si mi calle está así día sí y día también?


Y ¿qué decir del Fatalismo de los españoles en general?

Al contrario que otros europeos, que se extrañan de la falta de honradez de sus políticos, nosotros nos extrañamos si nos encontramos con un político honrado. Cuando se destapó la trama de Marbella nadie a mi alrededor parecía sorprendido. Tampoco nos escandalizamos con los múltiples casos de corrupción, cobro de comisiones ilegales, dinero negro a espuertas y demás asuntos turbios que decoran los interiores de los periódicos últimamente. Son nuestro día a día y la mejor muestra de Fatalismo en España que podemos encontrar.

miércoles, mayo 24, 2006

Olor a libro nuevo

Anteayer me llegó -por fin, por fin, por fin-, el primer ejemplar de Me llaman Fuco Lois, la novela con la que os estoy dando la paliza últimamente. Es preciosa. Tiene un tamaño comodísimo (unas 350 páginas) y al sostenerla en las manos es muy agradable al tacto (insertar un chiste, no necesariamente guarro).

Como solemos hacer los bibliófilos, abrí el libro e inspiré profundamente, y me llené del olor característico, voluptuoso, embriagador y otros adjetivos de múltiples sílabas, que posee la mezcla de papel y tinta recién impresa. Que fuera mi primer libro largo editado añadía un escalofrío a la sensación.

El libro sale a la venta dentro de nada y se presentará en la Feria del Libro de Madrid, el 2 de junio (ya os daré detalles concretos, pero estáis todos invitados a asistir, claro). Mientras tanto, aquí está la portada:



Bueno, en realidad es un boceto de la portada, porque falta el logo de la editorial (EDAF) y de la colección, pero así os hacéis una idea. Y este es el texto de contraportada:
Miranda vuelve a su casa de madrugada completamente borracha y se encuentra con un misterioso desconocido en su salón. El hombre, que dice llamarse Fuco Lois, ha sido enviado por el padre de Miranda para recuperar un anillo arcano del que ella no ha oído hablar en su vida. Cuando Miranda recibe por correo el anillo se da cuenta de que su vida va a cambiar para siempre, pero, por desgracia, Miranda tiene una rutina diaria que se interpone entre ella y la aventura…

Me llaman Fuco Lois es al mismo tiempo un trepidante thriller y un burlón ajuste de cuentas con el género. Ágil, cáustica y exageradamente entretenida, Me llaman Fuco Lois ofrece una visión mordaz de los bestseller, subvirtiendo las convenciones fijadas por escritores como Ken Follet o Catherine Neville y usándolas en su propio beneficio.

No hay respiro para el lector en esta novela de vibrantes y rápidos diálogos, herederos de la novela negra y la comedia de la Edad de Oro de Hollywood. Me llaman Fuco Lois avanza vertiginosamente por una trama que se complica página a página hasta desembocar en un inesperado y catártico final.
Vamos, que mola.

Y que la leáis.

martes, mayo 23, 2006

¿Te sientes hoy más importante?

Ya saben ustedes, a poco que visiten este humilde blog, que me acaban de entregar el Premio Viña Alta Río-Café Bretón en Logroño, en una ceremonia muy poco ceremoniosa -cosa que yo agradezco-. El caso es que el premio está muy bien, y no sólo por su dotación económica, que no me permitirá comprar un piso pero sí arreglar algunas cosas del mío, sino porque premia algo que no es usual por estos pagos: los libros de relatos.

Por alguna razón que se me escapa, los concursos literarios de narrativa se dividen, en su gran mayoría, entre los de novela, que son los que cortan el bacalao en cuanto a dinero, y los de cuento individual, mucho más numerosos y generalmente más modestos -cuentos de ocho, diez, quince páginas como máximo-. A los que escribimos cuentos regularmente nos resulta difícil encontrar concursos que premien el hábitat natural de los cuentos, su única posibilidad real de salir a la luz y llegar a un número razonable de lectores: la recopilación. Está el NH, que edita el libro y los regala a sus clientes, el Alfonso Grosso -el año pasado resulté segundo accésit-, el Cortes de Cádiz y dos o tres más, entre los que destaca por méritos propios el que me han dado este año: el Viña Alta Río-Café Bretón, que incluye la edición del libro -he visto los de años anteriores y están realmente bien editados.

El premio levanta bastante revuelo mediático, sobre todo en Logroño, claro. Y resulta muy agradable que lo haga, no tanto por razones egoístas, sino porque parece que un acto cultural que roza la marginalidad se abre paso a la luz pública; el sábado fui literalmente rodeado por periodistas que me asaltaron a preguntas -como Beckham, pero sin sus tatuajes, su dinero, su gorro de lana sobre las cejas, su chica maniquí al lado y con treinta y cinco kilos más-, cosa que a un tímido recalcitrante como yo podría haberle resultado incomodísimo (y sin embargo lo manejé con mucho aplomo, para mi sorpresa). Mucho flash, preguntas cruzadas, grabadoras en mano. Sólo faltaba el tío ese feo de Aquí hay tomate.

Y en mitad de este barullo uno de estos periodistas me hizo la pregunta que titula este blog: ¿Te sientes hoy más importante?

Pues no, no me sentía más importante. Vale, era como ser la reina del baile, me faltaba una banda y la coronita, princesa por un día, los diez minutos de fama de Warhol, todo eso. Pero no me sentía más importante. Y se lo decía al periodista: "No, importante no, estoy orgulloso y satisfecho, nada más", pero el tipo insistía: "¿Pero no te sientes más importante?"

No sé si una de las razones de que la gente se sienta alejada de la cultura, de la literatura, del arte, de todas esas palabras que hay que poner en mayúsculas y que me niego a hacer, es que les damos una relevancia que no merecen, que les ponemos en un pedestal, que las convertimos en intocables. Que escribimos Literatura, algo serio, cuidado, amigo, no mancille la palabra, y que somos Importantes porque nos han dado un premio, nos publican, nos agasajan, nos dan tres copas de vino para brindar. Que nos ponemos chaqueta y corbata para escribir, como decía Cortázar.

Igual ha llegado el momento de que convirtamos estas cosas tan serias, tan culturales, en algo divertido, en una reunión de amigos. La ceremonia del Café Bretón fue eso esencialmente: un acto de normalización de la cultura, un llevar las cosas de manera natural, no como si de cada Palabra que Pronunciamos Dependiera el Destino del Universo.

lunes, mayo 22, 2006

La gente es muy maja.

Y los logroñeses, añado yo, aún más. Vale, no estoy siendo muy objetiva que digamos. Estoy encantada con los logroñeses porque mi media naranja acaba de recibir el prestigioso premio Viña Alta Río-Café Bretón en dicha ciudad y los organizadores del certamen literario, sus amigos, sus conocidos y demás nos han tratado como príncipes, pero si no tenemos en cuenta esa menudencia debo decir que los logroñeses son encantadores.

Y para muestra, un botón.

