lunes, enero 22, 2007

Oveja mansa, de Connie Willis

De Connie Willis ya hemos hablado en esta docta casa aquí y aquí con ocasión de las lecturas de Por no mencionar al perro y El libro del día del juicio final (incluso hemos hablado por acá y por allá de Oveja mansa) pero no está de más que volvamos a tocar el tema.

En Oveja mansa, Sandra Foster es una socióloga que estudia las modas: cómo se expanden, qué significan y sobre todo de dónde y en qué momento exacto surgen. ¿Qué hace que de pronto todo el mundo use el hula-hop? ¿Por qué mujeres de todo el mundo deciden cortarse el pelo a lo garçon en los años 30? ¿Por qué triunfa la Barbie y no otras muñecas? Sandra Foster está buscando, con muy poco éxito, la respuesta, hasta que se encuentra con Bennett O'Reilly, un especialista en teoría del caos que experimenta con chimpancés. Y todo ello en medio de un instituto de investigación que trata de obtener una beca de un millón de dólares, que busca nuevas formas creativas de burocracia y con una secretaria que podría destruir la civilización occidental en unos minutos.

Oveja mansa es una novela de menos de 300 páginas en la que están condensadas un buen puñado de ideas, múltiples temas y una comedia romántica. Tiene personajes prodigiosos (como es norma en Willis), una trama que no parece avanzar sino dar vueltas sobre sí misma (hasta que de pronto todo está colocado en su sitio y sobreviene un ciclón) y un estilo simple y efectivo, simpático, que permite que se lea de un tirón y se disfrute enormemente. Y por cinco euros en colección de bolsillo (teniendo en cuenta que hasta hace un año estaba descatalogada). Es decir, muy recomendable.

Poco más podemos decir de Connie Willis que no hayamos dicho ya otras veces, así que me puse a buscar por internet algún artículo interesante que poder plagiar, y me topé con esta fascinante entrevista que le hizo hace ya bastantes años Pjorge a Connie Willis (cuidado porque destripa ligeramente El libro del día del juicio final y Remake). De ella voy a extraer dos párrafos que me parecen la mejor explicación de por qué escribe la gente (por qué escribimos):
Me identifico con ella, porque cuando escribo, intento bailar con Fred Astaire, intento acercarme a Shakespeare. Sé que no escribo tan bien como Shakespeare, pero intento capturar un poco de la magia de Shakespeare. Durante un momento quiero pertenecer al mismo grupo que Shakespeare, y contar un poquito de la verdad, como él hacía siempre.
La segunda cita me parece aún más sugestiva:
Me encuentro con hechos interesantes que nadie más piensa que son interesantes. Por ejemplo, digo: "¿sabes que quemaron el caballo de Juana de Arco antes de quemarla a ella? Lo quemaron delante de ella", así intentaban que se arrepintiese de sus creencias. Y le digo eso a la gente y me dicen: "¿y? ¿Eso en que me afecta?". Nos afecta a todos. ¿No crees que es importante? ¿Qué opinas? ¿Debía haberse arrepentido? ¿Cómo sería ver algo que quieres, algo indefenso, asesinado frente a ti por lo que tú has hecho? Descubrí que le hablaba a la gente equivocada, que a la persona media no le importa que quemasen el caballo de Juana de Arco. Debía encontrar gente a la que sí le preocupase, y una forma de hacerlo es escribir historias y poner esas ideas en las historias. Es algo así como hablarle a la gente y encontrar quienes son las personas adecuadas.
Creo que es la mejor definición que he leído nunca de por qué escribimos, ya sea Literatura o blogs. Porque hemos descubierto en algún momento que quemaron al caballo de Juana de Arco y queremos contárselo a alguien que le importe. Y creo que por eso me gusta tanto Connie Willis. Porque a ella también le fascina que alguien pensara que podía ser una buena idea quemar al caballo y, buscando la persona adecuada, se encontró conmigo y con muchos otros a los que les importa.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Los inquisidores eran capaces de cualquier cosa. Pobrecilla. Yo he estado allí, en Ruan, en la plaza en que la quemaron, y verdaderamente, aunque estuviera pirada, y dijera que dios la ordenó matar gente por una causa absurda, se te pone la carne de gallina. Sólo me faltaba saber lo del caballo.
¿Habéis leido "Juana de Arco" de Marck Twain? Y "Santa Juana" de Shaw? Y la visión de Volatire sobre el tema? A muchos de mis escritores favoritos les tocaba la fibra Juana. A mí también, en cierta forma inexplicable. Era tan radicalmente distinta a mí y mi manera de ver el mundo, y sin embargo la siento cerca, y parece que casi la comprendo...

¿Qué tenía la doncella de Orleans que fascinaba a amigos y enemigos? Incluso Shakespeare le dedicó una obra, claro que era la mala, pero allí estaba.

Es también fascinante, en efecto, la entrevista a la Willis. Gracias Txiqui, me has traido hoy noticias de dos mujeres que me importan :)

Javier Romero dijo...

Es que Willis es una de las grandes. Por eso cada día es más incomprensible que sigan sin editarse en nuestro país sus deliciosas antologías de cuentos. Curiosamente si se publicó una de las más irregulares "El espíritu de la navidad".

Palomares dijo...

Otra obra difícil de encontrar que se ha reeditado en bolsillo recientemente, por cierto.

Pedro dijo...

Muy buena la historia del caballo de Juana de Arco.

Cayetana Altovoltaje dijo...

No caen en saco roto recomendaciones literarias tan bien escritas como esta. Yo voy apuntando, para cuando acabe la tesis...

©Javier Miranda-Luque dijo...

Convocatoria-web este sábado 27 sin restricciones de horario:

Ciber-happening
en la blogosfera
para invitados virtuales
y transeúntes diversos
(SE SUGIERE VESTIMENTA CONFORTABLE. LA HIDRATACIÓN CORRE A CARGO DE CADA QUIEN. ADVERTIMOS QUE DENTRO DEL ASCENSOR NO HAY COBERTURA CELULAR NI, OBVIAMENTE, INSTALACIONES SANITARIAS)

Anónimo dijo...

Eso que dicen que no hay que juzgar el libro por la portada... menos mal.

Carmona Dixit.

Palomares dijo...

Pero si es una mariposa... Las mariposas son bonitas, ¿no?

Anónimo dijo...

¿Una mariposa? Pero si es una mujer desnuda.

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