Alfredo Álamo nos pasa a traición uno de esos memes que tanto éxito tienen, vaya usted a saber por qué -por qué su éxito, no la razón de que nos lo pase Alfredo-. Este en concreto ha estado rondando por toda la blogosfera y parecía que nos habíamos escabullido sin tener que contestarlo, pero no, aquí está, casi en el tiempo de descuento. Se trata de transcribir el segundo párrafo de la página 139 del libro que estés leyendo. Habría que preguntarse por qué justamente el segundo párrafo y por qué justamente esa página; quizá hubiera una razón primigenia que ahora se ha perdido. En cualquier caso aquí está el segundo párrafo de la 139:
Y por último, y con el único objeto de meter mi tradicional cuña publicitaria, he buscado el segundo párrafo de la página 139 de esa colosal obra, novela puntal de la Literatura del siglo XXI, referencia ineludible de los que buscan libros impactantes que entretengan a la vez que dinamitan las estructuras de la Cultura así con C mayúscula para que parezca más grande. Estoy hablando, claro, de Me llaman Fuco Lois:
Más tarde o más temprano llegarían las preguntas de Lara, y Galiulin se apresuraría a contestar. Pero sería un momento bien desagradable. Sentíase capaz de escribir como debía hacerlo, porque deseaba estar preparada para el golpe que la aguardaba. Y de este modo continuó demorando el envío de la larga carta de circunstancias que hubiese deseado enviarle, hasta que supo que ella se encontraba en algún lugar en el frente, como enfermera. Y ya no supo dónde dirigir la carta.Esto es de Doctor Zhivago, de Borís Pasternak, que es la novela que me estoy leyendo en estos momentos. Mientras tanto, al otro lado de la galaxia, Rebeca está con esto:
Unos días antes de la irrupción de Vinculus en casa del señor Norrell, un nuevo criado entró al servicio de Laurence Strange. Sus compañeros no regatearon consejos ni advertencias: le dijeron al nuevo que Strange era orgulloso y malvado, que todos lo odiaban, que amaba el dinero por encima de todo y que hacía años y años que él y su hijo no se hablaban. También le contaron que tenía un genio endiablado y que a toda costa debía evitar ofenderlo, o le pesaría.Es de Jonathan Strange y el señor Norrell, de Susanna Clarke, obra de la que hablaremos en breve -es un decir- en El sabor del cerdo agridulce.
Y por último, y con el único objeto de meter mi tradicional cuña publicitaria, he buscado el segundo párrafo de la página 139 de esa colosal obra, novela puntal de la Literatura del siglo XXI, referencia ineludible de los que buscan libros impactantes que entretengan a la vez que dinamitan las estructuras de la Cultura así con C mayúscula para que parezca más grande. Estoy hablando, claro, de Me llaman Fuco Lois:
Fuco me miró.Vale, reconozco que no es muy impresionante, pero qué culpa tengo yo de que el segundo párrafo sea tan corto. Os pondría el siguiente, pero no puedo porque supondría desvelaros algo fundamental de la novela, uno de esos golpes de efecto que sobresaltan al lector. Que estamos en mitad de un cliffhanger de la novela. Mirad, comprad el libro, si no lo habéis hecho ya, y leedlo vosotros.