Paseábamos Jose y yo el sábado por la mañana por el centro de la ciudad cuando nos enamoramos de unos grabados de Marina Anaya. El caso es que era mucho más cómodo transportar los grabados hasta Madrid ya enmarcados y los dueños de la tienda se ofrecieron muy amablemente a hacer aquel trabajo en una hora. Tras pasear un poco dejé a Jose en el Café Bretón rodeado de periodistas y regresé a recoger los cuadros tan deprisa como mis cortas piernas y mis zapatos de tacón me permitieron. Encontré a la dueña atendiendo a una señora de mediana edad que quería enmarcar unas fotos de la boda de su hijo. Hice esfuerzos intentando disimular mi impaciencia mientras ellas decidían cuánto debían medir los paspartú, cómo debían ser los cuadros pero también dónde debían colgarlos en el salón de la casa, qué era lo próximo que iban a enmarcar y cuánto valdrían todos los marcos que tenía la clienta ya colgados en su repleta pared. Noté cómo yo me ponía más y más nerviosa. La entrega del premio era a la una en punto y era la una menos cuarto. Estaba a punto de abrir la boca para explicar que tenía mucha prisa cuando la señora me preguntó a bocajarro señalando una foto:

-¿Y tú qué piensas? ¿Me reconocerías en esta foto si te dijera que soy yo? Seguro que piensas que es imposible.

Me quedé lívida, pero luego pudo mi diplomacia.

-Claro. La he reconocido al instante.

-Tonterías –dijo de buena manera ella-. Con tanto perifollo, maquillaje, tacones… una parece Otra Cosa y no lo que es. Pero, en fin, así son las bodas –y sin ningún esfuerzo enlazó una parrafada de dos minutos y medio de duración sobre lo mucho que sufrió con aquella boda en cuestión, que su nuera no podía estar en Logroño para organizar los preparativos y había sido ella la encargada de hacerlo todo, que había elegido los vestiditos de sus ocho nietos y miles de cosas más-. Y es que nos reunieron a todos un año antes y nos dijeron que se casaban el 19 de junio. ¡Imagínate! Con tan poco tiempo era imposible conseguir restaurante. Hablamos con X –citó supongo un reconocido sitio de bodas de postín de Logroño y yo asentí para no quedar como una madrileña ignorante-, también con Y, pero nada. Todo estaba reservado. Al final, conseguimos celebrarlo en Z.

A todo esto yo estaba tan atónita que era incapaz de reaccionar. Afortunadamente, nos interrumpió la dueña de la tienda para informarme que los cuadros ya estaban y que en un periquete me los envolvían para transporte.

-Serán cinco minutos –calculó.

Y, efectivamente. Fueron cinco minutos. Los cinco minutos mejor aprovechados de mi vida. O de la vida de la señora de la boda, mejor. Porque en ese tiempo se bastó ella solita para ponerme al corriente de lo que costaba remodelar un cuarto de baño en Logroño con plato de ducha y barandillas (12.000 euros), para aconsejarme en contra de las cocinas de madera y para hacerme un análisis exhaustivo del terrible problema que le acarreaba su afición a la limpieza.

-Es que en cuanto veo una pelusilla me pongo…

También me contó sobre los problemas de las vacaciones de su hijo (el de la boda, que había estado en Turquía), lo mucho que odiaba las acelgas y que debía adelgazar unos kilillos de cara al verano “porque ya sabes el trauma que es ponerse el bikini todos los años”. “Sí, sí” asentía yo, no sólo intentando congraciarme con ella sino totalmente de acuerdo con el trauma del bikini. También hablamos de los niños, de lo mucho que sufren los suelos blancos y de lo caro que está todo. En resumen, aquellos cinco minutos se me pasaron volando y con ellos, los nervios. De repente, los cuadros aparecieron en el mostrador perfectamente empaquetados y antes de que me diera cuenta, la señora salía por la puerta despidiéndose con una dulce sonrisa:

-Venga, hasta otra. A ver si volvemos a encontrarnos.

Yo la saludé deseando que de verdad aquello volviera a pasar. Había sido agradable, aunque al principio no me lo pareciese. No sólo había conseguido que la espera fuese más relajada y me olvidase de los nervios del premio sino que me había traído un trocito en directo de la vida en Logroño tal y como era. Sin tapujos.

Así que ya veis porque la gente de Logroño me parece maja. Y no sólo porque den estupendos premios literarios… de los que yo no soy quien para contaros. Para eso está el héroe y mi media naranja.

jueves, mayo 18, 2006

Y cuando menos te lo esperas, ¡zas!

Iba yo por la mañana tan pancho en el autobús pensando en mis cosas, en el trabajo, en el partido del Barça, en el libro que estaba leyendo, sin sospechar que sólo unos minutos más tarde mi vida iba a dar un vuelco. Al ir a bajarme en mi parada, casualmente vi la portada de un diario gratuito que estaba leyendo un señor. Y leí esto:



¿Pero a dónde vamos a parar? ¿Y los niños? ¿Es que nadie piensa en los niños?

Preso de la inevitable inquietud que seguramente está sufriendo el visitante de este blog al leer este siniestro titular, al llegar a la oficina busqué la noticia completa. La encontré en el Diario Qué, un periódico gratuito aficionado a difundir reportajes completamente lisérgicos. Aquí te puedes bajar el periódico completo, pero yo no lo haría (porque pesa 12 megas, entre otras cosas).

En el interior hay toda una página dedicada a glosar la odisea de este grupo de cantantes. Resulta que con los zapatos que llevaban tropezaban al bailar, así que el estilista está buscando como loco otros zapatos, arreglaos pero informales, para que las chicas puedan contonearse sin peligro. La cosa está chunga, porque en Atenas se conoce que sólo hay sandalias como las de Pericles.



Hábilmente, la redactora menciona un caso anterior en el que una cantante española salió descalza: Remedios Amaya y su Ay quién maneja mi barca, que a la deriva me lleva, quién, saldado con aquellos sonrojantes cero puntos, cero points, cero puá. Los que en su momento sufrimos aquella dolorosa humillación que nos provocó diversos traumas infantiles (¿y quién nos asegura que hoy no estemos escribendo en blogs por culpa de los cero puntos de Ay quién maneja mi barca?) exigimos, suplicamos, clamamos al cielo: ¡Estilista, encuentra unos zapatos! ¡Por Dios! ¡Antes de que sea tarde!

Se impone un riguroso estudio de la situación:



Muy bien. Si discutimos sobre la adherencia de un neumático de triple fusión en suelo mojado, no vamos a hablar de esto, hombre...

Y cuando parecía que nada podía hacer más psicotrópica la página, ahí está, en una columna, como escondido:



Por si no lo han leído: Bosnia es favorita. "Lo decía un estudio que asociaba moléculas y garantizaba que ganaba él". ¿Eh? ¿Cómo? ¡Surrealiiiiismo! Y segundos más tarde: "El nombre del elegido es premonitorio: 'Hari Mata Hari'". ¿Eh? ¿Cómo? ¡Surrealiiiiiiismo!

Para que te fíes de las mañanas tranquilas.

miércoles, mayo 17, 2006

Cómo sobrevivir en una agencia de publicidad o cómo sobrevive la Publicidad

En mi primera (y todavía sin publicar) novela, “Sabrina 1- El Mundo 0", intenté hacer un retrato divertido e irónico del mundo de la publicidad. Me basé no sólo en mis experiencias tras casi una década de trabajo en el negocio, sino también en las experiencias de todos los que me rodeaban. Y es curioso: por mucho que yo me esforzara en inventar situaciones surrealistas nunca estaban a la altura del Surrealismo de la Realidad. Pero la verdad es que la publicidad es un negocio como otro cualquiera, sólo que tiene mucho de glamour y mucho más de tontería. Y para sobrevivir en una agencia hay que saber abusar de ambas cosas. Sabrina, la protagonista de la novela, tiene la suerte de contar a su lado con Juan Pacheco, una especie de Yoda de la Creatividad, que la instruye en técnicas de supervivencia. He aquí un extracto de sus enseñanzas:

TÉCNICAS DE SUPERVIVENCIA EN UNA AGENCIA DE PUBLICIDAD

TÉCNICA 1: Nunca mires a un empleado del Departamento de Servicios al Cliente a los ojos.
Sólo de esta forma conseguirás librarte de caer en su redes de engaños y embustes. Evita las miradas y las confrontaciones directas, con un poco de suerte no se darán cuenta de que estás delante y no intentarán colarte un Marrón de tamaño gigantesco.

TÉCNICA 2: Protesta mucho y abusa de las palabrotas.
Un empleado que vaga por los pasillos soltando maledicencias es un empleado con un montón de trabajo encima, por no hablar de un empleado peligroso y agresivo capaz de descuartizar a cualquier esclavo de Cuentas que se atreva a dirigirle la palabra. Un creativo gritando “cabrón” constantemente es un empleado tan peligroso como un misil teledirigido. Nadie querrá acercarse a ti.

TÉCNICA 3: Camina deprisa.
Parecer ocupado es fundamental. Acompaña tus paseos con grandes y rápidos movimientos de brazos. Si te cruzas con alguien por los pasillos, no te pares, esquívale y acelera el paso mientras murmura majaderías. Pensará que estás muy ocupado.

TÉCNICA 4: Homenajea a los maestros.
Nunca copies otro anuncio, homenajéalo. Nunca copies una escena de una película, ensalza sus virtudes en tu spot. Tu creación tendrá mucho más valor si convences al mundo de que quieres dedicársela a Kubrik o a cualquier publicitario famoso (y extranjero).

TÉCNICA 5: Convence a tu Director Creativo que el germen de tu idea salió de él.
Sólo sembrando la duda lograrás que tu jefe te apruebe esa propuesta tan loca. Si piensa que él fue tu inspiración no será capaz de cortarte las alas. Usa este truco también para conseguir mejoras salariales, cambiar tu silla por otra nueva o exigir que vuelvan a traer magdalenas para el café.

TÉCNICA 6: Ten amigos hasta en el infierno.
Tu supervivencia depende de tener contactos en todas las esferas de tu agencia. Sólo si eres amigo del chico que reparte el correo te enterarás de que hoy ha llegado un paquete enorme a la dirección con el pliego de un concurso nuevo o que los de Medios han recibido una ensaimada mallorquina de soborno.

TÉCNICA 7: Comienza todas tus frases con la coletilla “En mi experiencia…”
Es irrefutable. Nadie se atreverá a llevarte la contraria.

TÉCNICA 8: Exagera la dificultad de todo lo que hagas.
No se trata de imprimir. Se trata de ajustar los complicados parámetros de la impresora para que tu boceto tenga los colores adecuados. No escribes un texto. Estás buscando exhaustivamente las palabras más adecuadas, de las cientos de miles que hay en la Lengua Española, para conseguir dotar a tu anuncio de una pluralidad de significados.

TÉCNICA 9: Puebla tu mesa de libros eruditos sobre la publicidad.
Libros como “Reflexiones sobre el briefing”, “La creatividad, esa gran desconocida” o “No le digas a mi madre que soy publicitario, ella cree que soy pianista en un burdel”. Hazles creer que te importa lo que haces y que quieres mejorar.

TÉCNICA 10: Sin nada de esto te funciona, viste raro, sé raro, haz cosas raras…
Es triste, pero en la publicidad las cosas funcionan así. Cuánto más excéntrico eres mejor creativo te consideran. Busca a algún amigo de esos extraños que todos tenemos y pídele consejo. Acércate a los mercadillos de tu ciudad y compra lo más raro que veas, mézclalo como si fueras daltónico y preséntate así a trabajar. Escucha música que no escuche nadie, habla de películas polacas en V.S.O que nadie conoce y crea tu propia forma de hablar (algunas ideas: sólo usa palabras que empiecen por “m” o sáltate dos vocales de cada tres) Invéntate algún tic extraño o una manía extravagante. Esa será tu última posibilidad de sobrevivir.

TÉCNICA 11: Maneja con soltura expresiones como “Esto no es una fábrica de hacer churros”, “Vamos al Apocalipsis”, “Esto es un atraco” y más.

Si a Sabrina le sirvieron de algo estas enseñanzas es una pregunta que no puedo responder (todavía tengo esperanzas de publicar la novela y no es cuestión de ir por ahí aireando el final), pero sí os puedo decir que tener a mi propio (y real) Juan Pacheco cuando era training en TBWA me sirvió de mucho. Si os estoy contando esto es porque ayer me llegó un artículo muy interesante sobre la juniorización de las agencias de publicidad.

Después de la juniorización de los departamentos creativos vendrá la simiorización.


Es triste que los jóvenes creativos de hoy no tengan un senior del que aprender el negocio, es triste que las agencias abusen de estos mismos jóvenes con sueldos miserables e interminables jornadas porque no quieren pagar más experiencia, es más triste aún que según el presidente de McCann Erickson España la razón se deba “a una frenética y compulsiva presión de los anunciantes por reducir lo que pagan”. Según Marçal Moliné el gran perdedor de todo este asunto al final del todo será el anunciante pero yo no estoy de acuerdo. Yo creo que los grandes perdedores de todo este asunto somos nosotros, los profesionales que amamos esta profesión y la cuidamos con cariño, los que estamos viendo como poco a poco se acaba con la Publicidad.

martes, mayo 16, 2006

La gente es muy graciosa

Gracias a mi compañero y amiguete Héctor, alias Jéctor, me he enterado de que parece ser que cada vez hay más monedas retocadas como esta por la calle:



El punto rojo está marcado con un rotulador indeleble. Qué sencillito y qué bien pensado, ¿no? Yo no aliento a cometer un delito como este -aparte de la mofa a la Monarquía creo recordar que modificar los billetes y monedas de curso legal está prohibido; así que no lo hagáis en casa, niños, y tampoco queméis billetes de quinientos euros, os digo de paso-, pero hay que reconocer que tienen gracia los jodíos. Además de ser malvados y antimonárquicos, claro (muchos pensarán que he sido redundante). A partir de ahora estaré atento a las monedas que me den, a ver si localizo alguna.

La gente se toma unas molestias por hacer la gracia sorprendentes. Como ese que se ha dedicado a poner pegatinas en los parquímetros de Madrid. Que no es antimonárquico pero sí malvado.

Mucha guasa es lo que hay, como se ve. Y ganas de hacer el Mal.

En mi experiencia las diosas no existen

Hace poco llegó a mis manos una nueva revista de esas en las que se descuartiza la vida de los famosos y, al mismo tiempo, nos la ponen como ejemplo a seguir. Una incongruencia andante de las que tanto abundan en los kioscos. El caso es que, de repente, en esa revista vacía y terriblemente superficial encontré El Artículo. Ese artículo que equivale a un flashazo de claridad mental. Ese artículo que te descubre un mundo nuevo. Ese artículo que te hace replantearte la vida entera. Que te la cambia, vamos.

A mí me la ha cambiado, no os digo más.

En concreto, el artículo se titulaba “Maldita celulitis. No hay quien se libre” y venía ilustrado con una docena de fotografías de Guapas Oficiales mostrando muslamen, culamen y chichilla a base de bien (ya, ya sé que se sugirió que mi colaboración en este blog serviría para no hablar de culos, pero se equivocaron). Y,… sí. Estas Guapas Oficiales tenían celulitis. Y bastante. Algunas ¡hasta más que yo! Jo, me hizo una ilusión tremenda. De verdad. Porque vi confirmadas las terribles sospechas que tras nueve años de profesión en el mundo de la publicidad (y por tanto, de experiencias plenas con las múltiples herramientas del Photoshop y el retoque fotográfico) me venían rondando por la cabeza. Y que se resumen en una sola sospecha.

Es decir, que las Diosas no existen (para muestra, prueba fotográfica de la guapísima Kirsten Dunst en la playa, "tan natural como la vida misma")

Y, como venía diciendo, confirmar esta sospecha de hace años me ha cambiado la vida. Porque ahora sé que esos cuerpos perfectos a los que llevo años echando oposiciones NO SON VERDAD. Que yo nunca podré ser una Diosa porque las Diosas son una falacia que se han inventado los estilistas, maquilladores, peluqueros, fotógrafos, retocadores y demás profesionales de Hollywood. Así que de nada tiene sentido:

a) torturarme con dietas, masajes masoquistas, cremas carísimas o sesiones brutales de ejercicio.
b) que se me aparezca el genio de la lámpara (como llevo años deseando que haga) y le pida tener el cuerpo de Salma Hayek, porque resulta que la guapa de Salma también ha sido víctima del mal de la piel de naranja (y no os cuento cómo, madreeeeeeeee mía).
c) Gastarme mucha pasta en un cirujano plástico de confianza (o gastarme poca pasta en un cirujano plástico de desconfianza).
d) Probar la mesoterapia, la hidroterapia, la presoterapia y todas esas cosas que acaban en –apia.

En cambio sí tiene sentido:

a) repetir cocido y echarle un tiento al tocino.
b) tomar pan en las comidas (¿o como queréis que me coma el tocino?)
c) no volver a saltarme el postre nunca, nunca más.
d) dejar para mañana lo que pueda hacer hoy siempre que tenga que ver con abdominales, sentadillas, carreras y todo tipo de torturas relacionadas con la Inquisición y sólo hacerlo si me apetece y no por razones estéticas.
e) gastarme toda la pasta que puedo gastar durante un año en cremas en un viaje compartido con mi pequeña familia.

Y ante todo, que cada vez que me contemple en un espejo sean las cosas buenas las que llamen mi atención. En vez de las malas. Y eso para empezar, es un gran cambio en mi vida. He abandonado la autocrítica y sobre todo, el autocontrol. Se acabo el Reinado de la Dieta y la Dictadura del Gimnasio. ¡Hola a la Revolución del Chocolate!

En definitiva, que mi vida ha cambiado bastante en la última semana. Si Kirsten Dunst, Nicole Kidman o la “pluscuamperfecta” Uma Thurman tienen el culete sembrado de hoyuelos –con sus entrenadores, sus tratamientos, sus cirujanos, sus nutricionistas, sus médicos, etc.-, ¿qué posibilidades tengo yo contra la celulitis?

Exacto,… así que, venga acá esa cervecita.

domingo, mayo 14, 2006

Pedazo de felicidad (detalle)

Después del alegato contra el Deseísmo que brillantemente escribió Rebeca el otro día, he identificado una de esas pequeñas cosas que nos hacen felices:


Sí, es un pincho de tortilla. En concreto, de la mejor tortilla de patatas de Madriz, la que sirven en El Borbollón, sito en la calle Recoletos. Jugosa, se deshace en la boca. Con la textura perfecta. En la foto sale un poco más sólida de como suelen hacerla, porque normalmente la preparan menos cuajada. Y aunque no lo creas, está más rica que la de tu madre.

En fin, si pasais cerca de la calle Recoletos -por ejemplo para visitar la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión, o para encadenaros en un árbol del Museo del Prado-, no dudéis y pedid en el Borbollón un pincho de tortilla. Porque el dinero no hace la felicidad, la compra hecha. Frecuentemente, con forma de tortilla de patatas.

viernes, mayo 12, 2006

Próximamente en el Congreso

¿Por qué tengo la sensación de que los destinos de este país lo manejan unos quinceañeros hiperhormonados? Visitantes de allende los mares, ha pasado esto: os pongo distintas fuentes: El País, El Mundo y el ABC. Horas más tarde, en la Asamblea de Madrid -la que pedía disculpas a la baronesa- pasaba esto otro: El País, El Mundo, ABC.

(un paréntesis para hablar del tratamiento de los medios: exquisito el del ABC; fijémonos en la foto de Martínez Pujalte que muestra El País)



Lo surrealista no es que organicen estos barullos en el Congreso, ni que nuestros representantes se comporten como hooligans, ni que contravengan cualquier atisbo de lógica o sensatez; lo más surrealista, lo que me indigna, es que no son conscientes de lo que están haciendo, que para ellos parece más un divertimento. El PP no ha sido el único en organizar patochadas de estas -diputados de Esquerra se encadenaron a las puertas de la COPE; diputados de Izquierda Unida blandieron carteles de No a la Guerra-, pero parecen ignorar la trascendencia de sus actos. Martínez Pujalte, expulsado, no se defiende diciendo que su expulsión es injusta, sino que alega que "no había más motivos que otros días para expulsarme". O sea, que el tío se dedica a hacer eso en todos los plenos: abuchear, gritar a un ministro cuando va a tomar la palabra, llamarle fascista, etcétera. Y lo reconoce. Con dos cojones. Como el matón de clase que sabe que el director del colegio no le va a expulsar una semana porque entonces vendrían los padres a hablar con él. En la Asamblea de Madrid, mientras montaban la bronca y blandían sus esposas para protestar por las detenciones ilegales -¿quién marcará la agenda política del PP? ¿Creen que de verdad ganan puntos hablando de eso?-, la mitad de los diputados estaban riéndose. ¡Coño, que esto no es un juego! Si es el momento más bajo de la democracia, si las detenciones han marcado el deterioro de la sociedad, si tan grave es, si vas a montar tal escándalo en una institución pública, ¿de qué cojones te estás riendo? Si la democracia se hunde y tú protestas para salvarla, ¿dónde encuentras la gracia?

Son diletantes de la política. Les dicen que impidan el desarrollo de una sesión y allá van tan contentos. "Llamad fascista a un ministro" y lo hacen con una sonrisa en la boca. "Niños, que nos vamos de excursión a las ruinas romanas de Mérida". ¡Yupi!

Asistiremos próximamente, supongo, a una escalada de este estilo de hacer política:

-Señorías, estoy totalmente en contra de esta iniciativa...
-Señorías, estoy totalmente en contra de esta iniciativa...
-Señor Acebes, no repita lo que yo digo.
-Señor Acebes, no repita lo que yo digo.
-¡Majestad, Acebes repite todo lo que yo digo!
-¡Majestad, Acebes repite todo lo que yo digo!

Qué pena. Qué asco.

El Real Madrid ficha a Stielike como medio centro

A menos que tengáis la desgracia de trabajar en publicidad, el nombre de Ricardo Pérez seguramente no os diga nada. Su trabajo, sin embargo, es bien conocido por todos.

Ricardo Pérez hizo fortuna en los ochenta con una serie de campañas muy exitosas basadas en juegos de palabras y retruécanos, la más célebre de las cuales catapultó a una modesta empresa familiar al liderazgo de las latas de conservas: el más que famoso “Claro, Calvo” con Jesús Puente y Juanjo Menéndez. Con ese mismo estilo inconfundible Ricardo Pérez creó muchas otras campañas que obtuvieron grandes resultados: “El que sabe, Saba”, “Reig Martí, el rey de las camas”, “Oscar Mayer, el bacon que va con todo”, “Ñaca ñaca La Cigala”, “Cofrutos, de fruta madre”, etcétera.

Entrados los noventa la estrella de Ricardo Pérez fue declinando: su estilo sencillo no resultaba tan atrayente cuando tenía que competir con producciones más espectaculares e ideas más sofisticadas. Como tampoco estaba basado en conceptos poderosos, el estilo Ricardo Pérez fue abandonándose, aun cuando de vez en cuando viéramos en televisión alguna muestra de su trabajo.

Pero de pronto Ricardo Pérez ha renacido. O unos aventureros han roto algún sello arcano y le han despertado. En cualquier caso, ha vuelto, y sigue haciendo lo mismo que en los ochenta. O quizá nosotros hemos viajado en el tiempo y tenemos que lograr que nuestro padre se case con nuestra madre, no estoy seguro. Puede ser: primero fueron los calentadores que llevan las chicas que se visten en Bershka y luego la noticia de que Esteso y Pajares hacen otra película. El caso es que Ricardo Pérez ha vuelto. Con otra campaña de Calvo, en la que Romay dice: ¡Alto! (guiño).

Vale, todos tenemos derecho a vivir. Allá cada cual con su dinero. Lo sorprendente es que además Ricardo Pérez ha ganado el concurso de Lotería Nacional. O sea, el Estado ha decidido que Ricardo Pérez se haga cargo de la Lotería de Navidad y la del Niño (decidle adiós al Calvo de la Navidad, porque se ha muerto). 27 millones de euros nada menos. Lo cual resulta sorprendente, porque uno diría que Ricardo Pérez no está a estas alturas en condiciones de competir con las mejores agencias del país. Habría que esperar a ver cómo es la campaña antes de opinar, a lo mejor está bien, diréis. A lo mejor, a lo mejor. A lo mejor el Madrid ficha a Stielike y juega como en los ochenta. Quién sabe. Pero es poco probable.

Yo iba a esperar lo peor –que Stielike sufriera un ataque de reuma en mitad del Bernabéu, por ejemplo-, porque soy un tío pesimista, pero el Periódico de la Publicidad, una publicación especializada, se ha hecho no sé cómo con los guiones que se han aprobado –un caso realmente excepcional, porque estos proyectos son extremadamente confidenciales; osea, que algo huele a podrido en todo esto- y confirman mis peores sospechas. Transcribo la locución del guión de la Lotería de Navidad porque no lo encuentro en su página web. Las imágenes que lo acompañan son fáciles de suponer:

¿Qué es lo que toca en Navidad? En Navidad toca viajar, toca reencontrarse, toca regalar, toca besar, toca la Orquesta Sinfónica de Viena y toca jugar a la Lotería. En Navidad... es lo que toca. Y toca en serio: hasta 3 millones de euros a la serie. Sorteo de Navidad de Lotería Nacional. Que la suerte te acompañe.

Ricardo Pérez en estado puro: el doble sentido (“En Navidad es lo que toca”), el chiste malo (“toca la Filarmónica de Viena”, en lo que parece una colaboración de los Morancos) y el juego de palabras por el juego de palabras: “toca en serio: tres millones a la serie.”

¿Es malo? Es antiguo. Ya no sorprende como hacía veinte años atrás, luego ha dejado de ser eficaz. Es retroceder, en términos de comunicación, veinte años. Bueno no es, desde luego.

Y me da rabia. No porque haya perdido yo el concurso –que no nos hemos presentado, así que no hay nada personal en esta amarga reflexión-, sino porque parece que nunca vamos a deshacernos de los tics que impiden que podamos hacer un buen trabajo. Es una muestra del brutal retroceso que está sufriendo la publicidad española desde hace años, trabada por la crisis, el miedo y la incompetencia.

Así que así están las cosas. Mientras los ingleses hacen para sus loterías anuncios como el que veíamos el otro día, nosotros seguimos haciendo juegos de palabras.

jueves, mayo 11, 2006

Arriba el Carpe Diem

Desde luego, los seres humanos podemos ser lo peor. Nos podemos cruzar a plena luz del día con la felicidad y no reconocerla aunque vaya sin gafas de sol y a cara descubierta. Pero luego nos pasamos el resto de nuestra existencia deseando todo tipo de cosas absurdas que no tienen nada que ver con la ya nombrada felicidad.

Y es que el Deseísmo, queridos amigos, es una corriente filosófica muy de moda en esta sociedad consumista en la que vivimos. Y yo, su representante en la Tierra.

Para muestra, la lista de deseos que llevo “deseados” desde que me levanté esta mañana:

Deseo nº1: Entrar, de una vez, en toda la ropa de la talla 38 que hay en mi armario. Aunque, en realidad, lo que deseaba era tener el cuerpo de Halle Berry, la cara de Natalie Portman y el fondo de armario de cualquiera de las dos.

Deseo nº2: Encontrar un asiento libre en el “hasta-las-trancas” abarrotado vagón de la línea 5 del metro de Madrid.

Deseo nº3: No haberme dejado la cama sin hacer.

Deseo nº4: Comerme un donuts sin sentir ningún remordimiento.

Deseo nº5: Que el citado donuts fuera diurético.

Deseo nº6: Que el compañero que se sienta enfrente mío (maldito, maldito sea) no hubiera abierto esa… mmmmmmmmmmmmmmm… irresistible bolsa de Doritos Sabor Ranchero.

Deseo nº7: No haberme comido toda la bolsa de Doritos de mi compañero de enfrente. No haberle amenazado de muerte si no me daba la bolsa de Doritos. No haberle hecho prometer que nunca, nunca más volvería a hacer una cosa así como abrir una bolsa de Doritos Sabor Ranchero frente a mí.

Deseo nº8: Poder caminar como Gisele Bündchen con mis zapatos de tacón en vez de parecer un cruce entre Lina Morgan y el Pato Donald (aunque en realidad, lo que quería era tener ese tipo de pierna infinita que no necesita un zapato de tacón para no parecer una columna jónica).

Deseo nº9: Tener la pasta y el tiempo suficiente para escaparme a Homeless y montar allí la de Dios.

Y son sólo las doce de la mañana, amigos. De aquí a la hora de acostarme la lista puede aumentar en varias docenas de deseos más. Algunos más absurdos que otros, algunos más intrascendentes que los demás, algunos (lo menos) realmente importantes. Como que me crezca rápido la uña del dedo índice que se me rompió ayer (hasta que alcance el nivel de todas las demás), que se me aparezca la cena por arte de magia o que venga el Espíritu Santo y me ponga un piso. Pero, vosotros os preguntaréis, ¿a qué viene todo esto que nos estás contando, Rebeca, bonita? ¿Qué nos importa a nosotros que te pases la vida deseando cosas absurdas? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? Y sobre todo, ¿por qué estos pantalones me hacen el culo gordo y estos otros no?

Pues a que, sencillamente, el otro día me di cuenta de que no necesito que ninguno de estos deseos se hagan realidad para ser feliz. Porque ya soy feliz. Mucho. Lo que pasa es que la mayoría del tiempo no me doy cuenta de que lo soy. En general, los seres humanos pocas veces nos damos cuenta de que la felicidad está pasando a nuestro lado. Quizás porque la tenemos idealizada igual que tenemos idealizada a Jennifer Aniston y cuando aparece de verdad en nuestro camino nos pasa lo mismo que si nos cruzáramos con la protagonista de Friends un martes a las siete y media de la mañana, recién levantada, sin peinar y sin maquillar. Que no sabríamos que nos estamos cruzando con Jennifer Aniston. O con la felicidad.

Pero los seres humanos y yo somos así, en general.

Lo peor, repito.

Nos pasamos la vida suspirando por alcanzar la felicidad pensando que la felicidad es otra cosa. Deseando ser más jóvenes, más experimentados, más altos, menos robustos, más delgados, con más pecho y menos michelines, … Pensando que consiste en tener una casa más grande, un coche mejor, un ordenador último modelo, el ipod más molón, toda la última colección primavera-verano de Homeless… Pero nada de esto tiene sentido cuando faltan las cosas más importantes. Pero de eso no te das cuenta hasta que no te falta.

Qué triste.


Me da la impresión de que hay mucha gente hoy en día que es feliz y no se da cuenta de eso.

Más triste aún.
La felicidad no es un bolso Chloe, Kate.

Gente que no aprecia esa mágica conversación sobre todo y sobre nada con un amigo, la llamada de su madre para ver qué tal anda, la tranquilidad que se respira en su casa, un sereno paseo para hacer la compra, el intercambio de naderías con el frutero de la esquina, la sonrisa que cruza con el vecino en el descansillo del portal, un trozo de hornazo con bien de jamón y chorizo compartido entre risas con una copa de vino… Hay cien mil cosas que deberían hacernos felices a diario y, sin embargo, nosotros suspiramos por otras cien mil más que nada tienen que ver con la felicidad.

Argggggggggggggggggg.

Pues, desde aquí anuncio al Mundo que yo voy a intentar dejar el Deseísmo y os animo a todos a hacer lo mismo. A desterrar vuestras pequeñas miserias diarias porque son… eso. Pequeñas.
A olvidar todos esos “ojalás” y a esforzarnos a diario por reconocer a la felicidad en las esquinas. Aunque vaya sin maquillar, su pelo no brille tanto y vista ojeras.

Presentación de credenciales

Se une hoy a El sabor del cerdo agridulce una persona que ha estado aquí desde el comienzo, inflando las cifras de visitas a base de entrar una y otra vez en la página en lugar de trabajar. Desde hoy, Rebeca Rodríguez Rus (que pertenece a la estirpe de Bastian Baltasar Bux o Karl Konrad Koreander), más conocida como La Rus, se convierte en colaboradora oficial de la cosa esta.

El objetivo es intentar que la palabra culo no aparezca en todas las anotaciones para que el blog no se convierta en el refugio de viejos verdes (Viejos verdes, no os vayáis, no lo decía en serio, era una manera de hablar).

Y ahora unas palabras para que sepamos quién es: es madrileña, es de Vallekas, tiene 32 años pero aparenta menos, tiene algunos pantalones de Miss Sixty y ha escrito dos de las cinco novelas más divertidas que yo haya leído jamás (¡y están incomprensiblemente inéditas! ¿hay algún editor en la sala que quiera forrarse?).

Bienvenida a casa.

miércoles, mayo 10, 2006

Carne de blog

Dios bendiga a los recopiladores de estadísticas sobre el tráfico de internet, porque ahorran buscar ideas para un montón de artículos. En realidad creo que ese es único fin: que los blogueadores tengamos siempre un tema a mano al que recurrir si no hay ganas de pensar en otra cosa. O cuando no te sobra el tiempo.

El tema, hay que reconocerlo, no es original, pero no me resisto a usarlo yo también: hay que ver lo rara que es la gente y las extrañas vías que tienen para acceder a una página, por ejemplo a El sabor del cerdo agridulce.

Como sin duda sospechan, la parte del león de las búsquedas que llevan a este blog obedece al tema "El mejor culo del mundo", que desemboca en la entrada con el anuncio de Levi's. No es raro, no. Lo más singular quizá es que 9 de cada 10 usuarios que entran buscando los mejores culos son de Chile o de Perú. No estoy inflando las cifras y no tengo explicación. ¿Los españoles no buscamos los mejores culos? ¿Los mexicanos no buscan culos? ¿Por qué esta obsesión chileno-peruana por los culos? Que alguno de nuestros visitantes nos lo explique, si es tan amable.


Un culo, no necesariamente el mejor del mundo

Gracias a estas búsquedas me he enterado de que Jennifer López ya no tiene el mejor culo del mundo -la verdad es que nunca me lo creí, me resultaba sospechoso que si tan orgullosa estaba de él, siempre saliera de frente en las fotos- y que tampoco Vida Guerra tiene ya el mejor culo de internet, porque ha sido sustituida por una tal Keyra Agustina. No sé, no me convence, pero juzguen ustedes mismos.

Otra búsqueda habitual, aunque no tan frecuente como habría sospechado, es sadomaso agujas y similares. De hecho es superada por la búsqueda Suspicious minds letras (caben cien maneras de escribir suspicious). Es rarísimo, porque hay docenas de sitios donde conseguir las letras antes que en el Cerdo agridulce. ¿Qué les obliga a seguir buscando compulsivamente las letras de Suspicious minds?

Y las dos perlas de la colección, que son el motivo por el que he escrito esta entrada/post/anotación.

Alguien entró buscando, abro comillas, "porqué cojea un cerdo". No sé si buscaba una explicación a la cojera reciente de un gorrino de su granja -con lo que su fe en Google como oráculo capaz de interpretar preguntas y responderlas es altísima- o si hay algún libro o canción o cuadro o lo que sea que se titule así. Igual escribo yo uno para que la búsqueda tenga sentido.

La segunda perla es esta: un tipo o tipa que entró después de buscar "hadas pornográficas". Brutal capacidad de síntesis. Amigo, si estás leyendo esto, no temas preguntarme dónde puedes encontrarlas: yo te lo indico con mucho gusto. No, no estoy de broma, llevo investigando varios días y he obtenido resultados. Para que luego digan de Google.

martes, mayo 09, 2006

Un tío muy comprensivo

He visto este anuncio en la puerta de mi garaje:



Desde luego el tío tiene que ser un chollo, porque está dispuesto a recibir llamadas más tarde de las once de la noche, siempre que no se tome como norma. Lo que no dice es si hay que justificar por qué se llama a las cuatro de la mañana en lugar de a las cuatro de la tarde, pero esta noche llamo sin falta y os lo cuento.

lunes, mayo 08, 2006

Los límites de Google

Parece que el momento en que la biblioteca infinita imaginada por Borges, una biblioteca que contenga todos los libros posibles, está cada día más cercano. Google nos facilita el acceso a la biblioteca infinita; en décimas de segundo podemos acceder a cualquier libro de esa biblioteca y al conocimiento que contiene. Lo malo es que la biblioteca aún está en construcción. Y es más, muchos libros no sólo no están escritos, sino que no se van a escribir jamás.

Confiamos en Google ciegamente; yo hace años que no uso una enciclopedia; si tenemos dudas sobre cómo se escribe una palabra, la googleamos; si queremos saber más sobre un escritor, lo googleamos: y luego pasamos de link en link por medio mundo para aprender nuevas cosas sobre él. Interconexión de fuentes, vastísima información, inmediatez en la respuesta. No puede negarse que tiene muchas ventajas.

El gran peligro es que lo que no está en Google no existe. Y apenas somos conscientes de ese peligro porque asumimos que en Google está todo. Pues no, no está todo. Y lo que está hay que ponerlo en cuarentena, porque tal vez no proceda de una fuente fiable.

Por ejemplo: Margarita Cuesta Pamies. Ya ha aparecido en este blog: aquí. El caso es que no encontré nada sobre ella cuando escribía la entrada de El mundo perdido. Luego, picado por la curiosidad, refiné la búsqueda; tampoco gran cosa: este cuadro de 1976 (el trabajo para El mundo perdido es más sofisticado que este ejemplo).


Abandoné. Pero unos días después alguien entró en este blog así: buscando Margarita Cuesta Pamies en Google. Y, sorprendentemente, teniendo en cuenta que este blog tenía poco más de dos semanas, esta página estaba en el cuarto puesto de resultados (ahora es el tercer resultado). De pronto El sabor del cerdo agridulce es una referencia mundial sobre Margarita Cuesta Pamies. Sin saber nada de ella. Podría inventarme una historia sobre Cuesta Pamies y, vista la escasez de conocimientos sobre ella, imagino que acabaría repitiéndose por esas páginas de dios a poco que contase la mentira con un poco de aplomo.

La biblioteca infinita, en fin, puede estar compuesta a partes iguales de libros repetidos y falsos libros. En resumen: guardaos de los idus de marzo. Cave canem. ¡Cuidadín!

Oximorón final: hagan apuestas. ¿Cuántas veces he usado Google para escribir esta entrada?

viernes, mayo 05, 2006

¡Festival del humoooooor!

Supongo que no soy el único estupefacto por la que se está montando en Madrid a causa de los árboles del Paseo del Prado. Para los visitantes foráneos del blog, procedo a hacer un resumen de lo que está ocurriendo. Aunque hay un buen análisis de la situación aquí.

Resulta que el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, prosigue con su plan de no dejar un metro de tierra en la capital sin remover, y ahora le toca reformar el Paseo del Prado. Va a hacer unas aceras más anchas, limitar el tráfico y poner diversos árboles. Todo iba bien hasta que Carmen Cervera, alias Tita Cervera alias Baronesa Thyssen, ha protestado porque se van a cortar 29 árboles –ella dice que muchos más- y ha amenazado con encadenarse a ellos para impedir que los talen. A partir de aquí todo es cuesta abajo y el tema se ha tratado en radios, periódicos y televisión; por analistas políticos y por la prensa del corazón –la concejal de Urbanismo habló ayer en Aquí hay tomate, para que os hagáis una idea-. La bola ha ido haciéndose más grande cada día hasta el punto de que parece que no hay más problemas en Madrid.

Y hemos caído definitivamente en el disparate. Tita Cervera que quiere encadenarse al árbol, la concejal que la llama caprichosa, la Asamblea de Madrid que pide perdón a la baronesa, Gallardón que acude al rescate de su adláter y Esperanza Aguirre que jura que no se va a talar ni un solo árbol. Todo retransmitido en directo. Abracadabrante.

Mira que ha tenido oportunidades la baronesa de defender árboles a lo Pippi Calzaslargas o Ideafix o el Barón rampante, pero no, no era el momento. Y eso que hace poco Izquierda Unida denunció 14.300 árboles muertos en las obras de la M30, en una descacharrante declaración que incluía esta perla cultivada:
Con las talas se ha "exterminado" más de 258.000 años de vida vegetal
Se conoce que el dato de los 14.000 árboles les sabía a poco y tuvieron que embellecerlo una miaja. Ya sabéis, a partir de ahora si un tipo se carga a un hombre de 57 años y a una mujer de 60, no se ha cargado dos personas: ha matado 117 años de vida humana.

Mientras tanto, aprovechando cualquier oportunidad de meter el dedo en el ojo a Gallardón, Aguirre se dedica a blandir una ley protectora de los árboles que impulsó… Gallardón. Y la Asamblea de Madrid, la Comunidad, vaya, pide disculpas a la baronesa. Que digo yo que si alguien tiene que pedir disculpas será el Ayuntamiento, ¿no? Pues no. Es como si yo pido perdón a María de la Pau Janer porque Marsé la ofendió, que la Janer dirá, con razón: ¿y usted quién es, que su cara me suena?

A todo esto, mañana hay una concentración de diversos colectivos para protestar por el asunto (apuesto a que el 90% de la gente irá allí a ver si la baronesa se encadena o no), entre ellos un ecologista dadaísta al que le parece mal que se reduzca un carril en cada sentido porque eso perjudicará el tráfico (¿alguna vez habéis oído algo semejante?). Igual si no fuera porque Gallardón es de los propios, el PP convocaba otra Manifestación Más Grande de la Historia de la Democracia para defender los árboles.

La cosa se complica por momentos, haciéndose más y más delirante. Hasta el punto de que las únicas palabras con sentido común que he escuchado respecto a este tema proceden del programa de M80 No somos nadie. Habla Pablo Motos, que le ha dado sopas con onda a todos los tertulianos del país:
Mucha gente dice que todo esto es sólo una cortina de humo para que no nos fijemos en que Gallardón ha vuelto a depilarse las cejas.
Amén Jesús. Aplausos, ovación y vuelta al ruedo.


La palabra más hermosa es Galerada


Ya sabrán ustedes, pero si no lo saben estoy yo para informarles, que en la Escuela de Escritores se estaba eligiendo la palabra más bonita del castellano. Tras la correspondiente votación ha ganado amor, supongo que por una cuestión más conceptual que de eufonía. Anda que... Es lo malo de dejar votar a cualquiera, que luego sale lo que sale.

Porque si hubieran votado solo los escritores primerizos estoy seguro de que hubiera ganado Galerada. Que es lo que tienen ustedes a la derecha. O a la izquierda, no sé (Pues no: ha salido arriba. ¿Hay algún informático en la sala?). O sea, la impresión que se hace para corregir errores justo antes de enviar a imprenta. Un momento muy emocionante porque a la vuelta de la esquina está esperando el libro.

Mientras escribes un libro lo corriges muchas veces. Escribes y corriges sobre la marcha. Terminas el borrador y lo corriges. Escribes la segunda versión y la corriges. Pasas el manuscrito a tus amigotes para que te digan lo que les parece y mientras se lo leen tú sigues corrigiendo. Te cuenta qué les parece y corriges. Y cambias cosas y vuelves a leértelo y todo te parece horrible, así que corriges de nuevo. Ya lo decía García Márquez: "Publico para dejar de corregir".

Y cuando ya has corregido unas cuatrocientas veces, y has ganado un premio y te van a publicar, te envían las galeradas de tu libro. 347 páginas. Que se dice pronto. Que tienes que corregir, y esta vez en serio, porque no hay más oportunidades: tal y como quede así saldrá el libro.

Te pones a leerte otra vez el mamotreto -que te conoces casi de memoria- y al mismo tiempo vas apuntando lo que está mal -es desesperante la cantidad de erratas que sobreviven en un texto, no importa las veces que lo hayas repasado- y haciendo cambios de última hora. Y te crece una especie de negra angustia en la boca del estómago. ¿Estará bien la novela?


Recreación dramática

Pues, apartando la falsa molestia, creo que sí. Mientras leía una vez más Me llaman Fuco Lois -ya queda menos para que podáis hacerme rico comprándola- me he divertido. El comienzo no, las primeras veinte páginas me parecen un poco vacilantes y las habría cambiado por completo, pero Rebeca me ha insitido en que estaban muy bien como estaban, y yo la creo. Luego la novela crece, se hace más viva, más entretenida, trepidante -mira, una palabra más bonita que amor-, mucho más divertida. He vuelto a reírme con las aventuras de Miranda, la protagonista, me han sorprendido de nuevo algunas frases suyas tan bordes -es curioso cómo algunos personajes tienen vida propia; tanta que no recuerdas haber escrito algunas cosas, como si se hubieran compuesto ellas solas-, y me ha fascinado el personaje que da título a la novela, Fuco Lois, un hombre enigmático y magnético -doctor, me ha poseído Cabrera Infante-. Y basta de tirarme flores por hoy. Podéis tomar el relevo vosotros.

He entregado ya las galeradas -no he hecho muchos cambios, una docena de erratas y ligero abrillantado de la superficie- y solo me queda esperar a que salga el libro. Alea iacta est, y todo eso. Fue duro escribir la novela, y más corregirla. Pero también me lo he pasado como un enano, así que que me quiten lo bailao.

jueves, mayo 04, 2006

Me hubiera gustado hacer este anuncio

Yo soy el típico tío obsesivo, que se concentra en algo hasta límites enfermizos. O como dicen mis padres: "Cuando un tonto coge una linde, la linde se acaba, pero el tonto sigue". Una vez, en los alegres tiempos del Napster, me bajé 42 versiones de Desafinado; y todas las mañanas empezaba el día escuchándolas, porque me ponía de buen humor (no todas, no estoy tan enfermo: sólo las 15 mejores).

Las últimas semanas, en lugar de ponerme a silbar las versiones de Desafinado, he recurrido a otra manera de ponerme de buen humor: ver el espléndido anuncio que promociona la Lotería Nacional inglesa, que encontré gracias a la imprescindible Llámame Lola. Lo pueden ustedes ver en buena resolución aquí, pero para aquellos que no quieran esperar a que se carguen los 12 megas que pesa -o los que tengan banda ancha con Ya.com y estén blasfemando sobre su velocidad en este momento-, aquí tienen la versión pelada en Youtube:



Puedo ver el anuncio seis o siete veces al día y cada vez descubro un detalle nuevo. Y funciona como elemento optimizador: acaba uno de ver el anuncio y se siente mejor persona. O más bien casi siempre funciona. Hay días en que ni siquiera ponerme las 42 versiones distintas de Desafinado da resultado y hay que sumergirse en un disco de Stan Getz o Chet Baker y dejar que pasen los minutos. Hoy es, justamente, uno de esos días. Os deseo a todos que para vosotros, por el contrario, funcione el maravilloso repartidor de sonrisas.

miércoles, mayo 03, 2006

De vuelta en Madriz

Ya estamos de nuevo aquí, a pesar de las alergias (cada vez que salgo al campo me acuerdo de esa escena de El malvado Carabel en la que el protagonista sufre un ataque porque el pobre no está acostumbrado al aire puro del campo).

Lo mejor de no ir al colegio, aparte de no soportar a los matones que te quitan el donut del recreo, es que no tengo que escribir una redacción titulada Mis vacaciones, pero en deferencia a los visitantes del blog os diré que nos ha hecho buen tiempo (muy bueno), que hemos dado largos paseos, que hemos visto varios burros, que nos hemos puesto finos de ornazos (le quitamos la hache para que engordara menos) y que ayer cuando volvimos no pillamos atascos porque salimos tardísimo; que llegamos a la una de la mañana.

A ver qué tal se da este mes.
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